Green Day en Buenos Aires: ¿seguís teniendo tiempo para escuchar mi punk-rock?
Muy atento a la jugada, el director de cámaras hace un plano detalle de Billie Joe Armstrong. Los ojos verdes aparecen abiertos como nunca en las dos pantallas gigantes que flanquean el escenario en uno de los arcos del estadio Tomás Adolfo Ducó. La mirada frenética del cantante y guitarrista de Green Day al público argentino está cargada de advertencia y de complicidad. El sonido acoplado que emerge de su instrumento funciona como spoiler. Todos saben qué canción viene, no hace falta decir nada, el gesto es inconfundible. El músico apoya la palma de su mano derecha en las cuerdas, acomoda la púa en posición de machaque y acerca su boca al micrófono para hacer la pregunta que más hizo en los últimos 30 años: “Do you have the time / to listen to me whine?” (¿Tenés tiempo para escuchar mis quejas?).
“Basket Case”, el gran hit del gran Dookie (1994), fue la número 17 de una lista concisa, pero justa, con 24 canciones de todas las épocas. Le siguieron “She” y “When I Come Around”, las otras gemas del álbum que explotó como una bomba y cambió la historia de la banda. Y cuya onda expansiva se siente hasta hoy, en este miércoles frío de septiembre de 2025, en medio de la cancha de Huracán, en la voz de más de 30.000 almas que cantan, se emocionan y recuerdan, en cada verso, lo importante que fue haber escuchado esas canciones en la etapa fundacional de sus vidas.
“El Palacio”, como se conoce a la cancha donde juega “El Globo”, está repleto de gente +30 y +40. Los pocos adolescentes que se ven por ahí, de look total black y corbata roja, son vigilados de cerca por sus padres. La jornada arrancó demasiado temprano, con la apertura de 2 Minutos a las estrictas 18:30 horas. Un horario complicado para un día de semana, pero que sirvió para empezar a llenar un campo cuyo acceso demandaba no menos de media hora de caminata. La banda emblema del punk argentino se despachó con un set corto y festivalero (13 canciones en 30 minutos) que provocó los primeros pogos del (todavía) día. Y dejó el escenario caliente para la irrupción (sí, así se sintió) de los Bad Nerves, el grupo inglés que eligió Green Day para abrir sus shows en Sudamérica.
A diferencia del Mosca y compañía, los oriundos del condado de Essex tuvieron un poco más de tiempo y, hay que decirlo, lo aprovecharon. Hasta se las ingeniaron para incluir un cover de “Cretin Hop” de Ramones con el que conquistaron el corazón local. “¡La música de guitarras nunca muere!”, gritó el cantante Bobby Nerves antes de despedirse. Y de hacer la invitación formal para su sideshow, este sábado 6 en El Teatrito, un lugar que parece ideal para su propuesta arrogante y veloz.
La promesa de que el set de Green Day iba a empezar a las 21 horas se cumplió, pero de una manera bastante particular. El espectáculo arrancó con las luces apagadas, el escenario vacío y en los parlantes, a toda potencia, “Bohemian Rhapsody” de Queen. Así que el primer pogo no se desató con “American Idiot”, la canción elegida para abrir la noche (con el verso actualizado, “No soy parte de la agenda MAGA”), ni con “Holiday”, la que le seguiría en la lista, sino con el galope final de la obra maestra que creó Freddie Mercury varias décadas atrás. Uno de varios guiños que iba a haber en la noche para sus referentes (como un fragmento de “Iron Man” mirando al cielo, buscando a Ozzy) de parte una banda que nació tocando punk-rock en ese reducto mítico llamado 924 Gilman Street (BJ todavía conserva el sticker en su guitarra), pero que desde hace décadas gira por estadios de todo el mundo.
Después de “Bohemian Rhapsody” empezó “Blitzkrieg Bop” (otra vez los Ramones) y salió escena Drunk Rabbit, el conejo arengador que acompaña a la banda hace más de 20 años. Luego, sonó un medley extraño, pero efectivo, de “The Beautiful People”, La Marcha Imperial y “We Will Rock You” (¡más refes!). Entonces sí, Billie Joe (53 años), Mike Dirnt (53 años, bajo) y Tré Cool (52 años, batería) aprovecharon la distracción para entrar sigilosamente al escenario y ubicarse en sus respectivas posiciones. Lo que siguió a partir de ese momento fueron dos horas consecutivas, sin pausa ni interrupción alguna, de pura pirotecnia (literal) y distorsión (también, literal). Para Green Day, cada canción se toca como si fuese la última de la lista. Por eso es que siempre, pero siempre, hay espacio para el juego de ida y vuelta con el público —BJ y sus “¡Eo! ¡Eo ¡Eo!” (otra vez Freddie Mercury), y la tribuna con sus “¡Olé, olé, olé! ¡Green Day! ¡Green Day!”—, para los saltos histéricos de Mike y para el revoleo de (no menos de) 30 pares de palillos al aire de Tré.

La entrega no se negocia y se exige en proporciones equitativas, tanto arriba como abajo del escenario. La seguidilla no da respiro, pero la banda se la banca (hace muchísimo que ya no son solo tres, por momentos hay hasta seis personas tocando). Después de las dos primeras llega “Know Your Enemy”, con la participación en el escenario de una chica del público, una canción que suena nueva en su repertorio, pero que ya tiene más de 15 años. Si bien hay un pequeño impasse con “Boulevard Of Broken Dreams” —una de las baladas de American Idiot (2004), el otro disco a homenajear en esta gira—, después de “One Eyed Bastard”, del nuevísimo Saviors (2024), llega el primer golpe directo al mentón: “The Grouch”, un clásico de Nimrod (1997), otro favorito de los ex adolescentes presentes en Huracán. La amenaza de knockout llegaría apenas unos instantes más tarde, con la dupla “Longview” y “Welcome To Paradise”, dos tickets sin escala a los noventa que remataron con otro himno de la época, “Hitchin’ A Ride”. Justo en el pecho.

La respuesta del público fue una parte importante del show y se materializó en dos hechos que sintetizan con pericia sociológica esta conexión que lleva décadas (antes de Huracán, nos visitaron en 1998, 2010, 2017, 2019 y 2022). El primero, el clásico cantito, que terminó siendo canción con todas las letras y la base a cargo de la banda. El segundo, la bandera argentina que alzó Armstrong y se llevó a sus hombros en pleno show. En lugar del sol, la bandera llevaba en el centro una imagen de Lionel Messi dándole un beso, en vez de a la Copa del Mundo en esa postal icónica que todos recordamos, a la mano blanca con la granada roja en forma de corazón que quedó inmortalizada en remeras, pines y mochilas. Tenés que cerrar el estadio.

Después de la sorpresa de “Redundant” en Perú (no la tocaban desde 2001) y del regalo que le hicieron a los chilenos con “Haushinka” (no la tocaban desde 1997), la rareza que se guardaron para Argentina fue una de su primer álbum, 39/Smooth, “Going to Pasalacqua”, un tema de pura cepa Green Day que habla de los complejos típicos del… llamémoslo enamoramiento juvenil, que llegó justo después de la potente tríada “Basket Case”-“She”-“When I Come Around”: la cresta de la ola.
Luego de eso, bueno, no quedaba otra opción que despedirse. Y lo hicieron como los que saben, en fade out. Primero, con otra balada, “Wake Me Up When September Ends”, seguida por “Jesus Of Suburbia”, “Bobby Sox” (otra de las nuevas), y el cierre acústico e íntimo que solo puede proporcionar una canción como “Good Riddance (Time Of Your Life)”, con Billie Joe en soledad en el centro del escenario, su guitarra negra a cuestas y la firme convicción de que sí, esa también se la saben todos.