Germán Daffunchio y Sebastián Andersen: “Lo más difícil es que el sistema y el éxito no te devoren”
A los 64 años Germán Daffunchio está en un estado de gracia singular. Arriba del escenario, al frente de un gran momento de Las Pelotas, como lo demostró en el concierto que ofrecieron en octubre pasado en Obras al aire libre; pero también abajo, como en este encuentro con Sebastián Andersen, cantante de El Plan de la Mariposa, para el especial Músicos x Músicos 2025.
Hoy, Daffunchio mezcla las dosis justas de aspereza y dulzura, de frescura y de sabiduría, de rebeldía y de pasión, de humor y de seriedad. Un niño-hombre, travieso y maduro, ácido y sensible. Como si hubiera encontrado la fórmula de la vida, transita tranquilo consigo mismo, agradecido por estar acá, por ser un sobreviviente, pero siempre atento y señalando las miserias que hacen que este mundo por momentos sea un lugar peor. Sentado a su lado, Andersen, de 41 años, viene de celebrar el concierto más multitudinario de la banda que formó en 2008, en su Necochea natal, con cuatro de sus hermanos [Camila, Valentín, Santiago y Máximo], en el estadio de Argentinos Juniors.
Confeso fan de Las Pelotas, días atrás cumplió el sueño de subir a cantar con ellos no una, sino dos canciones. “Escucho mucho Las Pelotas y todas esas canciones las tengo internalizadas. Me encantó que me hayan invitado. Me encanta la tensión que tienen sus temas: toda esa musicalidad que te va llevando, con esa aura de esperanza y fortaleza, con las letras planteándote conflictos existenciales, pero siempre sostenidos por la música”, dice en este mediodía primaveral, picada y vino de por medio, en un bar de Palermo.
Los dos hicieron un esfuerzo extra para poder realizar esta nota, demostrando el respeto y el cariño que se brindan. Daffunchio viajó a Buenos Aires desde su casa en Nono, Córdoba, un día antes de lo previsto [al día siguiente estaba invitado para cantar con La Vela Puerca, en el estadio de Ferro]. Andersen pospuso varias horas su viaje a Rosario, en donde poco después de este encuentro El Plan se presentaría en la Fiesta Fa!.
“Como músico más grande, es casi un orgullo saber que bandas como ustedes se nutrieron de nosotros de alguna manera”, le dice Daffunchio. “Hay algo en El Plan que se nota enseguida y es que tiene lo más importante que tiene que tener una banda: personalidad”. Y entre canapés de salame y queso y copas de vino tinto, arrancan.
Sebastián: A mí lo que más me interesa de todo este circo de tocar, de grabar y todo eso, es la composición. Siempre pienso en eso. ¿Vos arrancaste haciendo temas de reguacho, no?
Germán: Al principio arranqué siguiendo a Luca. Yo tocaba la guitarra, tenía mis cancioncitas con Alejandro [Sokol]. Teníamos varios temas. Pero sí, después con Sumo, uno fue aprendiendo la profesión de componer. En un momento con Diego [Arnedo] le armábamos bases a Luca, sabiendo que un día él iba a ir a cantar encima. Eso fue una búsqueda constante de cosas distintas para darle pie a que cantara. Y después se va desarrollando la composición.
Sebastián: El momento, el nacimiento de la canción o por lo menos a mí las veces que más disfruto, es cuando nace. Como que va viniendo, algo como que es parte tuya, porque lo vas haciendo, pero también es como que pareciera acercarse a una especie de energía. No sé qué carajo es.
Germán: Todos vivenciamos algo parecido. Algunos lo llaman la antena. Pero, no sé, solamente los músicos saben lo que significa componer un tema. Lo que te genera dentro tuyo la creación. A mí también es una de las cosas que más me divierte, que más me gusta. Esa búsqueda constante, porque la música siempre se siente que está ahí. Uno a veces tiene que tener la apertura para llegar a ese lugar. Y ese es un viaje que a la gente le importa un pito, en realidad. Es un viaje muy individual de cada uno, del músico. Es fantástico.
¿Con el tiempo y la experiencia cambia la forma de componer?
Germán: Sí, ahora es muy distinto. Mucho mejor. Porque los años te dan experiencia y con la experiencia uno se relaja más y goza más de lo que está haciendo. En mi caso eso es crear melodías. Hacer música es una cosa, pero siempre lo más importante es lo que está arriba. Y ese es el viaje. Es un gran viaje. A mí me gustan mucho las melodías que hacen ellos. Se siente esto que él cuenta. El viaje compositivo. No es hacer una cancioncita. Es un viaje compositivo. Son cosas distintas. Y ustedes además, como te decía antes, tienen personalidad. Es importante ser quien es uno, verdaderamente. Y ustedes son eso. El gran desafío es, y esto lo digo a través de la experiencia, poder mantener eso a lo largo del tiempo. Que el sistema y el éxito no te devoren. Eso es lo más difícil para los artistas, el pasar ese umbral. La mayoría o muchos no pueden.
Sebastián: Y vos que lo pasaste… ¿cómo fue esa experiencia?
Germán: Después de pasarlo uno dice que podría haber sido todo mucho más simple. Pero mi generación o algunos más jóvenes también, todos sufrimos de lo mismo, que fue la ausencia de mayores que nos aconsejaran, nos dijeran çómo hacer. Cuando tenés 23 años y tenés un éxito de golpe, todos los músicos de rock te van a ver a escondidas y sabés que se arma toda esa cosa que fue lo que pasó con Sumo. Tengo muchos recuerdos de eso. Y me río casi de mí mismo, de lo inocente que era. Uno no se da cuenta de dónde se está metiendo. Porque sos músico, estás haciendo música, estás pensando en llegar a la gente, pero todo lo demás es todo lo demás. Y eso es el peligro, pero bueno, también la vida es experiencia, ¿no? Y tenés que nutrirte de todo lo que te toca vivir, claro. El asunto es que sobrevivas.
¿De la nueva generación de músicos qué ves, qué rescatás?
Germán: No, honestamente, verlos a ellos me dio un cierto grado de esperanza. Porque en un momento, viendo todo lo que se está consumiendo ahora, que la palabra es consumir, hay muchas cosas que me deprimen. Que la gente acepte que los músicos canten con autotune… Me parece que está bien como una idea para hacer un tema, pero después… ¿dónde están los cantantes? ¿Dónde está la música? ¿Dónde está la sangre? ¿Dónde está el latido? Ahora todo es una gran cáscara. Según mi visión, ¿no? Pero me da mucha impresión lo que pasa. Y cuando vi los videos que ellos crean y las cosas que mandan me pareció buenísimo. Dije: “¡Hay esperanza!”. Parece que me pagó El Plan de la Mariposa para hablar bien de ellos, ja. Pero lo cierto es que fue un grato descubrimiento. Me gusta mucho la energía que tienen. ¿Cuál es la base de una banda? La base de una banda es la unión y ellos están unidos desde nacimiento. Él me contó pequeñas historias y lo veo y se ve que son así. Me encanta… ¿Te hago un canapé?
Sebastián: Sí, por favor, ja. Y el otro día en el show algo que también me gustó es que estaban tus hijos. Yo no sabía y me encantó eso. La música también es como un punto de conexión, de encuentro con los demás, que encima te permite estar cerca de tu familia.
Germán: Sí, es muy loca la sensación de estar luchando todos en el mismo barco. En el caso de mis hijos, ellos crecieron entre los cables y su papá haciendo giras y crecieron en el campo, pero lo mamaron siempre. Es muy hermoso compartir el arte con tus hijos. Hay una parte de mí, que lo he dicho en una nota, que no sé si hubiese querido que mis hijos fueran músicos. Sí me parece fundamental que tengan la música como parte de su vida. Tener una guitarra es una herramienta para expresarse. Además, la música es algo que vos tocás las cuerdas, pero lo que sale no se toca. Es la conexión con el más allá. Pero bueno, las pasiones hay que cumplirlas, y eso es la parte de tocar conmigo este último disco, que todavía no salió pero que ya hicimos, que está buenísimo.
Sebastián: Igual el otro día tocaron uno de los temas y me gustó.
Germán: ¡Bien ahí! Es muy loco y es muy hermoso, porque en el caso nuestro no hacemos música comercial, pensando en el comercio. Estamos tratando de hacer buenos temas. Hablo por las dos bandas. Compartir el arte desde la trinchera con mis tres hijos varones, cada uno desde una función distinta, es hermoso. Ojalá que algún día te suceda.
Y vos, Sebastián, de la generación de Germán, ¿qué es lo que tomaste para hacer tu música?
Sebastián: Yo siento que todo es como una gran obra de arte que la humanidad va haciendo o una cultura que se va haciendo en un espacio. A mí me interesa si podemos aportar algo en eso que se está haciendo, que es una música de un territorio, de una cultura y nutrirme de bandas que son las que escucho, más allá de que me guste. Por eso la influencia es inevitable, porque es como que es conectarse con una estética, con un formato, con un concepto, con una idea y al final la música te va educando de alguna forma y esa educación que vas teniendo, después, a la hora de hacer algo, se va a expresar. A mí siempre me gustaron mucho las letras, me interesa lo que dicen en sus canciones bandas como Las Pelotas, Sumo y tantas otras del rock nacional. Hay mucha letra que te invita a una reflexión. Y por ahí un día estás leyendo un libro de filosofía y te das cuentas de que las preguntas son similares, porque son las preguntas que la humanidad se hace. Uno expresa poéticamente eso en medio de una melodía y te ayuda a que entre un poquito más en tu corazón.
Germán vivía en la ciudad y se fue a vivir a las sierras. Vos, Sebastián, vivías en la playa, en Necochea, y te viniste a la ciudad… ¿Cómo vivieron esos cambios en lo compositivo?
Germán: De alguna manera es un recorrido inverso el que hicimos, claro. Yo vivía aquí y me fui y él al revés. Creo que la ciudad es una fuente de inspiración constante, sobre todo para los grupos a los que les interesan cosas como el ser humano, los conflictos humanos, lo que pasa con los políticos, con lo que sea. Componer se compone en cualquier lugar, todo es una fuente de inspiración en un punto.
Sebastián: Vos te fuiste también para conectar con algo, como que necesitabas eso, ¿no?
Germán: Yo me fui porque sabía que me moría si me quedaba. Estábamos en una época brava y la ciudad, la verdad, que a partir de un momento dejó de gustarme. Ahora es casi un sufrimiento, ja, ja. No, pero sí fue una decisión de vida. Tenía tres hijos chicos recién nacidos, muy chiquitos, y tuve un episodio de violencia: un vecinito mío lo mató a otro de un balazo. Un nene chiquito, de cinco, seis años, le sacó la pistola al papá y lo mató. Fue tan fuerte todo eso que decidimos tratar de crearles otra infancia a nuestros hijos, que vivan, que se incorporen a la vida de otra manera. Fue una gran decisión, porque a la vez también fue una nueva oportunidad para mí y mi mujer de empezar otra vida.
Sebastián: Sí, reinventarte de otra manera.

Germán: ¿Y para vos qué significó venir del mar, de la arena, a 9 de Julio y Corrientes?
Sebastián: Ja, ja. Bueno, una forma que hace que pueda estar bien en la capital es que me estoy yendo todo el tiempo, vamos mucho a Necochea y eso me ayuda bastante. Pero la verdad también es que a uno lo trae la curiosidad. Allá en Necochea está el sol, sí, pero en el invierno sopla el viento, se pone frío y todo es bastante denso por ahí. Acá hay muchas cosas para hacer, bandas para ir a ver, hay mucha actividad artística y eso para nosotros fue un cambio muy atractivo.
Germán: Todo tu relato lo veo y es absoluto, porque pasa eso. Pasa en cualquier lugar del país, que por ahí los días de semana son tristes. El quilombo está acá o en otras capitales como Córdoba, Mendoza. Cuando uno es joven indudablemente vivir eso está buenísimo. De alguna manera, está bueno tener un equilibrio entre la ciudad y poder tener el cable a tierra en otro lugar. Él está en una edad para devorarse todo y yo ya me lo comí todo, ja, ja. Hay un montón de cosas que dejaron de ser atractivas para mí y uno empieza a ser más selectivo con su propia vida: dónde querés estar y qué querés hacer. Pero lo que él dice es absoluto, yo lo viví en la época del Einstein, de Zero, en los 80. Éramos muy pendejos y revolucionarios. Por eso entiendo perfectamente lo que él dice y es lógico y está buenísimo, porque si vinieron así del mar y ahora se están nutriendo de todo esto, hay que esperar cosas mejores todavía.¿Querés otro bocado? ¿Vas a ir a Masterchef?
Sebastián: Ja, ja. No, me niego, igual no me invitaron.
Germán: A veces los artistas necesitan ir ahí para pedir… bueno, no vamos a hablar mal de nadie, no.
Sebastián: A mí me gusta cocinar en mi casa.
Germán: ¿Cuál es tu especialidad?
Sebastián: Me gusta mucho hacer asado al asador a la estaca, cinco horas al fuego.
Germán: Cuando vengas a Nono, yo te puedo ofrecer comida vegana, cordero a la cacerola y comidas al disco también podemos hacer.
Sebastián: Otra cosa que me gusta de la comida es cocinar entre varios. No es que hago todo yo solo. Por ahí me colgué tomando un vino y bueno, vas vos y lo das vuelta.
Germán: ¿Te gusta la hermandad en todo?
Sebastián: No sé si en todo, pero sí.
Germán: Es un chiste, ja, ja.
Sebastián: Ah, sí, claro, perdón, dudé.

Germán: Me equivoqué en la pregunta, ¿podemos hacer un corte y volvemos? Yo no serviría para Almorzando con Germán Daffunchio, ¿no?
El corte sirve para rellenar los vasos y volver a empezar. Aunque retomando la frase de Daffunchio sobre lo revolucionario de la escena de los años 80 en el país. ¿Qué quedó de aquel impulso? “Nada”, se apresura a contestar la voz de Las Pelotas. “A la revolución y a los artistas se los comió el sistema. Cuando se creó el ‘rock latinoamericano’ todos empezaron a cantar en neutro, para que los entiendan. Para mí el camino del artista es complicado. Si decís lo que realmente sentís y hacés, lo que realmente querés, o tratás de ser agradable para la gente y decís cosas que la gente quiere escuchar y hacés canciones en donde todo es bonito. Mi caso nunca fue así. Más allá de que hay canciones que se hicieron famosas o lo que sea, para mí siempre el arte es una forma de descargar, de expresar, de sentir que no pasaste en silencio esta vida. No fuiste cómplice. No necesariamente se trata de cantar y disfrutar de la sociedad y del mundo, sino mostrar cosas que generalmente no se muestran porque no son comerciales. Un conflicto humano no es comercial, salvo que sea de sexo, no es comercial”.
¿Y en artistas como El Plan no ves cierta continuidad?
Germán: Sí, por eso estoy diciendo que cuando los vi, cuando los escuché, fue una gran sensación. Porque mi sensación era que estaban todos perdidos. Para los que nos criamos arriba de los escenarios, tocando toda nuestra vida, sangrando con la gente, es medio asombroso que venga un tipo que toca una tecla y haya cien mil boludos que bailen con él. Ya no es lo mismo. Hay que tomar lo mismo que toman todos y ahí bailamos, fenómeno, pero para los que estamos acostumbrados a tocar de verdad, es muy loco ver a los pibes de hoy.
Sebastián: Me gustó eso que dijiste de dejar tu aporte en el paso por la Tierra.
Germán: Viste que dicen que hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Para mí escribimos libros, un disco es un libro. A mí me parece fantástico el desafío que tuvimos nosotros ahora: hacer un nuevo material. Porque a medida que pasan los años, el común denominador de las bandas es que se convierten en una banda tributo o tocan el resto de sus vidas ese disco que los hizo famosos. Y el desafío es buscar nuevas composiciones y no para llenar un nuevo disco, sino hacer algo que te conmueva. De alguna manera estoy agradecido al cielo todavía de estar viviéndolo y de sentir… Es muy normal a mi edad decir: “Ya está”. Y más con esto que veíamos de la escena, en donde todo se ha vuelto una cáscara, una máscara, todo es superficial, no dura nada. Ahora bien, ¿qué quedó de aquello? La mayoría se ha muerto. Miralo a Charly [García]… A mí me da cierto grado de tristeza, porque lo que uno sentía que era toda una mentira, al final era cierto. Al final lo que buscaban era llegar a la fama, ser ricos y quedarse en un lugar de confort. Es lo más fácil quedarse en ese lugar. Pero al escuchar bandas como la de ellos me hace pensar que no fue en vano. Está buenísimo sentir que valió la pena, que hay un legado, que hay gente que continúa y agarra la antorcha… y corre… ja, ja, ja.
¿Vos, Sebastián, cuándo te diste cuenta de que querías ser músico?
Sebastián: Me acuerdo de que en Necochea íbamos siempre a un bar a ver bandas y un día habíamos tocado en casa y fuimos a ese bar a tocar y como que se disfrutó el momento de una manera distinta. Yo me percibía como una persona tímida, todavía lo soy, y de repente estaba ahí y era otra cosa el escenario. Se puede crear un mundo, una nueva vibración, diferente, y desde que empezamos a tocar, vinieron nuestros amigos, y después vinieron unos que no conocíamos y dijimos: “Por ahí si vamos a Tandil pasa lo mismo”. Siempre nos gustó mucho tocar en vivo, ese momento de adrenalina que te deja en un estado… Es como una droga, pero riquísima, que no tiene contraindicaciones.
Germán: Alguna tiene.
Sebastián: Eso nos encantó y me acuerdo de las primeras veces de abrazarnos y que nos diera un momento de compartir una emocionalidad que yo no conocía antes en mi vida, en otro aspecto. Después pasaron muchos años de tocar todo el tiempo, lo más posible. Cuando éramos chicos siempre nos movíamos en una combi, porque éramos seis hermanos y mis viejos. Cuando murió mi vieja, en 2013, quedó esa combi y nos fuimos a tocar a Tandil, a Mar del Plata, a Buenos Aires. Íbamos y caíamos en la casa de cualquiera a dormir o volvíamos sin dormir. Ahí sentimos algo, no sé bien qué es, pero ahí dijimos ‘queremos hacer esto lo más posible’.
Germán: El relato es buenísimo. Es la búsqueda inocente de lo que a uno le gusta de la vida. Y esa cosa de lucha, vamos, vamos, nos subimos, vamos. Recuerdo con Sumo que la primera vez que ganamos guita, nos compramos un metro y medio de pizza y diez cervezas, ponele. Y no podíamos creer que habíamos ganado plata tocando, fue muy incentivador. Si te rompías el culo podías vivir de lo que te gustaba. Pero a la vez, este relato de él, es lo que hace a una banda verdadera. Toda esa cosa de ir, vamos, la adrenalina, la felicidad, el abrazo. Eso es lo que te alimenta, porque es un viaje, paso a paso, los pibes hoy quieren agarrar una guitarra y en un día ser famosos y así no se hace. O sea, se hace, pero no sobrevivís.
Sebastián: A veces pienso que hay artistas que terminan siendo víctimas de las viralizaciones. De repente hicieron el tema, se viralizó mucho y de repente están en una situación que capaz no anhelaron.
Germán: Casualmente cuando subís todos los escalones de golpe… por algo están los escalones. Tenés que aprender. Si no, es muy fácil volverse loco, hay que tener una muy buena base.
Sebastián: Y darle valor también.
Germán: Obviamente, el valor del sacrificio, de lo que estás haciendo, que al principio era una joda y de golpe dijiste “salimos”, y empezaste y es muy incentivador, te da manija. Es buenísimo. Pero eso se logra solamente cuando lo vivís. Te entiendo, me encanta la historia. Lo de la combi… En nuestro caso era una estanciera. A mi vieja le robaba la estanciera y después tuvimos un Chevrolet 57, hay alguna foto perdida con Luca por ahí. Era de un tío mío y lo usábamos de transporte. Le sacábamos los asientos traseros y subíamos los equipos. Increíble. ¡Salud, amigo!
Sebastián: ¡Salud!











