Camila Fernández: el legado de México heredado en la voz y el corazón
La voz de Camila Fernández estaba destinada a tener esa fuerza interpretativa necesaria para cantar mariachi. Y aunque dentro de la sangre de cualquier mexicano, el mariachi corre por las venas, dentro de la sangre de Camila corre la del último gran charro de México, Vicente Fernández, quien sirvió de gran apoyo para encaminar a una Camila que dentro del sonido pop no terminaba de conectar, pero que dentro del sonido auténtico mexicano, encontró su camino artístico por el cual va caminando con paso firme y valiente.
¿Qué significa para ti la música mariachi?
La música mariachi es todo lo que me define. Es mi ADN, mi historia, mi gente, mi ciudad. Es de donde vengo: Guadalajara. Son mis amigos, todos esos momentos en los que me he desahogado, una música arraigada a los instantes más importantes de mi vida. Representa mis despechos y mis enamoramientos. El mariachi y las rancheras son fundamentales para mí y para mi vida.
En los últimos años, la música mexicana ha evolucionado con gran velocidad. ¿Cuál es tu perspectiva sobre los nuevos corridos y esta música que ahora está en tendencia a nivel mundial?
Yo soy una artista tradicional y siempre voy a defender ese sonido porque quiero que permanezca vigente. Es un sonido que no envejece, que está presente en nuestra historia y con el tiempo se ha vuelto atemporal.
Los corridos han existido toda la vida, pero ahora los presentan con un sonido más fresco, que conecta con las nuevas generaciones. Sí, hay canciones que pueden ser violentas, pero también hay otras muy divertidas, que disfrutas y cantas con mucho sentimiento.
Algo que me parece maravilloso es que, en este momento, el mundo entero está volteando a ver a México por toda nuestra riqueza cultural. ¡Y de verdad es algo muy merecido! Me hace muy feliz.
Sin saber que iba a haber este boom alrededor de la música mexicana, fue que decidí volver a mis raíces sonoras, al mariachi… porque, la verdad, me sentía un poco perdida en el pop.
¿Cuándo te diste cuenta de que estabas perdida en el pop y que debías volver a tus raíces?
Estaba bien perdida [Risas]. El pop también forma parte de mi vida y me gustó mucho hacerlo, fue lindo mientras duró. Pero, sinceramente, no me sentía cómoda componiendo. Me sentaba a escribir y me frustraba, sobre todo porque no quería sonar como cualquiera de las muchas chicas que hacen pop. Yo quería encontrar mi voz, mi esencia, y en el pop había muchas cosas que no se sentían auténticas para mí. Me sentía bloqueada artísticamente.
La primera vez que me senté a escribir una canción de mariachi… ¡me salieron como 40! Ahí entendí cuál era mi camino artístico. Además, nunca dejé de cantar mariachi, en todas las fiestas cantaba canciones de mi abuelo, de Juan Gabriel, de Beatriz Adriana…
Fue idea de mi abuelo que grabara un álbum de mariachi. Yo pensaba: “seguro va a querer que grabe canciones ya existentes”, pero le dije: “No, Tata, yo voy a escribir las canciones”. Y él me preguntó: “¿Tú escribes mariachi?”… Todo empezó como una broma entre nosotros, queriéndole demostrar que sí podía hacerlo. Espero que esté muy orgulloso de mí.
Cuéntanos un poco cómo nació el concepto de tu nuevo disco La Fernández.
Mi primer disco, más allá del pop, tenía un sonido más tradicional. Luego empecé a notar que, en el norte del país, el mariachi se mezcla con un toque más norteño y descubrí este estilo “mariacheño” tan interesante.
Ahí surgió la pregunta: ¿cómo hacer que todo México me escuche? Y nació la idea de entrelazar los sonidos del norte con el mariachi tradicional.
Junto a Orlando Aispuro —productor de Clarín León, que me encanta todo lo que han hecho— logramos conectar con las nuevas generaciones y crear una mezcla impecable entre lo moderno y lo tradicional.
Este disco está muy inspirado en artistas como Intocable, Julión Álvarez, Joan Sebastian —con todo su romanticismo y poesía— y, por supuesto, en el mariachi tradicional. Siento que, con este álbum, por fin descubrí lo que realmente es mi ADN. En este disco me muestro cruda y completamente transparente.
Conectar con las nuevas generaciones me parece clave. Pienso mucho en mi hija y en sus amigas, que están creciendo con canciones como ‘Baby Shark’, y que no están tan expuestas al mariachi como lo estuvimos nosotros.
Hoy en día, muchos artistas recurren a las colaboraciones para llegar a nuevos públicos. Sin embargo, tú no colaboras tan frecuentemente.
Me gustan las colaboraciones que han llegado a mí, principalmente porque han surgido de forma natural, buscando mi voz y mi interpretación, no solo por llegar a más personas.
Justamente ahora fue que pensé que una colaboración podría ser algo padre, y justo llegó esta canción que pedía una voz como la del Mimoso. Fue un trabajo muy divertido.
¿Sientes alguna presión al ser hija de Alejandro Fernández y nieta de Vicente Fernández?
Más que presión, siento una gran responsabilidad con México y con su música. Y me encanta tener esa responsabilidad, porque es como llevar mi bandera. Estoy defendiendo la música de mi país y de mi familia, que ha dejado el nombre de México muy en alto. Me encantaría seguir ese camino y contribuir a que la música mexicana siga brillando.
¿Cuál crees que fue la herencia más importante que dejó tu abuelo a la música mexicana y latinoamericana?
Qué bonita pregunta. La forma de interpretar de mi abuelo fue, es y será única. Hay gente que ni siquiera habla español, pero su interpretación los hacía llorar. Transmitía algo tan profundo que iba más allá del idioma. Él fue un regalo hermoso para todos.
Para terminar, ¿cómo ves tu carrera en el futuro? ¿Cuál dirías que es tu gran meta como cantante?
Seguir trabajando mucho para ganarme las cosas, porque así es la vida y así me lo enseñaron mi abuelo y mi papá. Nada es fácil y es con trabajo honesto como se obtienen las cosas que más se disfrutan.
Espero, con mi esfuerzo, algún día llenar grandes escenarios, llevar la música mexicana a muchos países… y cantar más en México, porque mis giras han sido principalmente en Estados Unidos y tengo muchas ganas de desahogarme también en mi país.