Entre luces y sombras: Natalia Lacunza y el poder de mirar atrás sin quedarse allí
¿Qué es la nostalgia? Para algunos es un olor, un sabor, una foto, o incluso un viaje que quedó pendiente y que, años después, se logra hacer realidad. Y al hacerlo, aparece esa punzada dulce: recordar la primera vez en que se habló de emprender esa travesía.
Existe una frase —ya un tanto desgastada— que dice que recordar es vivir. Y aunque parta del cliché que intento evitar, lo cierto es que tiene algo de verdad.
En su nuevo trabajo, N2STAL5IA, Natalia Lacunza explora esa memoria emocional que no conoce edad. A sus 26 años, revisita momentos que le dieron luz, pero también sombra. Reflexiona sobre la importancia de rodearse de personas que ayudan a conservar la esencia, sobre el poder de mirarse hacia adentro y sobre la necesidad de soltar para dejar espacio a lo que está por venir.
En ‘Apego feroz’ mencionas: “Si volviera a elegir, me dolería igual” ¿Vale la pena el amor?
Pues yo creo que un poco a lo que se refiere esta frase es a que, si te tiene que pasar, te pasará, ¿sabes? Y si te tiene que doler, te dolerá. Aunque no sea en esa situación será en otra, entonces no hay que escapar del destino, básicamente. Hay cosas que te van a pasar sí o sí, y tampoco puedes dejar de vivir por miedo a que duela.
Claro. ¿No sientes que a veces estamos tan enfocados en no sufrir, que nos perdemos cosas que podríamos aprender?
Totalmente. Y además, esta canción habla justo de vivir al contrario de lo que estás diciendo tú: vivir con el corazón abierto, con todas las emociones a flor de piel, dispuesta a amar y a doler y a llorar y a todo. Es una forma de estar en el mundo que casi ni puedo elegir muchas veces. Y bueno, te vas haciendo un poco más mayor —aunque tampoco mucho, somos muy jóvenes— pero estas cosas te enseñan que, igual, no tienes que regalarle tu corazón a todo el mundo… pero aun así, no sé, soy una persona a la que le gusta sentir las cosas, vivirlas y conectar con lo que me pasa.
Cuando hablas de nostalgia y de soltar expectativas… ¿cómo lo vives tú desde dentro?
Creo que esta ha sido un poco la primera vez que he sentido las decepciones de la vida siendo una persona adulta. Los 25 y 26 años son momentos importantes en los que te llevas las primeras decepciones de qué, igual las cosas no son como esperabas: a nivel laboral, personal, relacional, con los vínculos… Es la primera vez que tienes que aprender a soltar algo que en tu cabeza iba a ser de una forma y resulta que no lo es. Es la primera vez que creces de verdad.
Yo lo he visto súper claro tanto en mí misma, en mi forma de estar en el mundo de una forma inocente, ilusionada, fresca… He sentido nostalgia de mí misma en ese momento en el que no estaba tan “corrupta”, cuando todavía no había estado expuesta a tanto ruido que poco a poco va minando esa luz interna. Pero también, por ejemplo, las personas que elegí cuando tenía 20 años pensando que ya era adulta, con capacidad de análisis para elegir a la gente de mi alrededor. Y de repente, a los 25 muchas de esas personas ya no están, o me han decepcionado, o me han hecho daño. Es la primera vez que te enfrentas a la corrupción de las expectativas. Y es duro. Pero bueno, también es la primera vez que lo aprendes, y ya está aprendido.
Y ahora que hablas de tus 20, que es esa edad en la que dices “yo ya puedo con todo, soy adulta”, ¿qué cosa de esa época te da ternura ahora, viéndolo con cinco o seis años de distancia?
Me da ternura mi forma de dirigirme al mundo, de escuchar a la gente, de creerme todo, de tomarme todo súper en serio, de ilusionarme rápido y entregar todo de mí a la mínima, sin recibir casi nada a cambio. Digo: “jolín, qué ternura y qué peligroso”. Estar en el mundo sin miedo, ir a todo… eso es muy bonito, pero muy peligroso, porque te expones más a que te duelan las cosas.
La veo con mucha ternura, a esa Natalia tan ilusionada, tan generosa, tan regalada. Y creo que ahora soy una mejor versión de mí: sigo siendo de corazón abierto, sigo disfrutando, sigo conectando, pero tengo más cuidado y sé leer mejor cuando alguien me la puede colar.
¿Cuál es la parte más sana y la más caótica de tus 25?
La parte más sana es esa en la que tu cabeza ya está alerta con ciertas cosas, te quiere proteger y quiere empezar a cerrar heridas. Esa parte que te dice: no puedes quedarte atascada en un dolor antiguo para siempre, tienes que tirar para adelante, buscar otras cosas, soltar lo malo. Porque muchas veces, por no soltar, no soltamos ni lo bueno ni lo malo. Y nos perdemos experiencias nuevas porque pensamos que un tiempo pasado fue mejor… y a veces ni siquiera es verdad.
Algo sano que me ha pasado es que he aprendido a no idealizar el pasado.
En ‘SABES QUÉ???’, a veces siento que hay momentos en los que tenemos ese síndrome del impostor y necesitamos recordar justo a esa niña con sueños…
[Risas] Son mis amigas las que lo cantan. Pero para mí tenía que ser como yo de pequeña gritándome: “Hola, estoy aquí, sigo existiendo, no has perdido tu cosa”. La voz de la inocencia llamando a la puerta, ¿sabes?…
Entonces te quería preguntar, ¿cómo lidias con ese enemigo silencioso y peligroso que te dice “no puedes”, y no olvidarte de esa niña que te dice “aquí estoy, no te olvides de quién eres”?
Es que total. Por eso esta es mi canción favorita, porque habla de eso. El síndrome del impostor es silencioso y destructor. Yo hace cinco años tocaba la guitarra todo el rato, cantaba por gusto, por amor, por disfrute. Y poco a poco lo dejé de hacer por sentirme ridícula o pensar que siempre lo podía hacer mejor.
Hay momentos en los que es muy difícil debatir con ese síndrome del impostor. Pero intentas escuchar la música que te inspiraba de pequeña, tener rutinas: tocar el teclado un rato, la guitarra otro rato, leer cosas que escribiste de niña… cosas que te recuerdan por qué te gusta esto.
Porque ojalá la profesión fuera solo disfrutar tú sola en tu cuarto, pero no lo es. Hay muchas otras cosas, y muchas te exponen al mundo de una forma incómoda, juiciosa, que te hace dudar. Es muy fácil que se cuele el síndrome del impostor y que olvides por qué amas esto.
Además, están los números, la inmediatez del consumo musical… muchas cosas te pueden hacer olvidar tu valor. Y tu valor no depende de la consecuencia exterior de tu música, sino de que tú te pongas a hacer canciones y eso te motive. Eso hay que cuidarlo, pero a veces se pierde.

¿Qué te gustaría que alguien te hubiera dicho antes de llegar a esta edad?
No te dejes llevar por las tendencias, ni por cómo se ven las cosas en redes sociales, ni por la industria musical. La industria musical es un lugar hostil y contaminante, incluso entre artistas. De repente hay competencia, tensión, cosas que se alejan del respeto y del amor por la música.
Me diría: trabaja mucho en hacer cosas que te recuerden por qué amas esto. No escuches el ruido. Ponte unas viseras —como las de los caballos—.
¿Sientes que estás en tu era de querer tenerlo todo claro… pero cero claro?
Creo que estoy aprendiendo a soltar y entender que el caos es parte del proceso. A mí me cuesta porque soy muy Capricornio, y ahora que he conseguido disciplina, cuando una semana no la tengo me pongo muy nerviosa. Siento que todo se va a la mierda, y no tiene por qué. Quizá un poco de caos es lo que luego coloca las cosas. Ser súper rígida no garantiza ni éxito ni felicidad. Aceptar que todo es serpenteante y pendular…
Pienso que en estas edades, 25 o 26, es ese momento en el que ves a todos a tu alrededor planeando su vida, haciendo mil cosas, y tú estás así de: ¿y yo qué?
Total. Y de repente dices: “Vienen los 30, luego los 35… ¿qué va a pasar?”. Hay que estar atenta a lo que te pida el cuerpo. Vivimos en un mundo difícil: precariedad, falta de tiempo, desconexión, pantallas, expectativas ajenas… hay que desconectar del teléfono y disfrutar más el día a día. Fiarte de tus instintos.
Justo hace poco leía –y no sabía– que las generaciones nuevas ya no publican nada, están hartas.
Yo tampoco lo sabía, pero parece que sí: no postean, lo dejan para los influencers. Yo ya no sé muy bien cómo se comportan las generaciones menores, estoy un poco perdida. Pero también me gusta no saber todo el rato qué pasa, qué es tendencia. Creo que ya no necesito saberlo…
¿Qué canción del disco es un “te juro que estoy bien… pero no”?
1 2 3. Habla de: ahora no estoy bien, pero lo estaré, pasito a pasito. Confiar en el proceso, poner un pie delante del otro, tener paciencia y fe. En las otras se ve bastante claro cuándo estoy bien y cuándo estoy mal. Y Plastilina es la canción en la que convergen todas las partes: es como un autopoema que abraza todo —lo bueno, lo malo, lo bonito, lo feo— y lo realza. Entiende que todo eso, junto, hace el yo entero.
¿Qué es lo que más miedo te da soltar ahora mismo… y qué es lo que más alivio te ha dado soltar este año?
Pues… déjame pensar. La verdad es que no lo sé. No tengo mucho miedo a soltar nada; de hecho, ahora mismo tengo ganas de soltar. Tengo ganas de soltarme en general: de exponerme a situaciones nuevas, de testearme un poco, de viajar, de trabajar con gente nueva, de componer yo sola. Estar tocando un instrumento y que haya cincuenta días en los que no me salga nada y, de repente, el día 51 sí. Quiero soltarme en general; no me da miedo soltar ahora mismo. Es el momento en el que lo tienes que hacer. No quiero retener: quiero soltar.

Si tu nostalgia tuviera olor, ¿a qué olería?
Pues… a Faber-Castell [risas]…
También diría que es mi infancia…
Si [risas]. Podría oler a lápices, a cuadernos… al olor de libro nuevo, ¿sabes? Como al forro de los libros, este plástico que les ponías antes de empezar el cole para que no se rompieran. También el rocío me encanta; es un olor que me evoca mucho a la infancia y, a día de hoy, me sigue gustando. El olor a bizcocho también.
¿Qué canción escuchas cuando quieres sentir paz? Es decir, para estar tranquila…
Yo diría que escucho ‘Re: Stacks’ de Bon Iver en ese tipo de momentos, o ‘Only’ de RYX, que me encanta también. También escucho canciones que me gustaban cuando era más pequeña: cosas conocidas que me agarran un poco a quién soy, como: ‘I Love You’ de Nat King Cole, me encanta ese tema, o ‘Quelqu’un M’a Dit’ de Carla Bruni. Sí, esa me da mucha paz.
Y la última: si pudieras quedarte con un solo aprendizaje de esta era… uno pequeño, uno que cabe en la mano… ¿Cuál sería?
Déjame pensar… es difícil, ¿eh? Bueno, pues: no tener miedo a probar cosas. No tener miedo a coger un avión e irte a no sé dónde; a meterte en un estudio con alguien que no conoces absolutamente de nada. A decir que sí, básicamente eso.












