Zoe Gotusso quiere tener un millón de amigos: clínica de una obsesión por Roberto Carlos
El nuevo disco de Zoe Gotusso no tiene ninguna canción de Zoe Gotusso. O sí. Porque una de las mayores virtudes de la joven cantante de Córdoba es precisamente esa: apropiarse de aquellas obras que tal vez pudo no haber compuesto, pero que sabe incorporar a su repertorio con la cintura de los buenos intérpretes.
Fue precisamente de esa manera como dio sus primeros pasos en la industria musical mucho antes de ser Zoe, cuando todavía era una mitad de Salvapantallas, el dúo que integraba con Santiago Celli y que se especializaba en hacer versiones de clásicos del rock/pop argentino adaptados al formato de dos voces y dos guitarras.
Después llegó la carrera solista y con ella la necesidad de demostrarle al mundo –y a sí misma– que había vida más allá del cover. Así y todo, su primer disco de esta nueva etapa, Mi primer día triste (2020), incluye una personalísima versión de “Amándote”, el clásico de Jaime Roos. Algo similar ocurre en su segundo álbum, Cursi (2024), que viene con “Pensando em você”, del brasileño Paulinho Moska, cantada primero en castellano y después en portugués. Ahora, en su tercer disco, Detalles, la propuesta es aún más radical: ocho canciones de Roberto Carlos versionadas al mejor estilo Zoe.
El disparador de la idea llegó de manera inesperada, hace aproximadamente un año y medio, durante unas vacaciones que compartió con una amiga que no paraba de leer libros. Aburrida por la falta de interacción, e inquieta por naturaleza, Zoe se puso a revisar la colección de CD que había en la casa quinta alquilada y empezó a descubrir gemas que nunca había escuchado.
Una tarde, mientras fumaba y admiraba los rayos de sol que se colaban por las ventanas del living, puso a sonar uno de los discos y no pudo contener las lágrimas. En los parlantes, la voz de Roberto Carlos entonaba en un español forzoso los primeros versos de “La distancia”, uno de los tantos éxitos de ese referente de la música popular brasileña, canción que ya había sido argentinizada por Andrés Calamaro en su propio disco de versiones, El cantante (2004).
A partir de ese momento revelador, Zoe se obsesionó. Comenzó a indagar, a ver entrevistas, a leer, a escuchar y a tratar de entender el universo sonoro y estético del cantautor. Había algo en esas letras que le sonaban cursis y en esa pose de dandi tan propia de la época que le llamaba mucho la atención. Lo habló con su mamá, pero no le gustó demasiado la idea. Entonces lo habló con su abuela, que se mostró fascinada y la alentó a seguir adelante. Una cuestión generacional. Después llegó el turno de contárselo a la compañía discográfica y, aunque al principio no se mostraron muy satisfechos con el proyecto, terminaron dándole un voto de confianza.
Si Zoe quería que su tercer disco de estudio sea una suerte de clínica de su repentina obsesión por la obra de Roberto Carlos, solo tenía que darle su impronta. Encontrar el repertorio adecuado, travestirlo y así, una vez más, hacerlo propio. Fueron más canciones, pero quedaron ocho seleccionadas: “La distancia” (no podía faltar), “Camionera” (en género femenino), “Amada amante” (otro clásico), “Detalles” (la que le da nombre al disco), “No te apartes de mí” (popularizada en estas tierras por las voces de Vicentico y Valeria Bertuccelli), “Qué será de ti” (con estribillo épico), “La paz de tu sonrisa” (otra de sus obsesiones) y “Un millón de amigos” (el gran hit).
Para llevar a cabo la faena y despegarse lo más posible de las versiones originales, Zoe se puso por primera vez bajo las órdenes de María Wolff, su novia, que ofició de productora del álbum. Juntas, se pusieron a jugar con los ritmos de cada canción, adaptaron algunos versos al femenino, le sumaron más bajos, aumentaron la velocidad y lo llenaron de groove.
A la hora de grabar, elevaron la vara. Viajaron a Los Ángeles, contrataron músicos sesionistas locales y se dejaron embriagar por la cultura californiana. Asfalto, calor, humo de marihuana y esa manera de tocar única, tan característica de los norteamericanos. Por eso, un tema como “Camionero”, que Roberto Carlos y su amigo y eterno colaborador Erasmo Carlos habían adaptado de “Gentle on My Mind”, del estadounidense John Hartford, vuelve a sonar folk-country y hasta un poco bluegrass en la nueva “Camionera”, donde Zoe se pone al volante y declara su amor: “Ya pinté en el parachoques un corazón y el nombre de ella”.
Detalles también cuenta con algunas voces invitadas. Pero solo femeninas, por supuesto. Inspirada en la versión de Vicentico, Zoe convocó a Rigoberta Bandini –el nombre artístico de la cantante catalana Paula Ribó– para hacer el cover de “No te apartes de mí” con más sintetizadores que se haya registrado hasta el momento. La otra colaboración era una deuda pendiente, Juliana Gattas, que se encarga de ponerle aún más drama a una balada desgarradora, “Qué será de ti”.
Entonces, ¿qué opina Roberto Carlos de todo esto? Si bien no necesitaba pedirle permiso para grabar estas canciones, Zoe utilizó sus contactos en la industria para tratar de tener una conversación con el infranqueable músico brasileño. Y lo consiguió. Fue a través de una videollamada en la que tuvo la oportunidad de presentarle el proyecto y en la que, más allá de las preguntas incisivas del entorno, recibió el visto bueno del autor. Ese fue todo el contacto que tuvieron.
También fue a verlo al Movistar Arena en lo que fue la última presentación de Roberto Carlos en Buenos Aires hasta la fecha, en noviembre de 2024, pero prefirió declinar la oferta de pasar a camarines para conocerlo cara a cara. Su obsesión era con la obra, no con la persona de carne y hueso. Ahora, un año después de ese show, aquella idea loca que nació de casualidad gracias a la colección de CD de un desconocido se materializa en un álbum que ya forma parte de la discografía de Zoe. Y que suena como si lo hubiese escrito ella.
















