‘Pasa a la siguiente batalla, no te rindas’: P.T. Anderson y Leo DiCaprio sobre Una batalla tras otra

“Quisiera una Coca, con hielo”, dice Paul Thomas Anderson, dirigiéndose al mesero que está frente a su mesa.

“Y yo quisiera una Coca, con hielo”, repite Leonardo DiCaprio, enfatizando tanto las palabras que el reconocido cineasta sentado a su derecha empieza a reír de inmediato mientras el mesero se retira.

Anderson se vuelve hacia la estrella ganadora del Oscar, que ha sobrevivido en pantalla a feroces ataques de osos y desastrosos naufragios de transatlánticos, y, con la voz de un niño de 12 años del Valle de San Fernando, suelta: “¡Quiero una Coca de McDonald’s, con hieeelo!”

“¡Hieeelo crujiente!” —originalmente dice “Crunch-yyy ice!”—, responde DiCaprio, sonando igual de preadolescente, y ambos estallan en carcajadas.

“Espera, ¿ya empezamos?”, dice Anderson, notando de repente la luz roja en mi grabadora. Se recompone, más o menos. “OK. Bien. ¿Qué quieres saber?”

A finales de los años noventa, Anderson y DiCaprio estuvieron a punto de trabajar juntos en la segunda película del director, Boogie Nights: Juegos de placer. Pero Anderson terminó dándole el papel a Mark Wahlberg. El actor se fue a hacer Titanic. El resto es historia. Aun así, durante las últimas décadas, estos dos miembros de un club mutuo de admiración seguían prometiéndose colaborar de alguna manera. (“La pregunta no es: por qué pensarías en Leo para un papel”, dice Anderson en cierto momento. “Es: ¿por qué no pensarías en Leo? ¿Quién no piensa en él cuando está haciendo algo?”)

Ahora, con Una batalla tras otra, el dúo ha cumplido su promesa y ha producido una película divertida pero tensa, épica pero íntima, y un comentario sobre un momento contemporáneo caótico de la historia estadounidense que logra evitar ser explícitamente político. Una historia sobre un exmiembro (DiCaprio) de un grupo revolucionario llamado los French 75 que vive prófugo —y debe rescatar a su hija adolescente cuando desaparece, debido a que su pasado lo alcanza—, la cinta de Anderson toma numerosos elementos de la novela Vineland (1990) de Thomas Pynchon. Pero no es una adaptación más de lo que es una sátira pura (a pesar de añadir una sociedad secreta al estilo masón llamada el Club de los Aventureros de Navidad) ni un thriller. Esta mezcla inclasificable de comedia absurda, drama familiar y secuencias de tensión nerviosa es una criatura completamente propia. También es, sin duda, brillante.

Y aunque Battle presume de un elenco estelar que incluye a Sean Penn como un coronel militar supremacista blanco, Teyana Taylor como una radical armada con ametralladora, Regina Hall como una operadora clandestina, Benicio del Toro como un sensei de artes marciales y la debutante Chase Infiniti como la joven que está desaparecida, la película es, en realidad, un producto del vínculo creativo entre el director y su estrella cuyo nombre encabeza el cartel.

También te puede interesar: Una batalla tras otra es un acto de resistencia —una obra maestra implacable

A lo largo de dos conversaciones —una durante una sesión de preguntas y respuestas posterior a la proyección, y otra durante una charla de una hora al día siguiente en un restaurante del centro de Manhattan, acompañada de Cocas con hielo—, Anderson y DiCaprio hablaron sobre su amistad, su primer encuentro (involucró un LaserDisc), la deuda que tienen con su difunto amigo Adam Somner (el productor y asistente de dirección que murió el año pasado de cáncer de tiroides), su amor por los personajes femeninos fuertes, por qué consideran a River Phoenix el más grande de todos los tiempos, y mucho más. Esta entrevista ha sido condensada y editada para mayor claridad. Habrá spoilers.

Has estado trabajando en este proyecto, intermitentemente, por un tiempo.

Anderson: Más de lo que me gustaría admitir —es un poco vergonzoso. Pensé en hacerlo después de El hilo fantasma, y ya había hablado con Leo en ese entonces… pero no lograba encontrar a alguien para interpretar a [la hija] Willa. Luego me obsesioné con hacer Licorice Pizza, porque los chicos que conocía en ese momento tenían la edad perfecta para esa historia. Eventualmente, mi productor y asistente de dirección, Adam Somner, me dijo: “Bien, ya basta, es momento de hacer esta película”. Sabes, por mucho que haya tardado, tardó lo que tenía que tardar. Siento que la espera valió la pena.

¿Por qué esta película no solo se sintió como el proyecto correcto para ambos, sino también como el adecuado para hacer ahora?

Anderson: Tal vez él había crecido justo para este papel. Tal vez yo había madurado lo suficiente para finalmente entender cómo escribirlo. Solo sé que sentí que este era el proyecto correcto para colaborar.

Ustedes casi trabajaron juntos al inicio de sus carreras, y en varias ocasiones hablaron por separado de querer hacerlo. Antes de que volvieras a acercarte a Leo después de El hilo fantasma, ¿era un tema recurrente de conversación? Algo como: “Oye, ¿cuándo vamos a encontrar el proyecto correcto?”, etc.

Anderson: Tendría que pensarlo… ¿Nos veíamos mucho?

DiCaprio: No coincidíamos tanto. Pero teníamos muchos amigos en común, y a veces charlábamos después de una proyección. Según recuerdo, insinuabas que había algo que podría surgir y funcionar, y esas conversaciones terminaban derivando en alguna decisión más formal.

Anderson: Lo llamé en un momento y le dije: “Tengo algo, no estoy seguro todavía de qué es…” Luego, cuando Licorice Pizza resultó ser lo siguiente, lo volví a llamar y le pregunté: “¿Me das el número de teléfono de tu papá?” [Nota: Ese es George DiCaprio interpretando al vendedor de camas de agua en Licorice Pizza.]

DiCaprio: Es por eso que le estoy tan agradecido a Adam. Había trabajado con los dos antes [en películas distintas] y dijo: “Miren, sé que siempre han querido hacer algo juntos, tienen que hacerlo ahora.” Él lo hizo posible.

¿Qué creen que vio Adam en cada uno de ustedes para decir eso?

Anderson: Es muy difícil de describir. Quiero decir, él sabía muy bien cómo me gusta trabajar y qué me atraía, y también sabía muy bien cómo trabajaba [Leo] y qué lo atraía a él. Sabía que había una admiración y respeto mutuos. Pero Adam estaba ahí para decir: “Se los aseguro, les va a encantar. Van a tener una gran experiencia trabajando juntos.”

DiCaprio: Creo que él sabía que yo no me sentiría como una pieza más de una máquina en el set de Paul, lo cual… no soy muy fan de eso. Y que tendríamos el espacio para descubrir cosas y jugar un poco.

Leo, una vez que supiste que esto realmente iba a suceder, ¿qué tipo de investigación empezaste a hacer para interpretar a tu personaje, Bob?

DiCaprio: Leí Days of Rage, un gran libro [de Bryan Burrough] sobre la clandestinidad radical de los años sesenta, y eso me dio una idea de quién era este personaje, Bob. Pero lo que realmente me ayudó fue ir a Eureka, un pequeño pueblo en el norte de California, para entender esa cultura de gente en entornos aislados. Fue como: “OK, ahora entiendo cómo habría cambiado. Veo cómo pudo haber modificado su visión del mundo, incluso si su paranoia sigue ahí.” Pensé: “Oh, aquí hay toda una comunidad de personas como Bob”. Están escapando de la sociedad, y lo que llaman “hipnecks”: mitad hippies, mitad rednecks.


“Somos algo libertarios, pero apoyamos los derechos trans. Solo no nos cobren impuestos”.


DiCaprio: “No se metan con nosotros, pero también somos woke”. [Ríe.] Sí, así es.

Anderson: Leo es un gran colaborador, pero tiene esta cosa molesta que hace cuando dice: “Mira, yo no soy escritor, pero…” [Ríe.] Y normalmente es la introducción a: “Tengo algunas ideas sobre todo lo demás” — ¡y son buenas ideas!

Hablemos un segundo del look de Bob. ¿Cómo llegaron a esa combinación de bigote, bata y coleta estilo samurái?

DiCaprio: En serio, esta es probablemente la película en la que más he hablado sobre la apariencia de un personaje.

Anderson: ¿En serio?

DiCaprio: ¡Sí! De Niro siempre habla de los zapatos de un personaje, ¿no? Esa es una de sus formas de entrar. Pero esto era como el traje de superhéroe de Bob. La bata era su capa. Y hubo muchas iteraciones sobre cómo se vería Bob al integrarse en esa comunidad. Su bigote seguía igual, pero luego entró en juego la bata. En un inicio iba a ser un poncho…

Anderson: ¡Cierto!

DiCaprio: Pero en cuanto viste la bata, recuerdo que dijiste: “Eso es. Te vas a quedar con eso”. Y después, no sé por qué, pero tuve esta visión de esos lentes ortopédicos que se colocan sobre los lentes normales —creo que era un elemento de ciencia ficción, como de Star Wars. Le daban a Bob la sensación de que se estaba desvaneciendo, aunque en realidad lo hacían ver mucho más llamativo.

Anderson: Cuando me mandaste esa foto pensé que estabas en el oftalmólogo. Me mandó una foto con esos lentes puestos, y de repente me atraganté con mis malditos cornflakes. Además, tomas ese atuendo y encima el tipo vapea. Es perfecto. Quiero decir, alguien vapeando ya de por sí se ve ridículo. [Pausa dramática.] Te estoy viendo a ti, Leo. [Ríe.] Pero un tipo que es medio revolucionario y además vapea… eso es jodidamente gracioso.

Merrick Morton/ Warner Bros

¿Qué fue lo que vieron en Chase Infiniti para pensar, después de una larga búsqueda para interpretar a Willa, que ella era la indicada?

Anderson: Me recordó a mis hijas. Sentí que era alguien que podría ser amiga de mis hijas, y simplemente conecté con ella como ser humano. Además, tiene un talento increíble, una verdadera sensibilidad emocional y las habilidades físicas para hacer todo lo que debía en la película. Pero, en realidad, más allá de eso, lo que quería era pasar un año trabajando con ella.

DiCaprio: Tenía que tener esa cualidad única que creo que Paul estaba buscando: una mezcla de resiliencia, dureza e inocencia. Quiero decir, estaba dispuesta a darlo todo para que las escenas de acción se vieran realistas, y también tenía esa fuerza interior. Pero en los talleres, realmente sentías: “Dios, tengo que proteger a esta joven a toda costa.” Toda la película se sostiene en ese sentimiento.


“No aguantar mierda” y “ser vulnerable” es una combinación difícil de lograr.


Anderson: Exacto.

Quién tuvo la idea de incorporar a Teyana y darle el papel de la líder de los French 75, Perfidia Beverly Hills?’

Anderson: Creo que¿fui yo? Sentía que Perfidia debía sentirse como la protagonista, la heroína de la película. Ya sabes, Leo puede estar, Sean puede estar, todos estos actores reconocidos pueden estar, pero ves a Teyana y piensas: Esa es la estrella de la película. Quería que el público sintiera que esta es, en realidad, una película sobre una revolucionaria negra. “Bueno, ahí está Leo, con un montón de explosivos en una carretilla, pero ¿qué está haciendo ella?” Funciona como una especie de distracción. Es la primera persona que ves en pantalla, nuestra puerta de entrada a la historia, y porque es Teyana, inmediatamente atrapa al público. Y luego la ves, con todo ese estilo, de repente teniendo que ponerse a la defensiva. Fue un reto emocionante crear este cortometraje alargado que es la saga de Perfidia, donde, ya sabes, el tipo que en cualquier otra película sería “Extra No. 6” es el que termina sobreviviendo y con el ganso de los huevos de oro. Esa fue una estructura divertida con la que jugar.

Mucha gente se pregunta: qué podemos hacer para luchar contra este momento extraño y jodido de la historia estadounidense. Y One Battle After Another sí ofrece una especie de respuesta, que es: cuida de tu comunidad y de los tuyos.

DiCaprio: Sí, estoy de acuerdo.

Anderson: Creo que lo que he notado en estas dos semanas desde que empezamos a mostrar la película es que, ya sabes, quizá no está de moda hacer una película optimista en este momento. Ese fue un riesgo. Lo que está de moda es estar malhumorado o algo así. Pero la película tiene una veta de optimismo. Eso espero, al menos, porque yo me siento así. Quiero decir, tengo cuatro hijos. Más me vale ser jodidamente optimista.

Es curioso, porque en una proyección en el Directors Guild, con Steven Spielberg moderando el Q&A, él dijo: “No sabía si iba a pasar algo terrible cuando el padre por fin se reencontrara con la hija. No confío lo suficiente en ti ni en tus historias, porque pueden irse a lugares tan salvajes que pensé que quizás iba a suceder algo horrible.”

¡No es como si hicieras esas películas deprimentes al estilo de Michael Haneke, Paul!

Anderson: Cierto. Pero aun así lo tomé como un cumplido. [Ríe.]

Anderson dirigiendo a DiCaprio y Del Toro en Una Baralla tras otra
Merrick Morton/ Warner Bros

Ahora que ambos están en sus cincuenta y llevan décadas haciendo esto, ¿cómo ha cambiado su motivación respecto a lo que quieren hacer creativamente y dónde quieren poner su energía, comparado con cuando lo hacían en sus veintes?

DiCaprio: Cuando era más joven, había esta sensación —quizá tú también la sentiste, Paul— de haber ganado la lotería. Era muy como: “No puedo creer que esté trabajando en esta industria y que pueda tomar decisiones por mí mismo.” Y tienes ese ritmo frenético. Pero ahora, ya sabes, creo que al envejecer me he vuelto incluso más… no quiero decir selectivo, pero tienen que juntarse todos estos componentes para hacer una película y esperar que no solo funcione, sino que perdure, aunque no haya garantías de ninguna de las dos cosas.

Anderson: No es que me sienta diferente en cuanto a la chispa, o la lucha por hacer tu película, o la emoción de todo. Es más bien que ahora lo que más valoro y me entusiasma es la amistad, la camaradería y la colaboración que sucede cuando haces el trabajo. Eso es lo que me levanta de la cama por la mañana. Ya sabes, quizá cuando empiezas sientes más que has ganado la lotería. Pero ahora, la alegría de hacer la película en sí misma es mucho más profunda y fuerte. Y particularmente el camino de esta película, por Adam y lo que ocurrió [Somner murió el 29 de noviembre de 2024; la película está dedicada a él], sin duda iluminó lo afortunados que somos de tener a este grupo de personas haciendo una película juntos. Quiero decir, sin sonar totalmente ridículo, sí, siempre intentas hacer algo grandioso. Pero fácilmente podrías decir: “Si sale bien, genial; si no, OK, al menos la pasamos jodidamente bien. Estuvimos juntos.”

Esa es una buena actitud para tener.

Anderson: Mira, no sé si soy exactamente tan zen todo el tiempo. [Ríe.] Pero ir a trabajar cada día con Adam en particular, mientras estaba enfermo, y apreciar cada momento e intentar absorber cada cosa… eso te hace realmente contar tus estrellas de la suerte y valorar la alegría de colaborar. Pero también creo que hay un pequeño problema con tu pregunta.

¿Cómo así?

Anderson: Porque estás asumiendo que esto no es una adicción, ¿sabes? No es realmente trabajo. Es una adicción al amor por esto que hacemos. Hacer películas —se convierte en comida y bebida para ti. No hay escape.

DiCaprio: Volviendo al inicio de nuestra conversación, esta mañana pensé en cuando conocí a Paul y hablábamos de quizá hacer Boogie Nights juntos. No sé si lo recuerdas, Paul, pero nos conocimos en la casa de mi madre, y llegaste con…

Anderson: … un LaserDisc de El toro salvaje  .

DiCaprio: ¡Sí! ¡Lo recuerdas! Y estábamos hablando de cómo crear lo que este personaje sería en el mundo del porno. Y yo pensaba: “Esto suena increíblemente fascinante. Esto suena tan emocionante y aterrador.” No ocurrió, pero ha sido genial ver cómo se desarrolla todo en su carrera, y sentí que esto era una especie de cosa rara que eventualmente iba a pasar. Yo deseaba que pasara. Esa película [Boogie Nights]… no sé por qué, pero definió el cine para mi generación en muchos sentidos, y desde entonces hemos estado hablando como amigos, y finalmente esto pudo suceder.

¿Podemos hablar de esa escena final de persecución en las colinas? ¿Dónde la filmaron?

Anderson: Nos movimos desde el extremo, más al norte, hasta, el extremo más al sur de California; esas colinas están cerca de la frontera con Arizona. Sabíamos que teníamos que llevar a nuestro torpe héroe hacia nuestra verdadera heroína, que es Willa. Estamos en la carretera, hay una persecución en auto con una tercera persona siguiéndolos, y teníamos esa dinámica. Y fue simplemente por la suerte de los dioses del cine que encontramos estas colinas onduladas increíbles. Si pones tu teléfono en el tablero de tu auto, te das cuenta de lo aterrador que se vuelve ese punto de vista: vas manejando a 85 millas por hora y no puedes ver qué hay al otro lado de la colina, ni puedes ver qué hay detrás de ti la mayor parte del tiempo. Así que, de algún modo, esa locación nos reveló la escena a nosotros mismos durante la búsqueda, y fue una gran idea.

DiCaprio: Tuvimos muchas conversaciones sobre lo que iba a pasar en ese momento final. Había un montón de opciones sobre la mesa.

Anderson: Sí, bueno, yo me estaba saltando ese fragmento en particular de la historia. [Ríe.] Creo que hicimos una versión en la que, en cuanto se veían, se abrazaban, y lo vimos al día siguiente en los dailies —las tomas grabadas durante un día de rodaje que se revisan al día siguiente—. Y pensé: espera, aquí hay más.

DiCaprio: ¿Lo volvimos a hacer?

Anderson: Sí. Lo regrabamos, y creo que lo que conseguimos es mucho más sólido. Crear la situación para Willa, donde finalmente puede tomar control de una situación —darle la vuelta, ser la agresora, tomar ventaja— se volvió algo muy emocionante para nosotros. Después, lo siguiente era simplemente: ¿quién mata a quién, y cómo? ¡Alguien tenía que disparar y alguien tenía que salir de ahí! [Ríe.] Durante la exploración de locaciones y los ensayos, descubrimos que el gran momento era que [Willa] quedaba en la posición de pagar por los pecados de su madre y su padre. Y lo siguiente que pensamos fue: “Bueno, si ella sabe quién es, la gran pregunta [para Bob] es: ¿Quién demonios eres tú?” Y la respuesta es…

DiCaprio: “Soy tu papá”.

Anderson: “Soy tu papá”. Este tipo de cosas surgieron de estar ahí afuera, practicando, jugando y descubriendo cosas con ellos. Da un poco de pena admitirlo, pero cuando arrancamos la película, no teníamos eso claro. Pero habíamos filmado lo suficiente y conocíamos lo suficiente a los personajes como para saber que algo tenía que pasar, y tuvimos la suerte de encontrar lo que creo que es una solución fantástica.

DiCaprio: Esa apertura a hacer preguntas y proponer cosas nuevas fue lo que hizo que filmar esto fuera una experiencia tan distinta. Por eso, cuando Benicio llegó… Mira, Paul llevaba mucho tiempo trabajando en esto, había muchas piezas en movimiento y muchos niveles. Llevábamos como tres meses de rodaje cuando apareció Benicio, y de inmediato trajo un montón de ideas. La energía cambió. De repente, era como si [del Toro] y yo estuviéramos en una road movie de Cheech & Chong durante una semana. [Ríe.] En otros sets sería como: “Ya llevamos mucho con esto”. Con Paul era más: “OK, ustedes ya entienden a estos personajes. Veamos qué pasa.”

Anderson: Había la sensación de que la película podía haberse ido en una dirección más oscura, y eso no nos terminaba de convencer a ninguno de los dos. Y cuando Benicio entró y vi cómo interactuaban sus personajes, fue como: aquí hay otra opción. Se sentía mejor. Tenía más sentido.

Leo, hay un momento desgarrador en el que tu personaje habla de no poder peinar a su hija. Y el personaje de Benicio dice: “No te me pongas oscuro, Bob.” Esa es la relación ahí mismo. Él es el tipo que lo mantiene atado al presente.

DiCaprio: Esa línea sobre el pelo viene del papá de Maya, ¿cierto?

Anderson: Sí. Quiero decir, no es un secreto que Maya [Rudolph, mi pareja] perdió a su madre [la cantante Minnie Riperton] cuando era muy joven. Y su padre realmente batalló, como papá soltero, para peinarla. Porque, ya sabes, puedo decirte: como padre de niñas mestizas, es casi imposible para mí peinarlas siendo un hombre blanco. Esa fue una experiencia que me marcó como padre, y sabía que había sido un reto tanto para ella como para él. Esa es una línea muy personal para mí.

Leo, mencionaste antes Days of Rage de Bryan Burrough…

Anderson: Lo grandioso de ese libro es que no solo es muy completo sobre esa época y está muy bien escrito. [Burrough] hace algo fantástico al final, en las últimas cinco o seis páginas, donde entrevista a los hijos de esos revolucionarios y a los hijos de policías muertos a manos de esos grupos. Habla con hombres y mujeres de 30 o 40 años que crecieron sin padres por culpa de esto, y fue una forma increíblemente conmovedora de cerrar ese tipo de historia. Es un libro muy bien reportado, pero el hecho de que lo termine con tanto corazón y humanidad… eso fue una gran influencia.

¿Hubo otros referentes que ustedes dos tomaron como punto de inspiración aquí?

Anderson: Quiero decir, siempre es buena idea volver a ver The Battle of Algiers, aunque solo sea como un ejercicio cinematográfico para entusiasmarte. Y claramente teníamos nuestra propia especie de Batalla de Argel en la gran secuencia de Benicio, donde están esos túneles subterráneos y esa persecución, toda la acción que ocurre ahí dentro.

DiCaprio: Un lugar en ninguna parte de Sidney Lumet fue la otra gran referencia.

Una gran película sobre vivir en la clandestinidad y radicales agotados, sí.

Anderson: Hay una escena en la que [el personaje interpretado por] Christine Lahti tiene que ir a ver a su padre y pedirle que se haga cargo de su hijo. Él le dice: “Mira, la última vez que te vi me llamaste cerdo fascista. Esto sí que es bueno, ¿no?” Y luego, al final, cuando ella se empieza a levantar, él la alcanza con la mano… Dios, me mata. Me saca lágrimas solo pensar en esa escena. Ves su perspectiva, lo destrozado que está por lo que ella le hizo. Y ves la perspectiva de ella, que era: yo tenía jodidos 18 años. Quería cambiar el mundo, solo era una maldita niña. Y, sin embargo, los pecados que la persiguen ahora se transmiten a sus hijos.

DiCaprio: Y River Phoenix en esa película…

Anderson: Podríamos dedicarle todo un maldito capítulo de esta entrevista. [A Leo:] Quiero decir, hablo por ti y por mucha otra gente cuando digo que él era un héroe. Era lo suficientemente mayor que el resto de nosotros, y fue como una luz guía con sus interpretaciones y sus decisiones.

Esa película plantea una de las mismas preguntas que plantea la suya, que es: ¿cómo te comprometes con una causa sin terminar quemado?

DiCaprio: Por eso Days of Rage fue tan importante para mí, para ser honesto. Ese libro te da un verdadero sentido del extremismo político de esa gente, así como de la culpa que sentían por matar a personas que en realidad eran muy parecidas a ellos. Para mí, la pregunta siempre fue cuánto cambió Bob en esos 16 años, de joven revolucionario a alguien agotado. Y para mí, la respuesta siempre fue: muchísimo. La otra película que no dejaba de ver mientras hacíamos esto fue Tarde de perros. En parte por la interpretación de Al Pacino, porque ahí está al límite todo el tiempo, y en parte por las escenas de las llamadas telefónicas.

Anderson: ¡Ese es el punto más alto del cine de llamadas telefónicas, amigo! [Ambos ríen.] Pero, yendo a tu punto, ya sabes, ¿cómo no rendirse? Ya sea que hables de cosas grandes, de encontrar una batalla tras otra por el estado de nuestro mundo, o que hables de las batallas diarias, desde levantarte por la mañana, ponerte el abrigo, llevar a tus hijos a la escuela, cepillarte los dientes y pegarte en el dedo del pie. Quiero decir, ese es el trabajo. Sí, pelea esas batallas diarias. Sé amable. Mantén la cabeza baja. Pasa a la siguiente lucha, pero no te rindas.

Get started

If you want to get a free consultation without any obligations, fill in the form below and we'll get in touch with you.