Musicians On Musicians: Eladio Carrión & Kapo
En una sala donde la música parece quedar suspendida en el aire, Eladio Carrión y Kapo se encuentran para hablar desde un lugar poco habitual: la raíz humana detrás del artista. Lo que comienza como una charla sobre deportes y oficios diferentes -desde nadar hasta pelar tanques en un hostal- pronto se convierte en una exploración íntima de los caminos que los llevaron a la música. Ambos recuerdan los años en los que el escenario era un sueño improbable, y la disciplina casi una obligación silenciosa que les enseñó a avanzar incluso cuando nada parecía moverse.
A lo largo de la conversación se revela algo que los conecta más allá de los géneros o las geografías: la persistencia. Eladio recuerda su transición de deportista a comediante y, finalmente, a músico. Un recorrido lleno de riesgos, dudas y la necesidad de encontrarse a sí mismo. Kapo, por su parte, repasa el largo trayecto desde una gasolinera en la carretera hasta los conciertos en otros países, pasando por tabernas, covers y trabajos ásperos que lo empujaron a buscar en la música no solo un escape, sino un destino.
Entre risas, confesiones y reflexiones, surge una visión compartida: la música urbana ya no es una frontera sino un territorio abierto, donde la honestidad pesa más que la forma y donde el público está dispuesto a escuchar algo distinto si tiene alma. Eladio y Kapo hablan de vulnerabilidad, responsabilidad y legado, conscientes de que sus historias pueden resonar en otros que también empiezan desde cero. Es un diálogo donde dos artistas, desde realidades distintas, se reconocen en la misma pulsión: hacer canciones que cuenten quiénes son y hacia dónde quieren ir.
Eladio: Antes de hacer música, yo nadaba; estaba en otro mundo. ¿Tú hacías deporte?
Kapo: Yo jugué y acabé en el fútbol, pero mi mamá casi no me dejaba jugar.
Eladio: Aquí, en Colombia, tienes que saber jugar fútbol; es como en Puerto Rico: tienes que saber jugar baloncesto sí o sí.
Kapo: Pero con el tiempo, dejé de jugar. Lo que hacía era buscar trabajo, trabajar en lo que fuera para ganar dinero. Así empezó mi carrera musical, porque eso era lo que me gustaba. Cuando empecé, cantaba en tabernas de muleros. Cantaba a capela. Me daban unas moneditas y ahí me di cuenta que por ahí iba la cosa.
Eladio: Pasé por varias etapas. Te digo, yo nadaba. Primero probé la vida de deportista. Es una vida muy chévere, esa etapa fue muy importante. Me la pasé genial en mi etapa musical, pero mi etapa como deportista…
Y sí, es cabrón estar frente a un montón de gente cantando tu música, es un tipo de emoción, pero eso debe ser como lo que siente un jugador al meter un buzzer beater o un gol en el minuto 91. Yo, cuando batía un récord de natación, me subía al carril y metía el puño en el agua. Es una emoción que no puedes contener. Es algo muy diferente.
Son cosas que… las dos se sienten bien. Primero el deporte y después nos fuimos a la comedia.
Kapo: ¿Cuánto tiempo nadaste?
Eladio: Yo nadaba, nadaba en serio. Los nadadores suelen empezar muy jóvenes, a los seis años; yo empecé tarde, a los 10, pero era muy bueno. Hice mi primera selección a los 11 o 12. Nadé durante unos ocho años. Nunca llegué a mi peak. Me retiré pronto. Me encantaba, me fascinaba, pero nunca me destaqué. Pero, al final, la música siempre estuvo antes que todo.
Kapo: Estudié comunicación social. No quería quedarme haciendo entrevistas; yo quería ser el que las daba.
Eladio: ¿Tocabas instrumentos o no?
Kapo: No, no. Siempre quise aprender guitarra y nunca pude.
Eladio: Mi vida musical empezó con eso: aunque hiciera muchas cosas, la música siempre era lo primero.
Kapo: Uno era lo que fuera: cantante, músico… pero siempre hacía música. Trabajaba en lo que fuera, pero siempre cantaba. Siempre, siempre. Y escribía. Siempre escribí.

Eladio: Yo escribía poemas. Me encantaba. Pero nunca tuve una voz “bonita” para cantar. Me gustaba escribir poemas y me visualizaba en la tarima desde pequeño, pero no cantando. Me gustan mucho las guitarras. Me veía así, claramente, en un escenario. Te lo juro. Hay muchas fotos mías de niño con una guitarra. Nunca tomé clases, aprendí por oído, y es curioso: toqué muchos instrumentos y nunca toqué guitarra.
Kapo: Como si la visión siempre estuviera ahí.
Eladio: Y ahora estamos aquí; estamos viviendo de algo muy bonito. ¿Antes de dedicarte a la música, en qué trabajabas? ¿Cuál fue el peor trabajo que tuviste?
Kapo: Pelar tanques. Ese fue el peor. Era dificilísimo, un hostal grandísimo. Estaban pintados de blanco y la empresa iba a cambiar el color. Llamaron a un montón de gente para pelar tanques, hermano. Nos pusimos a pelarlos y nos pagaban 10 o 15 dólares al día. Me dije, “Papi, no se dedique a pelar tanques. Usted es cantante. Vaya cantando mientras pela tanques”, porque no había nada más.
¿Y el mejor trabajo? Creo que todos fueron parecidos. Después repartía gaseosas. Lo que más me gustó fue recoger aceites, porque vivía en una gasolinera. Recogía aceites, llenaba los cuartos… y eso sí me daba dinero. Era lo que más feliz me hacía. Pero, en general, empecé a hacer música desde muy pequeño. Me fui a Bogotá cuando tenía 15 o 16 años.
Eladio: ¿A los 15 ya sabías que querías hacer música?
Kapo: Sí. A los 16 ya estaba haciéndola. Me fui a Bogotá y cantaba covers en discotecas. Estuve mucho tiempo allí. Después me fui a Panamá: era corista de un cantante de dancehall llamado Mr. Saik. Volví, y empecé a escribir. Había dejado de perseguir mi sueño; estaba tratando de solventarme económicamente. La música me servía porque cantaba.
Empecé a escribir y, bueno, fue historia. Empecé a sacar canciones, pero no funcionaba nada. Subía TikToks donde fuera y no los veía mucha gente. Siempre pensé que todo era cuestión de constancia. Uno busca respuestas inmediatas, pero en realidad es cuestión de tiempo.
Eladio: Empecé relativamente tarde en la música porque siempre la había visto como un hobby. La natación y el deporte iban primero. Pero cuando entendí que ese camino no dejaba dinero, me pregunté: “¿Qué voy a hacer?”
Kapo: ¿Y la comedia?
Eladio: Entonces empecé a hacer comedia. Me gustaba encontrar ese punto en común que hiciera reír a la gente. Siento que fue el mejor entrenamiento para el escenario: cualquiera que haya hecho stand-up reconoce que es la tarima más dura.
Kapo: Hacer reír a la gente…

Eladio: Es más, por 10 minutos. Eso es difícil con cojones. Porque lo que te hace gracia a ti no es lo mismo que lo que me da gracia a mí. Tienes que encontrar ese común denominador. No dejar caer la bola, bro. Porque cuando tú haces comedia, y llevas cinco minutos en el beat y tienes a todos riéndose, es fácil: te puedes tirar un pedo y la gente se ríe. Puedes hacer lo que tú quieras; dices cualquier cosa y ya tienes a la gente en tu mano.
Pero si se te cae eso… hermano, es bien malo. Tengo muchos recuerdos buenos y muchos recuerdos malos. La música, en cambio, se me dio de forma orgánica. Siempre me gustó, pero no la entendí de verdad hasta que empecé a escribir. Me encanta escribir. Me puse un plazo: dedicar dos años a la música como artista. Si no pasaba nada, me quedaría feliz trabajando detrás.
Nunca sentí que tuviera una voz especial. Entonces, tenía que jugar con la melodía, el rapeo, los punchlines. En el estudio la gente se sorprendía, pero para mí era algo normal. Ahí pensé, “Será sí tengo algo”. Practiqué más, hasta que dije, “Tengo algo tan diferente que estoy celoso de compartirlo”. No quería que otros interpretaran mis canciones de una forma que no era la mía.
Kapo: A mí me pasaba que escribía una canción y, luego, me hacían interpretarla de otra manera. Yo decía, “No, ¿cómo me vas a dañar el tema? ¿Cómo me vas a hacer cantar eso así?”.
Eladio: No he vuelto a escribir nada. He sido muy egoísta con eso, pero no por el cuerpo. Es por lo que se siente ver ese proceso. Cuando uno pasa por mucho y no le sale rápido, es más rico cuando finalmente lo logra.
Kapo: A mí me llevó 15 años poder hacer eso, desde chiquitito. Yo lo intentaba, lo intentaba. Pero no conectaba y no conectaba. Y la gente me decía, “Pero la música es buena, ¿qué pasa?”. Y yo pensaba, “¿Qué voy a saber yo?”.
Hasta que llegó el momento. Cuando llegó, lo agarré con calma, lo analicé. Cuando entramos con esa música, se refrescó algo muy bacano. La gente lo recibió de forma muy natural, y lo disfruto así. Por eso lo disfruto tanto y estoy tan agradecido de que me escucharan. Para mí, lo más difícil del mundo no era hacer música ni levantarme ni ir a trabajar; lo más difícil era que me escucharan. Que la gente tuviera esa intención.
Eladio: De decir, “Voy a buscarlo para escucharlo”.
Kapo: ¡Uf! Tenía miedo de que nunca me fueran a buscar, que nunca pensaran en ir a un concierto mío. Veía a mi alrededor personas fanáticas de muchos artistas, desde hacía tiempo, que no eran tan exitosos ni tan grandes; y aun así la gente estaba ahí. Entonces pensé, “Bueno, hay una oportunidad de que no logre pegar una canción, pero esta gente me va a querer”.
Eladio: Nunca he tenido un éxito así, un “mega-éxito”.
Kapo: Pero la gente está ahí para ti.

Eladio: Sí, por eso digo que ser exitoso no tiene que ver con eso. Para mí, el éxito es el contacto que tienes con tu gente.
Kapo: Claro, pero no tenía contacto con ninguno. Ahora sí tengo contacto con mi gente, y por eso les doy la música que siento que les va a gustar.
Eladio: La música también es un ciclo: ¿cómo va a pegar un tema de afro cuando la gente está cantando otra cosa? Hubo un tiempo en el que solo se escuchaba dancehall. Luego, del 2016 al 2019, todo el mundo quería hacer trap. Ahora mismo todo es para ti. Dios te estuvo moldeando para que esto pasara, para que llegara como fuera.
¿En qué momento sintieron que habían encontrado su sonido? Ese que no pueden abandonar y que los define.
Eladio: Para ser sincero, no es que haya encontrando un sonido definitivo—practico mucho, tengo muchos sonidos. Pero el verdadero giro llegó cuando empecé a hacer música solo, sin colaboraciones, y a sacar mis propios discos. Ahí entendí quién era yo musicalmente.
Cuando la gente cree que tuve un break para encontrarme, en realidad no fue así; el break fue que la gente me conociera. Fue el momento en que pudieron escuchar lo que yo tenía para ofrecer. Cuando saqué mi primer proyecto, ahí fue donde realmente encontré mi sonido.
Kapo: Siempre he hecho música de todo tipo. Yo digo que lo que más me define es mi voz, ese ronquito. Y en tu caso también, hermano: tenemos dos voces que no se parecen a nada. Cuando vamos a cantar, se nota.
Eladio: Bueno, tu voz es super peculiar.
Kapo: Y en cualquier pista, por la forma de rimar y por la voz, sabes que es Eladio. Y conmigo pasa lo mismo: por la ronquera y mis cosas, sabes que soy yo.
Eladio: Es como cuando hubo un Lil Wayne, alguien que nació para rapear y tiene una voz totalmente característica, como Ñengo Flow, que es inconfundible. Luego hay otros artistas —como J-Cole— que quizá no tienen una voz tan distintiva, pero compensan con otras cosas.
Pero tú sí tienes una voz muy marcada, del estilo Lil Wayne. Es de esas voces que pueden irse ocho barras sin decir una palabra y aun así sonarías cabrón. Si yo hiciera eso, parecería un loco.
Kapo: Cuando empecé, me gustaba mucho escribir cosas bacanas, crear mi propia historieta, mi propio mundo. En esa historieta que llevo conmigo, quizá no hay muchas cosas, pero sí están mis vivencias, lo que he visto, lo que imagino. Tengo un mundo paralelo en mi cabeza donde hago todo eso. Y dentro de ese mismo mundo, también imaginaba cómo quería sonar, pero al final terminé sonando como realmente quería sonar.
Hacía mis propias pistas, y le decía al productor, “Esto así”. Y poco a poco me fueron ayudando a lograrlo. Ya yo venía metiéndole ese flow, y el resto es historia. Cuando uno iba a sacar esas canciones, sabía exactamente lo que quería ofrecer, no simplemente dejarse llevar por lo que podría funcionar.
Eladio: También pienso mucho en eso. Cuando saqué el primero, sentía que casi nadie estaba hablando de sí mismos de esa manera: de sus debilidades, de lo que realmente les pasaba. La gente suele ver a los artistas como superhéroes, pero uno es un cabrón que también se abre, que también muestra sus fallas. Eso no se veía tanto antes.

Kapo: Era una música muy honesta.
Eladio: No estaba inventando nada; era simplemente contar cuatro cosas reales. No son temas para poner en la discoteca: son canciones para sentarte a escucharlas.
Kapo: No son rimas normales, pero narradas como si te estuvieran contando una historia. Mucho respeto para Eladio, y para lo que viene con el cambio.
*****
¿Creen que en 2025 la música urbana ya no será tanto un género, sino un territorio en el que cualquiera se podrá mover sin pedir permiso?
Kapo: Antes, si eras rapero, reggaetonero o cantabas otra cosa, estabas encasillado. Ahora esto es para todo el mundo. Yo ya no escucho música de un solo género. Aunque sí hay personas muy arraigadas, que cuidan lo suyo, que protegen su sonido y sus tradiciones; en Colombia y en muchos lugares del mundo sigue existiendo lo local, igual yo siento que ahora se ha abierto muchísimo.
Eladio: Pero también es la gente que se ha abierto. Hace 10 años, por ejemplo, no es por ser boricua, pero si no eras puertorriqueño, era un 90% más difícil pegarte. Incluso en otros países querían más a los boricuas que a sus propios artistas. Hoy el público abrió los oídos, y eso cambió todo.
Para mí, los primeros en romper esa puerta fueron ustedes, aquí en Colombia, con esa ola: Maluma, José, Andy Rivera… todos los que venían saliendo y moviendo la escena. Y Argentina también tuvo su Duki, su Cazzu, su Nicki [Nicole], su Nathy [Peluso], su María Becerra. México, también, siempre ha estado con su vuelta. Pero ahora se está viendo esta unión del regional con otros estilos.
Yo siento que debido a eso se abrió la puerta para que no solo sonara reggaetón, trap o hip hop. Ahora hay dancehall, afrobeat, pop… Se abrió la puerta a muchas cosas porque empezaron a entrar ideas de artistas de otros países. Antes todo estaba muy limitado a los gustos de los puertorriqueños. Eso lo noté durante mucho tiempo. Claramente había música en cada país, pero a nivel mundial, lo que dominaba era otra cosa.
Siento que ahora no es así. Hoy puedes mirar hacia cualquier lado y hay algo impresionante. Hay de todo: en Colombia, en México, en Venezuela. Para mí, ya no se trata solo de Puerto Rico.
Kapo: Y, sin duda, hay un montón de artistas que, aunque suene raro, sí se entienden entre sí. Hay gente que es muy conceptual, y cuando se junta con un artista más comercial, ese artista lo entiende y lo lleva a un público que quizá él no alcanzaba. Y la gente empieza a entender ese concepto.
Ahora esos artistas tienen más cabida en lo comercial porque el público ya está digiriendo ese tipo de propuestas. Al menos ven un video, saben que detrás de un álbum hay un concepto; no se trata solo de que la canción suene como tiene que sonar, sino de darnos la oportunidad de escuchar qué trae este hombre aquí.
Eso pasaba hace mucho tiempo, pero ahora todo se vuelve viral y se pega rápido. Aún así, volvimos a un momento en el que la gente se da la oportunidad de escuchar esto nuevo a ver qué tal, porque ya conocen lo que siempre suena. Le dan una oportunidad porque uno llega con algo distinto. Porque sí, todo está inventado, pero uno le da autenticidad. Y ahora la gente va a los conciertos aunque no conozcan todas las canciones del artista. Hermano, yo fui a Puerto Rico y solo tenía dos, ‘Ohnana’ y ‘UWAIE’. A los seis meses de que pegaron, di un concierto de una hora y canté temas que la gente no conocía. Y aun así se vivió.
Eladio: PR es difícil, tío. Para ti, que vienes de fuera, es complicado pararse en esa tarima.
Kapo: Ese fue mi primer concierto, el primerito. Llego y veo que todo el mundo está en el trap, les encanta ese flow… y yo con este afro. Y claro, sentí los nervios. Pero cuando empezó el show, dije, “Ah, no. La gente lo que quiere es escuchar”. La gente estaba entregada.
Eladio: Cuando el producto es bueno, es bueno. Siempre verán a la persona detrás, de verdad.

*****
¿Qué es más difícil para ustedes al momento de hacer música: mostrarse o protegerse?
Kapo: En tu caso, hermano, si en los álbumes has sido honesto —como lo que estamos hablando ahora— entonces has hecho lo correcto.
Eladio: Hay mucha gente que no lo hace, pero también hay mucha gente que sí. La gente se está abriendo más: quieren escuchar más música, relacionarse, identificarse. La música está tomando ese camino, como un nuevo comienzo para todos.
Kapo: La gente está en eso. Porque el artista, aunque sea para hacer una sola canción, escribe algo que, al final, es suyo. Uno quizás no dice explícitamente “esto me pasó”, pero la vibra está ahí. Y la gente lo siente. Cuanto más honesta y orgánica es la música, más les gusta. Ya se cansaron de glorificar a personas que, al final, desaparecieron, pasaron de moda y se fueron. Mientras que esas canciones personales sí se quedan.
Hay canciones tuyas, hermano, que para mí son muy personales, y no las escucho todo el tiempo, pero cuando las pongo, siento que son mías. Y así como yo lo percibo, siendo fanático, también imagino que mucha gente lo percibe igual. Entonces, cuando agradezco que un artista me cuente su historia, también la hago mía.
Eladio: Claro, también hay espacio para todas las ideas. Un disco puede tener canciones para cantar, para bailar, para discotecas, música alegre… Y también hay que agradecer esa música que no dice mucho, la repetitiva, la que es simplemente para que la gente la ponga en la disco y baile. Eso también es bueno. La música no siempre tiene que decir algo profundo; solo tiene que transmitir un sentimiento. Hay espacio para todo: para quien quiere escuchar, bailar y sentir.
Hay mucha gente en el mundo. A veces alguien se frustra y dice, “No, porque este sonido mío…”. Pero hay demasiada gente, tío. Siempre habrá alguien que va a escuchar tu historia, al 100 %.
*****
¿Qué esperan dejar en la música más allá del éxito y las cifras? ¿Qué quieren que sobreviva de su esencia en el arte?
Kapo: En mi caso, quiero que la gente entienda que mi vida es como una cinta, como la vida de una persona que quería ser algo más. Porque vengo de un pueblo de 13,000 habitantes; muy poca gente. Y ni siquiera vivía dentro del pueblo, vivía en una gasolinera al borde de la carretera: a cinco minutos de un pueblo, a 10 de otro. Salir de ahí y lograr conectar con el mundo…
Hermano, cuando salí de allí, salí con una mano en el lomo y la otra atrás, a ver qué pasaba. No conocía de los países, no sabía nada. Cuando llegué a Estados Unidos fui a Jacksonville; nunca había oído hablar de Jacksonville, Nashville… nada de eso.
Entonces, quiero que me recuerden por esa historia y por esas canciones que me gustan. No solo las mías, sino también que mis fans sepan cuáles fueron mis artistas favoritos, mis inspiraciones. Y que se queden con el recuerdo de que hubo un pelado que salió de un pueblo, que no tenía nada, y que —como si Dios lo hubiera querido— conectó con un montón de gente. Y que se inspiren desde ahí. A nosotros nos encantan todas las cosas que nos encantan, pero —valga la redundancia— lo que uno siente es real y no tiene precio. Muchas personas también se van a sentir muy identificadas y van a pensar, “Si él pudo, yo también puedo”.
Eladio: Exactamente eso. En pocas palabras, lo mismo que yo, tío. A mí lo que más me importa es que la gente se vea realmente en mí. Que conozcan mi historia. Que sepan que pasé muchos obstáculos para cambiar de la comedia a la música; es algo muy difícil. Y también que quede claro que, si vas a hacer algo, debes hacerlo bien. Si vas a hacer algo, hazlo bien, con cariño y con amor.
Y el mensaje de los temas… Siempre digo que tengo temas que no dicen nada. Simplemente, son para trapear y eso. Pero, poco a poco, uno va buscando más. Por eso, también me he tomado un tiempo de descanso de la música, de la gira: para leer más, para encontrarme más. Realmente, quiero que el mensaje que lleve mi música en el futuro sea más como el de los gladiadores, guerreros… esos temas que inspiran. Y por eso no puedo hacerlos como los Kemba Walker, como esos otros. Aunque esos temas son necesarios; antes me gustaba brincar y todo eso, a la larga, cuando mis hijos me escuchen, quiero algo más positivo.
Todos los días pienso en el impacto que tenemos. La responsabilidad que tenemos las personas que tenemos seguidores, a quienes nos siguen muchas personas. Somos influencers. Al final del día, mucha gente dice, “Eso les toca a los padres con sus hijos”. Pero yo me escondía para escuchar mi música cuando era niño.
Y aunque no es nuestro deber, sí influimos, nos guste o no. Cada día hay niños más pequeños escuchando nuestra música. Eso me pesa; me importa mucho lo que ellos consumen hoy en día. Entonces, quiero dejar un mensaje bonito. No solo en la música: en todo lo que haga.

*****
Después de todo lo que hablamos hoy, ¿qué aprendieron el uno del otro sobre cómo se construye una vida musical?
Eladio: Aprendí algo desde la primera vez que nos conocimos en México. Hablamos tanto que pude hacerme una idea clara de cómo eras. No es que te conociera, pero pude entender qué clase de persona eres y todo lo que tuviste que pasar para llegar hasta aquí. Vi lo enfocado que estás, lo claro que tienes lo que quieres. Y cuando avientas el tema, me decía, “No, no, esto es un palo. Vamos a hacerlo así; yo te voy a decir cómo tocar”. Y ya está. Ya llevaba un buen rato con esa visión.
Me di cuenta de que él vive muy poco en el presente; siempre está allá, pensando en lo que viene. Y me sorprendió cuánto nos parecemos en muchas cosas. Hoy, mientras hablábamos, llegué exactamente a la misma conclusión: somos muy similares, especialmente en eso de estar tan pendientes de lo que mostramos al público. Ese deseo de tener una conexión más profunda con la gente, esa sed de decir algo que llegue… ese norte, ese mirar hacia el futuro. Tenemos mucho en común.
Kapo: Y a mí eso me encanta: socializar, conversar, porque ahí es donde está la magia. Y realmente admiro y respeto a Eladio por ese sentido de pertenencia que tiene. Porque cuando habla de su influencia en los jóvenes, se siente lo real. Eladio es de los artistas con más público joven, muchísimos. Y en vez de darles lo que ellos esperan —vanidad, ego, toda esa película— lo que hace es tratar de purificar, “Deja eso, mira, es por aquí”. Y no solo lo dice: se le nota, se siente. Su discurso es coherente con lo que vive.
Eladio: Al final, todos somos humanos. Yo también estoy mejorando cada día, con la meta de llegar a ese mismo lugar.
Kapo: Y esa influencia que te da el poder… es fuerte. Lo ideal sería no usarlo, pero en este momento él lo está usando para bien. No solo para los jóvenes, también para los mismos artistas. Un artista ve a un trapero durísimo diciéndoles a los jóvenes que no hagan ciertas cosas, y eso pesa.
Eladio: Sentí como si Dios me diera una bofetada desde el cielo. La primera vez que me presenté en el Choliseo me pasó algo que nunca olvidé. Iba a cantar con Willy Cultura y De La Ghetto. Estaba sonando la canción, el público encima, y en mi mente yo pensaba, “Voy a ser el primer trapero en fumar en el Choliseo, en tarima. Esto va a ser épico”. Cuando lo prendí en el escenario, por un momento, me sentí en la gloria. Pero cuando miré hacia abajo y vi a tantos niños viéndome… hermano, me arrepentí de inmediato. Es de las cosas que más me arrepiento en mi carrera. Desde ese día supe que no lo iba a volver a hacer.
Kapo: Claro que uno lo piensa; todos pasamos por un momento así.
Eladio: Entonces, cuando le conocí a él [Kapo] por primera vez, y hablamos tanto, entendí que compartíamos ese mismo peso y ese mismo deseo de hacerlo mejor.
Realmente llegué a conocerlo bastante bien, lo suficiente para tener muchas ganas de seguir colaborando con él. Porque eso es clave, cuando conozco a alguien, sé al instante si solo nos veremos por ese tema o si, en cambio, vamos a seguir juntándonos, buscando el próximo palo porque la química está cabrona. Y con él fue así.
Tenemos una canción completa y otras dos a medio hacer, pero pronto serán ocho.
Kapo: Lo que viene es buena música, así que prepárense: queremos hacer un montón de cosas, así que disfruten y sean felices. Eladio, gracias siempre por inspirarnos, por la música y por tu energía, hermano. Cada vez que nos vemos es como si fuera la continuación de aquel primer día.
Eladio: Y eso no pasa con todo el mundo; eso pasa contigo. De verdad.
Kapo: Gracias, de corazón. Aquí tienes un soldado para siempre. Para siempre.











