Santiago Motorizado abre espacio para sí mismo en El retorno


A mediados de mayo pasado, Santiago Motorizado empacó su guitarra y tomó un tren que atravesó las ciudades argentinas de Turdera, Banfield y Castelar. Durante los trayectos, interpretó ‘Google Maps’, una canción que escribió hace aproximadamente 15 años pero que finalmente pudo ver la luz hace algunas semanas. El tema, que con un toque cómico aborda la tristeza que produce extrañar y no poder ver a alguien, fue el primer adelanto del que ahora es el álbum debut en solitario del frontman de El Mató a un Policía Motorizado.

“Cuando la compuse se llamaba ‘Google Earth’, que era algo que aparecía en ese momento como una novedad, donde uno podía recorrer el mundo en una aplicación”, explica. “Me gustó el juego irónico de alguien que, torpemente, en su desesperación, busca a una persona en ese lugar virtual”. A pesar de que la composición inicial tuvo unas cuantas modificaciones, para el cantante y compositor resultó divertido que después de tanto tiempo la temática siguiera estando vigente por la hiperconectividad a la que estamos sometidos. “Hoy en día estamos más conectados a un montón de aplicaciones y estamos en esa búsqueda torpe de esperar que Chat GPT nos solucione la existencia, esperar enamorarnos de una foto en Instagram, esperar que nuestro celular nos solucione la vida”, dice.

Así como ‘Google Maps’, las canciones que ahora forman parte de El retorno acompañaron a Santiago a lo largo de varios años en los que intentó sacar espacio entre su agenda con la banda para poder trabajar en ellas. En realidad, el proceso de grabación de este disco inició entre diciembre de 2016 y enero de 2017, cuando grabó algunas bases durante cuatro sesiones en los estudios Romaphonic en Buenos Aires. Fue enseguida cuando Él Mató viajó a Sonic Ranch en Texas para grabar La Síntesis O’Konor, un trabajo cuya publicación cambió la trayectoria del quinteto. “Generó una repercusión muy grande y cambió mucho la dinámica de la banda. Le metí intensidad y, bueno, tuve que abandonar esas grabaciones de 2016”, recuerda.

Cortesía.

Pasaron varios años antes de que pudiera retomar el proyecto, hasta que en la pandemia pudo volver a escuchar esas primeras grabaciones. No le gustaron. El músico no sentía conexión con la forma en que había abordado aquella producción, así como tampoco le gustaba cómo sonaba, de modo que tomó la decisión de empezar de nuevo asumiendo los riesgos que eso conllevaba.

Las grabaciones comenzaron una vez más en los espacios que permitían sus responsabilidades con la agrupación, aunque el temor a que volviera a sufrir retrasos seguía vigente. Por fortuna, esta vez el proceso fluyó de mejor manera y en 2024, en medio de la gira de El Mató, Eduardo Bergallo y Felipe Quintana lo “ayudaron en todo” y viajaron de nuevo a Sonic Ranch, pero esta vez para terminar su disco como solista. El ejercicio de revisitar las composiciones que había hecho tiempo atrás le dio una sensación parcial de nostalgia. Parcial porque se vio superada por la novedad de todo el trabajo de producción que “nunca se había hecho”. “Eso era muy del presente, de cómo me gusta hacer las canciones ahora, cómo me gusta producirlas. Entonces, la verdad es que estaba más de este lado”, afirma. 

Este viaje de El retorno inicia con una tonada vintage que nos adentra en ‘Camino de piedras’, un tema de rock midtempo en el que Santiago habla sobre el dilema interno de si sé es o no buena persona. Rápidamente, el indie rock llega en ‘Amor en el cine’, donde se comienza a percibir el aura más distendida que predomina en todo el álbum y que ya se había podido notar en ‘Google Maps’. De hecho, esta es una de las más grandes diferencias que el músico apunta que existen entre su proyecto en solitario y Él Mató, pues mientras que cuando escribe para la banda siente la responsabilidad de crear algo que represente a una colectividad, aquí puede tomarse la libertad de escribir sin restricciones.

“Lo que noto hoy a la distancia es que por más que yo componga para los dos proyectos, cuando compongo para Él Mató pienso en que esas canciones van a representar a todos mis compañeros”, reflexiona. “Por más que después las canciones tengan lugares muy íntimos, introspectivos y situaciones muy personales, están escritas, pensadas y desarrolladas como punta de lanza de un proyecto colectivo y esa canción, además, después la vamos a defender, a armar, a terminar de construir entre todos. Acá me voy de eso y me voy para cualquier lado. Es también un poco el porqué de hacer esto, de recorrer esos caminos que no entran en el universo de Él Mató”. No obstante, sí aclara que la diferencia entre un proyecto y el otro era más evidente al inicio, ya que el grupo se encontraba en otro momento musical en el que no había mucha cabida para unas composiciones más acústicas. Con el tiempo esto cambió y fue encontrando “puntos de contacto”, e inclusive algunas de las cosas que componía para sí mismo resultaban sirviendo para la agrupación con unos arreglos.

Aun así, destaca que este conjunto de canciones que acaba de presentar está más inclinado hacia el humor en un juego por cambiar de perspectiva y verle el lado irónico a temáticas más serias: “Las mismas realidades que puedo hablar en Él Mató, ya sea una historia de amor o lo que sea, todo tiene un lado para poder reírnos, aunque sea trágico, triste, melancólico. Está bueno reírse de todo y sobre todo de uno mismo”.

Cortesía.

Este disco también era el espacio perfecto para adentrarse a profundidad en sus intereses personales y visitar los lugares que lo enamoran y que percibe como muy suyos. Es por eso que El retorno también incluye referencias a la cultura pop, ya sea en las letras (como en ‘Pienso en vos’ cuando habla sobre Hechizo del tiempo, la película de 1993) o en las piezas visuales (como ocurre con ‘La revolución’, en donde Maradona y Claudia Villafañe intercambian roles)

A lo largo del álbum se encuentran momentos interesantes como ‘No me trates mal’, una balada soft rock que parece pertenecer al mundo onírico, o ‘Te pido perdón’, un corte que brilla por su minimalismo. Aunque en un sentido más amplio, los sonidos acústicos que a ratos se inclinan hacia el folk rock y los sintetizadores vintage son los que más están presentes desde ‘Camino de piedras’ hasta ‘Dana’.

El retorno ya es del mundo, y Santiago describe la sensación de haberlo entregado como hermosa, pero no deja de admitir que siente un vacío al tratarse de un trabajo que lo acompañó durante tanto tiempo. Al fin y al cabo, son canciones que lo han visto crecer y que él mismo ha dotado de nuevos significados con el paso de los años. Algunas de ellas fueron filtradas en su versión más prematura en Internet y otras ya las había interpretado en vivo, pero ni siquiera las que había incluido en su setlist habían alcanzado su máximo desarrollo. “No habíamos llegado al lugar final de los arreglos, de lo que era la forma final de la canción y recién ahora se logró. Eso me pone contento”, comenta.

En el pasado, el músico ya había hecho música bajo su nombre propio pero en colaboración con varias producciones audiovisuales como Okupas y La muerte no existe y el amor tampoco, mas es hasta ahora que el público puede escuchar un trabajo discográfico como Santiago Motorizado a secas. El  reto de iniciar una etapa como solista no le pone nervioso, pues dice que desde hace muchos años dejó de sentir inseguridad al respecto. En este punto recuerda el primer concierto de la banda, donde hubo un conflicto pero a pesar de los nervios se decidió a tocar. “Tenía un miedo increíble pero bueno, junté fuerzas, salí a la escena y lo atravesé, y ese atravesar es constante en el tiempo, me relajo mucho y hoy lo disfruto un montón”, afirma. Inclusive, para él supone más tensión cuando se trata del grupo dado que tiene que preocuparse por más cosas a la vez; por el contrario, con su proyecto personal su principal foco es la voz, y la guitarra rítmica en ocasiones, por lo que afirma sentirse más calmado. “Estoy quizá demasiado relajado”, dice entre risas. “Yo lo disfruto”.

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