Margarita Siempre Viva: El Principio de una nueva era

El indie colombiano tiene un nuevo punto de partida. Margarita Siempre Viva lanza El Principio, un álbum que marca un renacimiento dentro de su trayectoria: un disco donde el riesgo, la madurez y la emoción se entrelazan con la libertad de una banda que, tras años de búsquedas, parece haber encontrado su voz más universal.

Grabado en El Desierto Studio en México bajo el respaldo de Virgin Music Group, el proyecto reúne once canciones que el grupo trabajó pacientemente durante más de tres años. “Este disco es la primera vez que hacemos muchas cosas que no habíamos hecho antes: aparecemos en la portada, salimos todos en los videos, nos arriesgamos a probar otros géneros y a pensar nuestra música desde otro lugar”, cuenta Andrés, vocalista de la banda, con la mezcla de orgullo y vértigo que acompaña los comienzos.

El título, El Principio, no es casual. Resume la sensación colectiva de recomienzo: “Después de tantos recorridos, tantos conciertos y tanta música, sentimos que este es nuestro primer disco. Es nuestro principio. Es el álbum que nos permite decir: esto somos nosotros”, afirma Andrés, subrayando el sentido simbólico del proyecto.

Un laboratorio emocional y sonoro

La banda comenzó a componer estas canciones hace casi tres años, en un proceso que combinó disciplina e intuición. “Nos reuníamos a escribir sin saber si eso iba a terminar en un disco, simplemente a hacer canciones que nos gustaran. Cuando teníamos unas nueve o diez, decidimos que eran especiales y merecían el mejor tratamiento posible”, recuerda el guitarrista.

Fue entonces cuando el destino los llevó al mítico El Desierto Studio, en México, un espacio que ha albergado a algunos de los grandes nombres de la música latinoamericana contemporánea. “Nunca habíamos grabado en un estudio así. Era un lujo, un riesgo, y una experiencia que queríamos vivir. Dijimos: listo, es el momento de hacerlo al más alto nivel”, cuentan. Allí grabaron la base instrumental y parte de los coros, dejando las voces y arreglos finales para su estudio en Medellín.

El resultado es un disco amplio, casi cinematográfico, que se atreve a cruzar fronteras estilísticas. “Tiene baladas, temas rockeros, cosas más pop ochenteras, un poco de disco y funk. Ha sido un gran experimento. Queríamos que fuera un disco que todo el mundo pudiera escuchar, sin perder lo que somos”, explica Mora.

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El arte de saber soltar

Una parte esencial del proceso fue aprender a parar. En la conversación, los integrantes coinciden en que lo más difícil no fue encontrar los sonidos, sino saber cuándo dejarlos en paz. “A veces uno se emociona en el estudio, mete y mete ideas, y después escucha la mezcla y dice: ‘¿qué hicimos?’. Es importante darle tiempo a las canciones, dejar que respiren y que hablen solas”, confiesa Andrés.

Mora complementa: “Somos muy críticos. Escuchamos todo el tiempo las canciones, las desmenuzamos, y a veces eso puede ser bueno, pero también hay que saber soltar. Uno aprende que muchas veces la canción ya está lista desde el comienzo, y meterle más mano solo la daña”. Esa relación artesanal con la música —hecha de prueba, error y humildad— atraviesa todo el disco.

La convivencia creativa, además, supuso un reto en sí misma. “Somos cinco, y llegar a acuerdos entre cinco cabezas no es fácil. A veces a uno le gusta algo que al otro no. Toca negociar, ceder, encontrar el punto medio donde todos nos sintamos identificados. Ese es el verdadero reto de estar en una banda”, dice Mora entre risas.

Una metamorfosis visual

Por primera vez en su carrera, Margarita Siempre Viva decidió poner rostro a su universo. “Grabamos once videos en dos días. Fue una locura. Cambiarnos de ropa, correr de un set a otro… pero fue hermoso vernos ahí, los cinco, siendo parte de algo más grande”, recuerda Andrés.

La decisión fue más que estética: fue simbólica. “Durante años, no salíamos en las portadas ni en los clips. Esta vez quisimos mostrarnos como somos. Ya era hora de dar la cara, de aparecer juntos en los videos, en el arte, en todo. Es un principio en todos los sentidos”, reflexiona el cantante.

El resultado son once piezas visuales que acompañarán el lanzamiento del álbum, pensadas como pequeñas ventanas al universo emocional del disco: la nostalgia del amor que termina, la esperanza que renace, la belleza de lo cotidiano. “Queríamos que salieran todos el mismo día, que el público pudiera entrar en el mundo del disco completo, con imágenes, con gestos, con rostros”, explican.

El sonido del reencuentro

El Principio fue producido por Daniel Marín (de Falso Ídolo) con el apoyo de JC Berti e Israel —dos de las figuras más reconocidas del estudio El Desierto—, y mezclado en Medellín con Nicolás Cabalino. Para la banda, el proceso fue también un viaje emocional: “Este disco lo hicimos antes del álbum de colaboraciones, Del cielo a la tierra, pero decidimos guardarlo. Era como un tesoro que tenía que madurar. Ahora sentimos que era el momento perfecto para soltarlo”, cuenta Andrés.

El resultado se siente vivo, luminoso y emocionalmente complejo. “La música que escuchamos nos inspira, pero también nos enseña que hay que entregar la información poco a poco. Este disco tiene eso: mucha información, pero medida, con espacio para que cada instrumento y cada emoción tengan su lugar”, dice Mora.

Esa mezcla entre intuición, precisión y vulnerabilidad es quizás lo que convierte a El Principio en el trabajo más redondo de Margarita Siempre Viva hasta ahora: un álbum que no teme sonar grande, pero que sigue siendo profundamente humano.

Una nueva ruta

Con el lanzamiento del disco llega también una gira que recorrerá Colombia y Ecuador. “El 4 de octubre arrancamos en Pereira, luego vamos a Ibagué, Pasto, Quito y otras ciudades. Casi todos los fines de semana estaremos tocando. Queremos sembrar, llegar a lugares donde tal vez no nos conocen, pero donde siempre hay alguien dispuesto a escucharnos”, dice Andrés.

Esa actitud —mezcla de curiosidad, gratitud y hambre— parece definir este nuevo capítulo. “Estamos empezando a ver el fruto de todo lo que hemos hecho. Este disco es un punto de partida. No sabemos hasta dónde nos llevará, pero sabemos que aquí empieza algo nuevo”, concluye la banda.

Con este álbum, el quinteto abre un portal hacia su futuro. Es un renacimiento con forma de álbum: un recordatorio de que, incluso después de una década de música, siempre hay algo que vuelve a empezar.

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