Element 47: el restaurante que convirtió el vino y la hospitalidad en arte en Aspen
Aspen siempre ha sido sinónimo de exclusividad: nieve perfecta, hoteles de lujo y un aire cosmopolita en medio de las montañas rocosas. Pero hay un lugar que ha logrado darle identidad gastronómica a ese imaginario. Se llama Element 47, está escondido dentro del legendario hotel The Little Nell y desde hace años es considerado el mejor rincón para comer, beber y dejarse llevar en la ciudad.
El nombre hace referencia a la plata —elemento número 47 en la tabla periódica—, el mismo mineral que dio vida a Aspen en el siglo XIX. Y con esa carga simbólica, el restaurante honra la historia local mientras la eleva a través de una cocina bautizada como Colorado Contemporary: wagyu criado en la región, pastas hechas en casa, vegetales de temporada y un juego de texturas que nunca cae en lo obvio.
Una cocina con raíces y ambición
El chef Matt Zubrod y su equipo han logrado diseñar un menú donde el producto manda. No se trata de lujo por el lujo, sino de platos que saben a territorio y al mismo tiempo dialogan con la alta cocina. Desde un tartar de wagyu con mostaza púrpura hasta un cavatelli de avellana con ragú de conejo, cada receta es una postal de Colorado reinterpretada con sofisticación.
La propuesta se completa con un ambiente que rehúye del exceso: mesas amplias, madera, luz cálida, arte contemporáneo en las paredes y un servicio que practica lo que en Aspen llaman “elegancia relajada”. Aquí no hay rigidez ni formalismos absurdos; la idea es sentirse cómodo, aunque lo que haya en la mesa sea de otro nivel.

Si algo convierte a Element 47 en un destino global es su carta de vinos. Más de 20,000 botellas y un muro de cristal que exhibe unas 600 de ellas dan la bienvenida a un programa enológico que ha sido premiado sin pausa desde 1997. En 2025, el restaurante volvió a recibir el Grand Award de Wine Spectator, alcanzando su vigésima octava distinción consecutiva. Una hazaña que muy pocos restaurantes en el mundo pueden presumir.
Los sommeliers del lugar no son meros guías: son narradores que saben traducir cada botella en una experiencia. La idea no es impresionar con rarezas inaccesibles, sino encontrar el maridaje perfecto para cada mesa, cada ánimo y cada estación.

Ser parte de la Guía Michelin y sumar reconocimientos de James Beard o Forbes podría bastar para volverse complaciente. Pero Element 47 nunca ha funcionado así. En cada temporada se permite jugar, introducir nuevos platos, reinterpretar productos locales y arriesgar sin perder la coherencia.
Por eso, más que un restaurante de hotel, se ha convertido en un símbolo de Aspen: un lugar donde la tradición minera se convierte en relato gastronómico, donde el lujo es cercano y donde el vino es la verdadera brújula.