Milo J anticipó sus conciertos en Vélez y Cosquín con un ensayo abierto en Niceto Club
“¡Lo-lo-gras-te!, ¡Lo-lo-gras-te!, ¡Lo-lo-gras-te!”, cantan los fans. El cantito viene a cuenta de los que acaba de decir Milo J en el escenario de Niceto, si nos les parece una locura que vaya a tocar por primera vez en la cancha de Vélez. Y la respuesta es para el joven cantante, que con apenas 18 años parece acostumbrarse a cumplir sus sueños. Sin embargo, con esa madurez que ya es una marca de fábrica, él dice que el que llega al estadio José Amalfitani no és el. Él dice que Milo J es, en verdad, un montón de gente. Y no sólo los músicos que lo acompañan sobre el escenario, sino todos los que lo acompañaron y lo acompañan desde la producción y otras áreas en este camino. Como El Eternauta, Milo J rescata el valor de los colectivo.
Cae la noche en Palermo y Milo J promedia un inusual ensayo abierto en la sala en la que cortó tickets por primera vez. Un escenario para muchos consagratorio que, en este caso, es la sede de una experiencia inusual. Y si la banda y Milo se preparar para dos fechas multutudinarias, el público también. Por eso, ese y otros cantitos tienen sentido en este lunes fuera del tiempo.
No puede decirse que haya sido un recital, aunque los privilegiados que pudieron acceder a la presentación (invitados especiales, periodistas, fans que compraron sus tickets para Vélez) lo vivieron con la intensidad de un ritual. Poco importan los baches, los problemas de sonido, algunas charlas de los músicos sobre el escenario… De eso se trataba la propuesta, de derribar el velo de misterio, de mostrar el puntapié inicial que no solo tiene como objetivo los conciertos en Vélez, también la presentación en la Plaza Próspero Molina, en el festival folclórico de Cosquín, en enero.

Su grupo tiene parceiros como Franco Leonel Casal y Danel Omar Moreno (guitarra y teclados), Jazmín Kendikian (teclas), Martín Beckerman (percusión, integrante de Duratierra), la santafesina Tamara Meschller Marti (violín y flauta), el salteño Gaston Fleckenstein (baterista y percusionista) y Catriel Lautaro Fernandez Avila (guitarra y charango).
La estética que propone La vida era más corta, el notable álbum que lanzó hace hace un par de meses (uno de los lanzamientos más importantes de 2025) marca la tónica del repertorio. En sintonía con la búsqueda de raíces folclóricas, pero con espacio para la electrónica y el trap, Milo recrea clásicos del folclore y crea un clima de peña. Canciones propias como la intimista “Niño” o los aires de carnavalito de “Cuando el agua hirviendo” crecen en la interpretación en vivo. En “No hago trap”, los percusionistas Martín Beckerman y Gaston Fleckenstein construyen un juego casi coreográfico, anticipo de una gran performance en la dimensión de estadios. Falta un mes para los conciertos en Liniers. Empezó la cuenta regresiva y quedan detalles por ajustar. Pero la potencia de las canciones (y de la banda), la presencia y el carisma de Milo J y ese vínculo sagrado e indisoluble con su audiencia son auspicio de jornadas memorables. Allí estaremos.









