¿Qué tan lejos puede llegar un rockero con su defensa de la guerra?
Hace poco el mundo del rock se conmovió con la despedida de Black Sabbath (y, sin saberlo, el adiós definitivo de Ozzy) en la que los padrinos del heavy metal dieron su última venia ante un público eufórico y nostálgico. El show, bautizado Back to the Beginning porque les veía de regreso en Birmingham, contó con grandes invitados como Metallica, Slayer y Anthrax, así como Tom Morello, Chad Smith, Travis Barker y Ronnie Wood. La lista fue extensa, pero entre tantos músicos y agrupaciones relevantes, la presencia de una persona parecía más una mancha que una participación estelar.
Luego del segmento de Lamb of God fue el turno del primer supergrupo con Lzzy Hale en la voz, quien tras su versión de ‘The Ultimate Sin’ pasó el micrófono a David Draiman. Para quienes vieron el concierto a través de la transmisión, la presentación pareció pasar sin mayor contratiempo —más que una interpretación mediocre de ‘Shot in the Dark’ y ‘Sweet Leaf’—; sin embargo, para quienes asistieron al Villa Park la historia fue diferente. En varios videos que circularon en redes se ve como el público lo abucheó en el momento en que fue llamado a la tarima y cuando salió a escena.
Pocas horas después de hacerse virales los clips y de ser replicados por varios medios, el músico afirmó que no fue “echado del escenario”, aunque sí “hubo algunos abucheos” cuando terminó su presentación. Draiman, quien es judío y ha defendido los ataques de Israel sobre Gaza, les atribuyó los cantos a personas defensoras de Palestina. “Vine para rendirle homenaje a mis maestros, a mis ídolos: los poderosos Black Sabbath. No iba a dejar que unos cuantos imbéciles que odian a los judíos lo impidieran”, escribió en X.
El cantante ha sido fuertemente criticado por su posición frente a la ocupación de Israel en Gaza, pues incluso desde antes de que se agudizara el conflicto hace dos años, en 2019 ya había tildado de “nazis” a Roger Waters y sus “camaradas” por apoyar el movimiento Boycott, Divestment and Sanctions (BDS: Boicot, Desinversiones y Sanciones) que busca que el mundo deje de apoyar la opresión del pueblo palestino. Desde entonces, y especialmente a partir de 2022, Draiman ha sido cada vez más explícito en su posición, llegando incluso a visitar una base del ejército israelí y firmar sus misiles que, según él, únicamente irían dirigidos a Hamás.
Discrepancias con músicos a favor de Palestina
El músico ha declarado no sentir vergüenza por ser sionista, ha negado que se esté cometiendo un genocidio palestino y ha arremetido en contra de sus colegas que han utilizado sus plataformas para hacer un llamado por detener el conflicto. Además de llamar a Waters “antisemita” en más de una ocasión, ha cuestionado las acciones y posturas de Green Day, Tom Morello, Kneecap y Bob Vylan.
Durante la presentación de Green Day en Coachella 2025, la agrupación cambió la letra de ‘Jesus of Suburbia’ de “Escapando del dolor cuando has sido victimizado” a “Escapando del dolor como los niños palestinos”. Luego de enterarse, Draiman acudió a sus redes sociales para “invitar” a Billie Joe Armstrong a escuchar “el lado israelí/judío de la guerra”, aunque no recibió respuesta. Hay casos como este en el que el frontman de Disturbed ha mostrado su disposición para conversar, pero en un tono que parece paternalista y condescendiente. Este no fue el caso con Morello y Kneecap.
Así como Green Day, el trío irlandés de rap aprovechó su presentación en Coachella para enseñar el mensaje “A la mierda Israel”, una acción que conllevó a la cancelación de varios de sus shows en Alemania. Semanas más tarde, el legendario guitarrista de RATM declaró en una entrevista que el grupo era la “Rage Against the Machine de esta generación”. “No son terroristas. Lo que hacen con su arte es lo que la gente probablemente podría hacer más en su vida: decir la verdad ante el poder”, manifestó. “Lo que sí es terrorista son las muertes de 20.000 niños palestinos. Esa es la historia, no unos raperos irlandeses a quienes no les gusta lo que está pasando”. Draiman no se quedó callado, y señaló de “vergonzosos” los comentarios de Morello. “Desearía poder decir que me sorprendió. Supongo que mi familia no importa cuando se trata de un ‘amigo’ que aclama a quienes apoyan el terror e incitan el odio a los judíos”, publicó en X. Kneecap le contestó con otro post en donde recalcaba que no le importaba la religión de las personas, pero aseveraba: “Sonreír mientras firmas bombas que asesinan niños y familias te hace un completo imbécil”. La publicación estaba acompañada de la foto del cantante en su visita al IDF.
La situación con Bob Vylan fue similar. El dúo de punk rap dijo ante el público de Glastonbury: “Muerte al Ejército israelí”, una declaración que le trajo consecuencias como la revocación de su visa estadounidense y la cancelación de numerosos shows de la que iba a ser su próxima gira. Esta vez, Draiman compartió un video diciendo que los comentarios fueron “desagradables” e “irresponsables” pues ya que el servicio militar en Israel es obligatorio, el grupo estaba pidiendo “la muerte de la mayoría de judíos del mundo”. Bob Vylan luego aclaró que su clamor no era por la muerte de los judíos, los árabes ni ninguna otra población, sino por el desmantelamiento de la maquinaria militar.
Sus redes sociales como arma de defensa
Todas estas respuestas y demás reacciones Draiman las ha hecho públicas mediante sus cuentas de Instagram, Facebook y X, sitios en donde constantemente comparte propaganda israelí, desinformación y mensajes en apariencia inofensivos, pero que en últimas siguen defendiendo el régimen ocupacionista en territorio palestino.
En varios posts, el músico ha recalcado que es partidario de la coexistencia entre palestinos e israelíes y ser defensor de la paz, no sin antes erradicar a Hamás. También se ha mostrado partidario de “reformar” y “desradicalizar” a la población palestina para que dejen de “enseñarles a los niños a odiar y matar judíos para su salvación”. Esta última afirmación ha sido difundida por organizaciones que acusan a la educación en Palestina de antisemitismo, pero ha sido desmentida por las autoridades palestinas.
La fotografía del cantante firmando misiles del IDF con la frase “A la mierda Hamás” no ha dejado de rondar en Internet, y a principios de este año el músico se refirió a ello repitiendo el mismo mensaje de la coexistencia y la paz. En un segundo menciona las muertes de miles de niños palestinos, pero solo lo hace para negar que las Fuerzas de Defensa de Israel estén bombardeando civiles. “Asumir que esa artillería asesinó niños es desagradable. Esa es la narrativa que los del otro lado quieren meterles en la cabeza, que cada uno de los misiles y acciones hechas han sido dirigidos hacia niños. Eso es una patraña. Apoyo la paz y la defensa de mi gente, nunca me disculparé por eso”, dice en el clip.
Hasta el momento, desde los ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023, el Ministerio de Salud de Gaza ha registrado más de 60.000 muertes de ciudadanos palestinos no afiliados al grupo terrorista a manos del Ejército de Israel. Se calcula que cerca de 15.000 correspondan a niños. A su vez, muchas de estas muertes se han dado directamente en atentados cerca de hospitales y puestos humanitarios, otras se han dado a causa de las heridas y/o la inanición, siendo los menores de edad los más afectados por la malnutrición.

Rescatar los vestigios de lo alternativo
Mientras decenas de artistas son censurados por hacer un llamado a detener el baño de sangre, personajes como David Draiman, que respaldan acciones violentas e indiscriminadas, continúan ofreciendo shows en diferentes partes del mundo y son invitados a importantes eventos. Resulta irónico entonces que el músico haya sido incluido en la despedida de una banda que en los 70 escribió el himno antiguerra ‘War Pigs’ (Sharon Osbourne es otro asunto).
Artistas nefastos en el mundo del rock han existido desde siempre, pero con el retorno de las posturas de ultraderecha camufladas de nuevas juventudes alternativas, se hace más necesario que nunca cuestionarse hasta qué punto se puede seguir llenando los bolsillos de quienes difunden odio, especialmente en una escena musical que siempre ha tenido un trasfondo político.