Mac DeMarco se mueve por el “hazlo tú mismo”

Hablar con Mac DeMarco se siente como estar teniendo una conversación horizontal con un amigo cualquiera, aunque en este caso, ese “amigo” tiene más de una década de trayectoria como artista, miles de copias vendidas y cientos de shows agotados en su haber. Pese a su trayectoria, no se preocupa por dar respuestas muy profundas ni pretenciosas; en lugar de ello, dice lo que le nace en el momento, no tiene un diálogo prefabricado por un equipo que cuide sus palabras y no teme salir con un “no lo sé” cuando se indaga por ciertas razones.

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Si bien en el último año atendió una que otra entrevista, esta es la primera vez en mucho tiempo en que se da a la tarea de atender a diferentes medios para promocionar un nuevo trabajo discográfico. “Es divertido. Me hace feliz hablar del disco”, dice desde la lejanía de su tierra natal, Canadá. “Es interesante revivir ciertos aspectos de la publicación de música. Por lo pronto, estoy disfrutando del proceso”.

Hace dos años, DeMarco publicó dos discos con tan solo unos meses de diferencia: el itinerante Five Easy Hot Dogs, cuyas canciones –todas instrumentales– fueron escritas durante un road trip de Nueva York a Los Ángeles; y One Wayne G, una recopilación de 199 temas que compartió de forma repentina y a modo de registro personal. A estos les sucedió una breve gira de 13 fechas, pero no fue sino hasta su nuevo álbum, Guitar, que el músico quiso presentar algo más digerible para tener una buena excusa para hacer un tour mucho más grande.

Cortesía.

Sin contar una que otra voz en One Way G, en su nuevo LP se le escucha cantar por primera vez desde Here Comes the Cowboy (2019). “Por varios años quise hacer otro ‘álbum de estudio’, pero no se había dado la oportunidad”, comenta refiriéndose a la inclusión de letras en este nuevo set de temas. Para él, el par de trabajos de 2023 le sirvió para experimentar con los formatos; sin embargo, al volver a surgir en él los deseos de visitar muchos más lugares con su música tras un viaje en motocicleta desde la Costa Oeste de EE.UU. hasta Canadá, sintió que debía hacer algo “más convencional”.

Al bajar de su motocicleta no tenía ningún plan en mente, solamente tenía claro que quería hacer un disco, por lo que apartó dos meses para trabajar en ello. Al final, Guitar se hizo únicamente durante dos semanas de noviembre pasado. Acostumbrado a crear música solo, el álbum –desde la música y la producción, hasta el arte y los videos musicales– está enteramente hecho por él, a excepción de la masterización que estuvo a cargo de David Ives. Por un momento, intentó que la mezcla la hiciera alguien externo, pero a pesar de considerar que sonaba bien, no era lo que necesitaba. “Es algo más profundo. Me gusta que las cosas provengan de mí”, sostiene. “Eso es muy importante para mí, no sé por qué. Casi nadie hace eso por estos días y pienso que, por una parte, es un ejercicio divertido”.

Hoy en día, la etiqueta de “indie” es muy ambigua, pues ya no es utilizada únicamente para describir a aquellos actos musicales que no tienen el respaldo de una gran disquera, sino también se aplica para un estilo musical. DeMarco es crítico de esto y afirma que “ya no hay diferencia entre cómo se hace el pop y cómo se hace el indie”. A eso se refiere cuando dice que hacer toda su música por cuenta propia le parece “divertido”. “Ya casi no está presente el espíritu del ‘hazlo tú mismo’, pero la gente aparenta que sí. Lo encuentro hasta ridículo”, reflexiona. Por eso señala que trabajar con muchas personas en un solo proyecto –y pone de ejemplo las canciones que enumeran cantidades absurdas de compositores– no es lo suyo y no le da ningún tipo de satisfacción. En lugar de ello, prefiere hacer música que surja con naturalidad y se sienta casera ya que más allá del hecho de publicar canciones, lo que más le apasiona es el origen y el proceso.

DeMarco ha descrito Guitar como “lo más cercano a una representación real de dónde me encuentro en mi vida actual”, pero no explica el por qué, y simplemente se limita a decir: “La vida sale en canciones. No puedo evitarlo, ese es el punto. Trato de hacer algo que me salga natural. ¿Qué es más natural que vivir tu vida?”. Como ya es usual en él, lo deja a la interpretación de quien lo escuche. Lo que sí revela es que, para él, este es un disco “un poco malvado” sobre “domar a la bestia” y “mostrar la luz al final del túnel”.

Al indagar un poco más en las letras del disco, se puede hallar un patrón de temáticas oscuras, como las maldiciones, la culpa y la nostalgia, pero de todos modos el álbum no transmite un aura de destrucción absoluta. Por el contrario, prevalece un tipo de esperanza no romantizada que invita a hacerse cargo de uno mismo, algo con lo que está muy familiarizado al haber dejado atrás los días de desenfreno y de aterrorizar al vecindario. Quizá esto se condensa mejor en ‘Rooster’, corte final del disco, donde DeMarco canta sobre no temerle a la sensación de que el final está cerca. “Es como, ‘Estamos perdidos, pero de todos modos tenemos que tomar las riendas’”, apunta.

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