Un viaje al Caribe colombiando junto a Martina La Peligrosa
Una invitación a conocer la costa Caribe colombiana, desde lo gastronómico hasta lo sonoro; desde el tambor tradicional que conecta con los nuevos beats, hasta la intrínseca champeta de la región. Emprendamos un viaje al Caribe colombiano de la mano de Martina La Peligrosa y su nuevo disco: Caribeña.
“El Caribe colombiano es un mestizaje tremendo. Para explicarlo no hay nada mejor que el mote de queso —plato típico de los departamentos de Sucre y Córdoba—. El queso y el suero que trajeron los españoles con las vacas y toda la vaina; el ñame, un tubérculo que viene de África —ahí la parte negra—; el ají dulce, que proviene de aquí, de Latinoamérica; y en algunos lugares también le ponen berenjena, un alimento de origen árabe. Entonces, nosotros los caribeños, de la zona de donde soy, no solo tenemos tres razas entrelazadas, tenemos cuatro junto a la parte árabe. Somos un revuelto de cosas, como el mote de queso”, define así al Caribe colombiano Martina La Peligrosa, artista nacida en El Carito, Córdoba.
Desde hace varios años, Martina se ha convertido en una figura clave para difundir la cultura alrededor de la champeta, llevándola a diferentes regiones de Colombia y del mundo. En esta entrevista, nos contó más sobre el género: “La champeta es la traducción que se le hizo en el Caribe colombiano a la herencia de la madre África. Los picoteros, en los años 70 y 80, compartían música con los africanos en las embarcaciones. De ahí nació la champeta, que en varias ocasiones se cantaba en un idioma inventado para asemejarse a como lo hacían en África”.
“Tu música es de raíz, y cuando una planta crece con una raíz fuerte, la pueden cortar, quemar… pero con la raíz firme, siempre vuelve a crecer’. Por eso la música de raíz permanece en el tiempo”.
De ese Caribe mestizo, Martina toma como base fundamental —y punto de partida para este nuevo disco— al mítico y raizal tambor alegre, instrumento adoptado por la región en búsqueda de un espíritu autóctono que sirva como raíz dentro de los beats modernos que componen Caribeña: “El alma del disco es muy bonita porque nace del reencuentro con Jairo Barón, mi exesposo. Volver a encontrarnos para hacer música fue magia; ver cómo el amor se transforma, las heridas sanan, ya lo que fue no es… pero permanece lo esencial: esa pasión y amor por la música. Eso, desde lo emocional, lo hace muy especial. Desde lo musical, decidimos empezar desde el tambor alegre, no desde una guitarra o los beats, con la intención de darle un espíritu raizal al disco y reconectar con mis antepasados y con la región donde nací. Un gran músico colombiano me dijo hace poco en Miami: ‘Estoy muy orgulloso de la música que estás haciendo —refiriéndose a la canción ‘Soy’—. Tu música es de raíz, y cuando una planta crece con una raíz fuerte, la pueden cortar, quemar… pero con la raíz firme, siempre vuelve a crecer’. Por eso la música de raíz permanece en el tiempo”.
Además de reconectar con sonidos autóctonos del Caribe como el bullerengue o el son de negro, esta nueva producción llega acompañada de un proceso de madurez, aunque sin dejar de agradecerle a la Martina del pasado por todo el camino recorrido: “Mi memoria es pésima [risas]. Empecé a redescubrir cosas que había hecho y no recordaba; eso me llevó a agradecerle mucho a la Martina de hace algunos años, una Martina que, sin saber bien lo que estaba haciendo, simplemente lo hizo. Siento que Caribeña es Alma Mía madurado. Esos discos son un revuelto de cosas, y eso soy yo: un revuelto. Pero claro, han pasado años, vivencias… ahora soy mucho más consciente al crear una canción, aunque sin perder ese toque de locura”.
¿En qué se ve plasmada esa madurez? “Antes, en mis canciones decía cosas muy de niña. También me importaba lo que pensara la gente de mí; ya no me importa. Hoy me atrevo a decir muchas más cosas, como en la canción No le copio a nadie, donde hablo de ser libre, despelucada y descalza”.
Todas las experiencias y vivencias dentro de la industria musical han ayudado a forjar una Martina La Peligrosa más segura de sí misma, lo que la ha llevado a ser una artista independiente: “Durante los últimos años estuve haciendo muchos ‘tiros al aire’ con canciones sueltas porque la industria estaba así: se exigía sacar una canción cada mes, cada semana… Las canciones empezaban a volverse prefabricadas, y me harté de eso, de hacer música sólo porque había que hacerla. Así que paré un tiempo y empecé a hacer la música que realmente quiero hacer, siendo una artista independiente. En este momento de mi vida me siento plena”.
“Se exigía sacar una canción cada mes, cada semana… Las canciones empezaban a volverse prefabricadas, y me harté de eso, de hacer música sólo porque había que hacerla”.
Indudablemente, crecer al lado de su hermana Adriana Lucía ha sido no solo un gran aprendizaje, sino también una fuente de inspiración. Más que hermana, ha sido su confidente y mejor amiga: “Mi hermana es un espejo para mí. Somos hermanas, amigas, colegas… nuestra relación es muy profunda. La admiro profundamente: su carácter, su voz, cómo piensa y los ovarios bien puestos para expresarse. También admiro cómo ha resistido con su música a lo largo de los años, siendo fiel a sí misma. Somos muy unidas, y siempre me quitaré el sombrero ante ella. Fue la primera artista a la que admiré”.