Nekajui: lujo salvaje y alma ancestral en la costa más secreta de Costa Rica
Todo empieza con el silencio. Un silencio vivo, lleno de aleteos, respiraciones, murmullos del viento y el crujir de las hojas bajo los pasos de un venado. Es un silencio que no asusta ni impone: abraza. Así recibe Nekajui, a Ritz-Carlton Reserve, el nuevo santuario oculto entre la selva y el mar en la Península Papagayo de Costa Rica, un destino que no se visita —se habita.
Nekajui significa “jardín exuberante” en chorotega, el idioma de los pueblos originarios de Guanacaste. Y no es casual. Todo en este lugar fue concebido para honrar ese linaje natural y cultural. Ubicado entre 1,400 acres de bosque tropical seco y rodeado por el Área de Conservación Guanacaste —un Patrimonio Mundial de la UNESCO de más de 400,000 acres—, el resort no es solo un escape: es una comunión.
Aquí no hay torres de concreto ni lobbies chillones. Hay puentes colgantes sobre el dosel del bosque, suites que parecen flotar entre árboles, tiendas glamping que rinden homenaje a los animales que habitan el entorno y residencias privadas donde la arquitectura se diluye en el paisaje.

El lujo, redefinido
Nekajui propone un nuevo tipo de lujo: uno que no grita, sino que susurra. Un lujo que no impone, sino que escucha. Las 77 habitaciones, 27 suites, tres tiendas de campaña tipo glamping y la Grand Villa de cuatro habitaciones fueron diseñadas con un respeto casi reverencial por el entorno. Balcones que se abren al océano o al bosque, duchas al aire libre bajo las estrellas, piscinas privadas escondidas entre la vegetación y materiales locales que conversan con el territorio.
Las Residencias Ritz-Carlton Reserve, por su parte, ofrecen un tipo de exclusividad que no depende del mármol ni del oro, sino de la armonía con la tierra. Son penthouses y villas familiares construidas con sabiduría local y visión contemporánea, para quienes buscan una segunda casa o una primera vida.
Incluso el desplazamiento en Nekajui responde a una filosofía sostenible y consciente: bicicletas eléctricas gratuitas, senderos que cruzan la península de punta a punta y un sistema de escaleras naturales con más de 3,000 peldaños entre playas. Caminar aquí no es un medio para llegar: es el destino mismo.


Lulu Elízaga: la alquimia del sabor
Pero si hay un corazón latiendo con fuerza en Nekajui, esa es su propuesta gastronómica. Al frente está Lulu Elízaga, chef ejecutiva originaria de México, cuyo enfoque combina la precisión de la alta cocina internacional con la intuición profunda de los ingredientes locales. Su cocina no solo alimenta: cuenta historias.
Con más de una década de experiencia en América Latina, Europa y Estados Unidos, Elízaga ha desarrollado una visión que trasciende la estética y la técnica. Trabaja codo a codo con productores artesanales, prioriza ingredientes de temporada y crea menús que reflejan el alma del territorio. “El lujo está en lo que no se puede replicar”, dice. Y en Nekajui, cada plato es irrepetible.
El resort alberga restaurantes como Puna, un concepto del chef Diego Muñoz que reinterpreta la cocina peruana con sofisticación salvaje; Café Rincón, donde el cacao y el café de Costa Rica se viven desde el grano hasta la taza o la barra de chocolate; y Ámbar, un bar de atardecer con vista a la Bahía Pochote que muta según la hora y el clima.

El Beach Club Niri, accesible por funicular, propone una experiencia entre grutas privadas, vinos naturales y sabores ibéricos junto al sonido constante del mar. Y La Casona, en el corazón del resort, funciona como punto de partida y regreso: allí inician y terminan los días, con cocteles botánicos que saben a tierra y cielo.
Nimbu Spa: volver al cuerpo, volver al origen
En un mundo que corre, Nimbu Spa invita a detenerse. Inspirado en la fluidez y poder del agua, este santuario de bienestar está diseñado para reconectar desde la esencia. Aquí, los tratamientos no son rutinas: son rituales. Desde inmersiones en agua fría y caliente hasta ceremonias con cacao y piedras volcánicas, todo está pensado para limpiar, equilibrar y renovar.
El spa se ubica al aire libre, rodeado de vegetación, viento y luz natural. No hay muros entre el cuerpo y la selva. Porque la curación, en Nekajui, es también volver a recordar que somos parte del todo.

Naturaleza como maestra
Nekajui no es un resort “al lado” de la naturaleza. Es la naturaleza. El programa The Explorers permite a los visitantes vivir experiencias ecoaventura dentro de la Reserva Palmares: tirolesas entre árboles centenarios, caminatas por senderos silvestres, expediciones en bicicleta, avistamiento de aves y recorridos multiaventura. El programa Surf X ofrece clases y travesías personalizadas para quienes buscan cabalgar las olas en escenarios vírgenes y seguros.
¿Golf? Sí, pero distinto. El campo de 18 hoyos, con vistas al océano en 14 de ellos, ha sido certificado como santuario Audubon por su compromiso con la biodiversidad. Jugar aquí es meditar en movimiento. También hay canchas de tenis y pickleball, gimnasios al aire libre y rutas para recorrer la península como quien explora un mundo aún no conquistado.
Nekajui no se deja definir por estrellas ni categorías. Es una experiencia sensorial, espiritual, cultural. Es una declaración de principios en un mundo saturado de estímulos: aquí, lo importante no es cuántos likes genera tu viaje, sino cuán profundo lo viviste.
Es un lugar donde el tiempo se dilata, donde el lujo ya no es exceso sino conciencia, y donde el visitante deja de ser turista para convertirse en testigo. Porque este “jardín exuberante” no es solo un destino para vacacionar, sino un espacio para recordar qué significa estar verdaderamente vivo.