Solo Dios sabe qué seríamos sin Brian Wilson


Dulces sueños, Brian Wilson. El mundo ya es un lugar más solitario sin él, tras la noticia de su muerte una semana antes de su cumpleaños número 83. Para el poeta del verano por excelencia, resulta oportuno que haya dejado el planeta en junio, igual que cuando llegó: el chico californiano que cantaba ‘The Lonely Sea’, el genio torturado que escribió una de las melodías más lúgubres imaginables y la llamó ‘The Warmth of the Sun’, el más querido de los compositores estadounidenses.

Brian pasó su vida convirtiendo su dolor y su anhelo en sueños para que el mundo entero los compartiera. Por eso sus canciones vivirán para siempre. Como cantó una vez, no estaba hecho para su época, pero es que Brian Wilson estaba hecho para todos los tiempos.

“Solo intenté surfear una vez, y casi me doy en la cabeza con la tabla”, declaró a ROLLING STONE en 1999. Pero Brian convirtió sus fantasías en un mundo de ensueño californiano con autos rápidos y olas increíbles, un mundo que podría tener espacio incluso para un inadaptado asustadizo como él. Estados Unidos adoraba a los Beach Boys con su imagen de hermanos pulcros con camisas a rayas. Sin embargo, incluso en sus primeros días, Brian escribió canciones nostálgicas y vulnerables como ‘Please Let Me Wonder’ y ‘When I Grow Up (To Be A Man)’, y como las describió después, “fotografías de cómo me sentía mientras crecía”.

Los Beach Boys son la banda de rock & roll estadounidense más legendaria que persiste en el imaginario cultural, con una retorcida historia familiar al corazón de la saga. Tres hermanos de los suburbios (Brian, el atormentado compositor de pop; Carl, el chico tímido de voz celestial; Dennis, el salvaje baterista que vivía el estilo de vida de coches y surf del que Brian cantaba) fueron unidos en una banda de surf por su abusivo padre y mánager.  Además, también estaban su compañero de instituto Al Jardine y su primo Mike Love, quien se enorgullecía de traer las malas vibraciones. ¿Cómo pudieron estos chicos dañados hacer una música tan hermosa? Solo Dios sabe.  

Pero Brian pintó una escena del desamor del sur de California, el sonido de chicos y chicas surfistas en busca de un lugar al que pertenecer. La radio estaba llena de sus éxitos, pero él escondía sus confesiones dolorosas en los álbumes. Su gran éxito de 1965, Today!, lo remató con un conjunto de baladas en la segunda cara, donde ‘She Knows Me Too Well’ parece una tragedia griega traducida en armonías doo wop y guitarras surf. Apenas salido de la adolescencia, Brian canta como si ya pudiera ver lo brutal que será crecer.

Sus melodías eran tan personales que generaciones de fans han escuchado las canciones como autobiográficas, independientemente de quién fuera el letrista. No hay mucho que Van Dyke Parks, Mike Love, Roger Christian o Tony Asher tuvieran en común, salvo que sus voces poéticas estaban tan subsumidas en esas melodías que oíamos sus palabras como la historia de Brian, desde “All fall down and lost in the mystery” hasta “East Coast girls are hip”, “Don’t worry, baby” y “I know there’s an answer, I know now, but I had to find it by myself”. Una canción sobre motos como ‘Little Honda’ podría sonar como una plegaria, procedente de la misma zona espiritual que ‘God Only Knows’ o ‘Feel Flows’ o ‘Wonderful’ o ‘With Me Tonight’. El dolor en esas melodías y la abrumadora melancolía agridulce hacían que todo sonara como una meditación de verano interminable que Brian continuó por décadas. Su cancionero era una sinfonía adolescente para Dios.

Uno de los conciertos más hermosos que he visto de Brian fue en el verano de 2016, en el Northside Festival de Brooklyn, interpretando Pet Sounds sentado al piano. Pero se desvió en la segunda estrofa de ‘I Just Wasn’t Made for These Times’: se perdió, se rió y dijo: “Oh, se me olvidó la letra”. El público se limitó a cantarla por él hasta que se dio cuenta de por dónde tenía que entrar en el estribillo. Podría haber sido un momento triste o lamentable; en cambio, estuvo lleno de mucha calidez. La gratitud comunitaria que sentimos al cantarle su canción fue tan poderosa, como la alegría tangible que sintió al escucharnos, especialmente cuando entró justo a tiempo para cantar “What’s it all about?”. Es un momento que nunca olvidaré. Pero Brian Wilson nos dio toda una vida de esos momentos.

EFE.

Como escribió una vez el gran crítico Tom Carson, el eterno sueño de Brian era poner en una sola canción ‘I Get Around’ e ‘In My Room’. Era una lucha imposible, pero para un niño maltratado y despreciado por su tirano padre, quien lo golpeó hasta bien entrada la edad adulta, la música era su única forma de conectar con el mundo. Su influencia llega a todas partes, desde Dr. Dre y Tupac citando ‘Surfin’ U.S.A.’ para ‘California Love’ hasta Taylor Swift saliendo al escenario en Los Ángeles en la gira Speak Now con una frase escrita en el brazo con Sharpie: “Don’t worry, baby, everything will turn out all right”.

Pet Sounds es su obra maestra arquetípica, que reúne todo su romanticismo herido en un solo álbum. Empezó a escribirlo a la mañana siguiente de escuchar por primera vez Rubber Soul de los Beatles: se despertó, fue a su piano y escribió ‘God Only Knows’. Pagó el precio de jugar con la fórmula: Pet Sounds fracasó. Durante años fue imposible encontrar una copia, por extraño que suene ahora. Pero se ha convertido en uno de los clásicos más queridos del mundo, llegando al #2 de la lista de los 500 mejores álbumes de ROLLING STONE. Como dijo Brian en sus memorias: “La última palabra del álbum es no, pero el álbum es un gran sí”.

Entrevisté una vez a Brian, en el verano de 2000. No hablaba con la prensa, pero su mujer, Melinda, se puso en contacto conmigo porque le había gustado una crítica superdespectiva que escribí sobre una miniserie de televisión estúpida llamada The Beach Boys: An American Family, una sátira antiBrian producida por John Stamos, que presentaba a Mike Love como el verdadero genio del grupo. (Hay una escena en la que sus compañeros de banda llaman a Brian “el Stalin del estudio”). Por teléfono, le pregunté por ‘Good Vibrations’: ¿de dónde había salido una canción así?  “De Dios”, me dijo. “Y de Phil Spector. Dios, Phil Spector y los Beach Boys juntos”.

Estaba tan emocionado que hizo una pausa para silenciar el televisor; era media tarde, así que tenía The People’s Court popular a todo volumen. Pero cuando dijo: “Espera, voy a bajar el volumen de la tele”, pensé: “Claro que sí, Brian está silenciando al juez Wapner”. Me contó que la primera vez que escuchó ‘Be My Baby’ en la radio de su auto, se echó a llorar a un lado de la carretera. ‘Good Vibrations’ fue su intento de capturar esa misma magia. “Sabía que Dios estaba con nosotros cuando la estábamos haciendo”, me dijo. “No es ‘Be My Baby’, pero es un buen tema”.

Se puede oír su fragilidad y angustia desde el principio, en las punzadas de ‘Surfer Girl’ y las armonías en falsete de ‘I Get Around’, el tipo de canción sobre simplemente pasar el rato que solo podría haber escrito un niño al que nunca se le ha invitado a simplemente pasar el rato. Había demasiada emoción incluso en una de las primeras canciones como la oscura (y maravillosa) ‘Don’t Hurt My Little Sister’. La canción volvió a perseguirle en la vejez, como dijo en su autobiografía de 2016, I Am Brian Wilson, “tal vez porque es una canción sobre la protección y yo sentía miedo de que nadie me protegía”.

Ese espíritu vulnerable está presente en canciones como ‘Til I Die’, una críptica balada de 1971 de Surf’s Up, una elegía por su juventud perdida. Con menos de 30 años, se enfrentó a la mortalidad con un solo de vibráfono psicodélico. “I’m a leaf on a windy day”, canta. “Pretty soon I’ll be blown away / How long will the wind blow?”. ‘Til I Die’ es especialmente inquietante en la versión ampliada de cinco minutos del imprescindible bosext Feel Flows y con letra alternativa. Es una de sus creaciones más poderosas, pero Brian fue tan lejos que asustó a la banda y a los fans.  

Los éxitos clásicos de los 70 de los Beach Boys nunca han dejado de ser una crónica de la vida y la muerte del sueño americano. Fueron las canciones que hicieron soñar al mundo entero con Californication, desde la alegría de ‘Fun, Fun, Fun’ y ‘Be True to Your School’ hasta la melancolía de ‘In My Room’. Las canciones se hacen eco entre ellas: ‘Don’t Worry Baby’ y ‘Shut Down’ narran la misma carrera de aceleración, desde ángulos emocionales diferentes. Estas siguen siendo sus melodías más conocidas; la mejor de las muchas colecciones de éxitos es Endless Summer, que se convirtió en un inesperado éxito de ventas en los setenta, cuando la banda pensaba que su tiempo ya había pasado. Todos los hogares tenían uno, parecía que a los padres y madres de los 70 les regalaban Endless Summer en la sala de maternidad.

MICHAEL OCHS ARCHIVES/GETTY IMAGES

Pero su melancolía estaba ahí desde el principio, como en ‘The Lonely Sea’, una desgarradora balada gótica playera de 1963, incluida en Surfin’ Safari. “The lonely sea, it never stops for you or me”, canta Brian, advirtiendo a su chica de que le romperá el corazón porque es igual que el mar. En la película adolescente de 1965 The Girls on the Beach, se cuela en una fiesta surfera para canturrear ‘The Lonely Sea’ a las chicas en bikini. Hombre, qué aguafiestas; ya se sabe por qué los Beach Boys no hicieron más películas después.

Brian siempre aspiró a pasar a la historia. Se puede oír en una rareza temprana como ‘The Surfer Moon’, de 1963, donde actuó como productor novato en su primera incursión en un estándar de la vieja escuela del mundo del espectáculo. (Puede que la orquesta suene un poco perdida en la playa, pero échale la culpa a la luna surfera). ‘Little Honda’ es una oda a una musa de dos ruedas, no a una gran motocicleta, sino a una pequeña moto. La canción está construida con tanta maestría que cada cambio de marcha parece enorme. La versión con guitarra de Yo La Tengo de 1997 es uno de los homenajes más cariñosos a los Beach Boys.

Pet Sounds fue su declaración definitiva, pero no vendió lo suficiente para pagar la factura del theremín. El álbum permaneció una rareza por décadas. (Yo tenía 22 años cuando estuve por primera vez en la misma habitación que una copia de Pet Sounds, en el desván de Rhymes Records en New Haven, y sí, lo recuerdo todo sobre aquella tarde de junio que alteró el cosmos, especialmente cómo ‘That’s Not Me’ y ‘I’m Waiting for the Day’ fueron mis favoritas desde la primera escucha). Sigue siendo sorprendente escucharlo, especialmente ‘God Only Knows’, una melodía que todo el mundo en la Tierra desearía poder cantar, aunque son notas tan altas que solo un ángel o Carl Wilson podría alcanzar.

Brian podría haber aprendido la lección y haberse ido a lo seguro, pero no hace falta decir que no fue así. Por el contrario, se propuso a hacer un álbum aún más experimental. En abril de 1967, Brian apareció en el especial de televisión Inside Pop de Leonard Bernstein, sentado al piano de su casa para sorprender a los espectadores con el estreno en solitario de una nueva canción: ‘Surf’s Up’, una balada épica de su próximo álbum Smile. Brian prometió que esta obra magna superaría a sus máximos rivales, los Beatles; quedó destrozado cuando los Fabs se le adelantaron en las tiendas con Sgt. Pepper. Paul McCartney visitó célebremente a Brian en el estudio, tocó ‘She’s Leaving Home’ en el piano y le dijo: “¡Será mejor que te apures!”.

Pero ni siquiera pudo terminar el álbum, sufrió un colapso y dejó un montón de tomas inéditas. Es una tragedia que no publicara la toma de piano de ‘Surf’s Up’, que habría bastado para convertir la canción en un clásico. Cuando se publicó en 1971, la canción ya había caído en el olvido, salvo para los pocos afortunados que la habían visto por televisión. Smiley Smile se convirtió en la versión casera con cintas de Smile, incluyendo joyas como la sesión doo wop ‘With Me Tonight’. Wild Honey fue un maravilloso regreso a sus raíces de rock & roll, un subidón de 24 minutos de una banda de garaje. Pero nadie tampoco lo compró y se convirtió en su disco peor vendido hasta la fecha. El niño genio era un producto dañado.

Ya adultos y con barba, la banda hizo de Sunflower una declaración conmovedora y madura para la nueva década, tan pulida que es prácticamente su propio Abbey Road. Sunflower salió a la venta el 31 de agosto de 1970 y Surf’s Up casi exactamente un año después, lo cual debió haberse visto mal para los Beach Boys. Pero fue apropiado, porque ambos álbumes intentaron seguir adelante cuando ya no había olas por surfear, y por eso ambos siguen resonando hoy en día. Surf’s Up finalmente presentó la canción del título, junto con joyas como ‘Long Promised Road’ y ‘Til I Die’, las últimas grandes canciones que Brian hizo en años.

El artista se convirtió en el niño perdido del rock más famoso en la década de 1970, escondido en su mansión entre una neblina de drogas y con las persianas cerradas. Como admitió más tarde: “Estuve en cama a principios de los 70”, y usaba una bata de baño detrás del mostrador de su tienda de comida sana, el Radiant Radish. (El punto culminante para él: “Aprendí a usar una caja registradora”). Pero cuando conseguía centrarse en la música, era capaz de darlo todo, como en ‘Marcella’, una explosión de lascivia al estilo de los Stones sobre su masajista favorita. En 1977 publicaron Love You, una rareza de culto apreciada por los “Brianistas” más fervientes. Canta confesiones dolorosamente sinceras con su voz áspera —y a menudo desafinada—, pero con toda su chispa melódica. Como él mismo explicó: “Escribí canciones que trataban de cómo me sentí a los 30 años, del mismo modo que Pet Sounds trataba de cómo me sentía a los 20”.


Al crear Pet Sounds consiguió -con sobrados méritos- un lugar en el olimpo del rock & roll.


Se desahoga sobre su soledad adulta en ‘Airplane’, ‘I Bet He’s Nice’ y la extrañamente conmovedora ‘Johnny Carson’, en la que no tiene más compañía que el presentador de un programa nocturno de televisión. ‘I Wanna Pick You Up’ sigue siendo una de las canciones de paternidad más adorables del rock, aunque suene como si a papá le hiciera falta un poco de crianza también.

Los 80 y 90 estuvieron llenos de intentos de regreso, con resultados dispersos pero decentes. Pero a Brian se le desestimó como un caso trágico de burnout. En 1987, para el vigésimo aniversario de ROLLING STONE, se le hicieron un par de preguntas que ya había cantado en ‘When I Grow Up (to Be a Man)’ de 1965. ¿Le gustaban las mismas cosas que de niño? “Reír. Me gusta reír”. ¿Alguna vez deseó no haber hecho algo? “Las drogas”, dice en voz baja, “ojalá no hubiera consumido”. Pero no se imaginaba tener un lugar en el imaginario público. “No realmente una identidad, no. Solo una voz aguda. Eso es todo”.

Por eso fue tan impactante su renacimiento creativo en la década de 2000, cuando volvió a hacer música digna de su nombre, tanto en el escenario como en el estudio. El especial televisivo de 2001 An All-Star Tribute to Brian Wilson sirvió como un anuncio de que volvía a estar en forma. El concierto, de cuatro horas de duración fue una noche inolvidable de pura adoración a Brian: Paul Simon canturreando ‘Surfer Girl’, Elton John haciendo el twist con Billy Joel en ‘Fun, Fun, Fun’, los Go-Gos destrozando ‘Little Honda’, y David Crosby aullando: “Este es el peor viaje en el que he estado”. Pero Brian se robó el show, haciendo que una fría y lluviosa noche de marzo en Nueva York resplandeciera con el calor del sol.

Incluso retomó el gran opus perdido de su juventud, Smile, y se convirtió en la obra maestra inacabada más legendaria del rock, con tomas inéditas reunidas en la caja de 2011 The Smile Sessions. Pero el Smile definitivo es su versión completamente terminada de 2004, con Brian lo suficientemente fuerte como para hacerles justicia a estas canciones, en las sublimemente otoñales ‘Cabin Essence’ y ‘Surf’s Up’.

Alcanza su punto máximo en ‘Wonderful’, una ensoñación de dos minutos sobre la infancia, una frágil melodía para la que nunca había tenido voz hasta ahora. Smile, que en su día fue su derrota más infame, se convirtió en uno de los más grandes triunfos artísticos de su vida. Sin duda, qué buenas vibraciones.

Siguió revisitando estas canciones durante décadas, prestando atención a las nuevas historias que contaban a medida que evolucionaban con el tiempo. ‘Keep an Eye on Summer’, un tema oculto del desechable LP Shut Down Volume 2 de 1964, adquirió un significado totalmente nuevo cuando lo cantó en su Imagination de 1998, rumiando sobre cómo el tiempo se desvanece. En una entrevista radiofónica de 2018, Al Jardine resumió ‘In My Room’ maravillosamente: “Supuse que era la historia personal de Brian Wilson sobre estar recluido y sentirse solo y todos esos sentimientos que todos tenemos”.

‘Summer’s Gone’ fue el último de los clásicos que escribió, su final para la reunión de los Beach Boys en 2012, That’s Why God Made the Radio. Fue una despedida a sus hermanos fallecidos Carl y Dennis, pero como él dijo, “Fue como ‘Caroline, No’, porque estaba pensando en versiones más jóvenes de mí mismo”. Brian canta sobre mirar las olas, quizá en la misma playa donde cantó ‘The Lonely Sea’ hace décadas. “Old friends have gone, they’ve gone their separate ways”, canta. “Our dreams hold on for those who have more to say”.

‘Summer’s Gone’ parece resumir toda la saga de Brian Wilson en cinco agridulces minutos, transformando el dolor y la soledad en belleza atemporal. El sufrimiento de sus primeros años podría haberle destruido, pero encontró la forma de transformarlo en música que se cantará en todo el mundo mientras haya gente que pueda cantar. Su vida podría haber sido una historia de terror, pero él la convirtió en una canción de amor.

Es una gran pérdida para cualquiera que ame la música. Y parece que cuanto más hablamos de él, peor es vivir sin él, pero hablemos de él. Todos tenemos suerte de compartir el mundo que ayudó a crear con su música; lo convirtió en el tipo de mundo al que todos podemos pertenecer. Buenas noches y gracias, Brian Wilson. A surfear por siempre.

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