Más hermanos que antes: la gran fiesta familiar por los 40 años de Los Fabulosos Cadillacs
Debe haber pasado media docena de canciones al hilo cuando “Calaveras y diablitos” se va despidiendo, suave, en la noche de Caballito, y Vicentico dice en nombre de su banda de amigos y familia: “Es puro amor lo que nos trajo hasta acá. Entre nosotros y nuestra familia”.
Es la segunda noche de dos, con Los Fabulosos Cadillacs tocando para vos, siendo vos en este caso dos canchas de Ferro Carril Oeste a pleno. La cadencia mex-jamaiquina con toque porteño de “Calaveras…” se fue y Vicentico se encuentra frente a una multitud fiel y entre un puñado de compañeros de ruta por 40 años, más algunos de sus hijos. “Esto es impensado”, reflexiona en vivo un músico que suele reservarse las emociones para cuando canta, no para hacer declaraciones.
¿Qué tan “impensada” es la actualidad de LFC? Bastante. Estos dos conciertos en Buenos Aires fueron parte de una gira internacional para celebrar los 40 años desde el debut de la banda, allá por 1985, en Mar del Plata (aunque no exactamente cuatro décadas de carrera, porque sabemos que hubo pausas de por medio). Y si bien podría decirse lo mismo de cualquier banda longeva, o incluso de muchos otros tipos de proyectos colectivos, la vigencia hoy de aquellos precoces e impulsivos “Cadillacs 57” genera una curiosidad y un atractivo extras. Y eso debe ser, entre otras cosas (como las lógicas del mundo del entretenimiento, por supuesto), por cómo LFC se enfocó y consolidó en los últimos tiempos como una especie de clan multifamiliar.
No es que eso sea algo totalmente nuevo. Esta es la banda que ya en los ochenta cantaba “mis amigos me cubren cuando voy a llorar” y “ahora somos más hermanos que antes” (¡sin saber que aún les faltaban más de treinta años de hermandad!). Y que grabó un himno popular a la paternidad como “Vos sabés” y su respectivo clip, el más familiero del rock nacional. Pero las familias se fueron agrandando. Y los chicos Fernández, Cianciarulo, Rotman fueron creciendo. Y dejaron de ser, en vivo, participaciones simpáticas para convertirse en pilares imprescindibles del sonido LFC en versión estadios (como las guitarras y coros de Florian Fernández y la imponente percusión de Astor Cianciarulo).

Claro, el campo y las plateas también están poblados por viejos amigos y por padres e hijos, que crecieron con muchas de estas canciones como banda de sonido; no tocándolas, por supuesto, pero sí viviéndolas a través de todo lo que a un humano le puede ocurrir en cuarenta años.
Desde ya, también están los hits. LFC es parte de ese exclusivo club de bandas obligadas a dejar afuera canciones hiperpopulares, porque no hay manera de que entren todas las que tienen, aunque el show dure más de dos horas y 30 temas, como en este caso. “Manuel Santillán, El León”, “Demasiada presión” y “Mi novia se cayó en un pozo ciego” es una trilogía por la que cualquier grupo pactaría con diablitos y calaveras, sin remordimientos; LFC se puede permitir tirarlas a la mesa en la primera mano, con la tranquilidad de saber que les queda juego de sobra hasta cerrar la partida, a la hora que sea.

Y, sin embargo, se permiten también algún desvío. Es más: algunos desvíos son imprescindibles si el concepto es representar cabalmente su propia historia. En ocasión de semejante aniversario, la sorpresa es un bloque, promediando el show (el domingo), en el que vuelve (casi) la formación original al escenario: los “chicos” se retiran temporalmente y, a Vicentico, el bajista Sr. Flavio, el saxo Sergio Rotman, el batero Fernando Riciardi y el tecladista Mario Siperman, se les suman Aníbal “Vaino” Rigozzi, primer guitarrista y Luciano Jr., percusionista y, en buena medida, ingrediente fundamental por entonces para la identidad y la imagen de aquellos rude boys que parecían dispuestos a morir tocando ska. Sin el saxo de Naco Golfinger (por razones de fuerza mayor, nunca mejor dicho), tocan tres canciones de Bares y fondas, LP debut de la banda, producido por Daniel Melingo, que en 2026 cumplirá también 40. “Belcha” y “Silencio” no son rarezas en un concierto de LFC, pero “Vos sin sentimiento” sí lo es. Una de las primeras composiciones Cadillacs, es el tema 1 del lado A de Bares y fondas, y la banda no lo toca en directo desde… ¡1987!
De nuevo, para honrar otras caras de una banda más ecléctica de lo que algunos podrían pensar, aparece una versión extendida y super experimental de “Los condenaditos”, y un rescate con bandoneones de “La vida” (tema “nuevo”, que… ¡no tocaban hace más de 20 años!) y una finísima rendición de “C.J.”, con la guitarra surfera de Jay Cianciarulo (que comparte con su padre y su hermano el trío surf Lost Marplas).

Vuelven los hits y los “clásicos” y los favoritos, con la Bomba de Tiempo haciendo que “Matador” sea aún más bombástica; con la intervención épica de Valeria Bertucelli en “Saco azul”; y con Cocó, la menor de los Cinciarulo (y multicampeona de surf) cantando “Cartas, flores y un puñal”. Y habrá un bis de los bises con “Número dos en tu lista”, esa canción porteñísima y a la vez tan mod y tan The Jam, para la que invitan a Santi Motorizado.
Es un concierto antológico, en el sentido de que… cuesta imaginar qué viene después de esto. Pero, como recuerda un conocedor profundo de la trayectoria de LFC, lo mismo podríamos haber pensado hace 25 años, cuando celebraron sus primeros 15. Y acá están, más hermanos que antes.






