Boris: los mejores intérpretes japoneses del término “heavy” llegan a Buenos Aires
Formados en Tokio, en 1992, el trío japonés Boris se hizo un lugar entre lo más pesado del rock. Su música incorpora elementos del stoner, el sludge metal, el noise y la psicodelia, pero sin casarse con ninguna de esas etiquetas. De lo que no hay duda es que su música es pesada; “heavy”, como aseguran ellos.
Desde 1996, la banda está conformada por Takeshi, en bajo y guitarra; Atsuo en voz y batería; y Wata, en guitarra. En sus más de treinta años de carrera publicó cerca de treinta LP, además de infinidad de colaboraciones, entre las que se destacan un EP con Ian Astbury, de The Cult, sus incontables registros con el artista noise japonés Merzbow, los reyes del drone metal estadounidense Sunn O))).
Originalmente sus discos solo eran publicados por sellos nipones, pero gracias a Southern Lord Records, sello fundado por Greg Anderson de Sunn O))), la música de Boris pudo conseguirse en Estados Unidos, lo que les posibilitó tener cierta popularidad en occidente. El disco PINK, de 2005, los consagró como uno de los grupos pesados más influyentes de las últimas décadas.
Antes de su primer show en Buenos Aires, el viernes 28 de noviembre en El Teatrito, Rolling Stone habló con los miembros de Boris sobre sus inicios, su sonido y su búsqueda artística.
Su música es pesada pero han transitado muchos estilos, ¿se consideran una banda de metal? ¿Cómo se definirían?
Atsuo: Desde que comenzamos, hemos estado persiguiendo lo que para nosotros significa “Heavy”, una forma ideal de cómo debe ser el sonido. Siempre hablamos de “Heavy Rock”. Para nosotros, el término heavy no es solo un adjetivo que se aplica a un género específico. Incluye el sonido en sí mismo, que es pesado, pero es algo más fundamental. Por ejemplo, una canción muy suave puede sonar heavy. Eso se debe a que resuena de manera profunda y densa en el espíritu y las emociones del oyente. A veces, cada palabra susurrada en una canción puede tener un peso inmenso. El significado de heavy es amplio y profundo. Por eso seguimos intentando llegar a su esencia, utilizando todos los métodos a nuestro alcance, sin ceñirnos a un estilo en particular. Y por eso mismo, nunca nos dijimos “somos una banda de metal”, ni lo hemos proclamado. En el pasado, ya fuera en festivales de psicodelia, punk o metal, siempre estábamos en una posición un tanto ajena, sin pertenecer realmente -o sin poder pertenecer- a ningún género. Pero en los últimos años, Boris llegó a ser considerada una banda de metal. Hoy en día, el metal ha ampliado su definición, y se convertió en uno de los géneros más vanguardistas, abarcando una gran diversidad. Nos alegra sinceramente ser recibidos en ese espacio, aunque nosotros mismos no nos llamemos “metal”.
¿Qué sucedía en la escena musical japonesa cuando se conformaron como banda? Surgieron a la par que otra banda que también ha hecho un gran trabajo desde el uso del ruido, Melt Banana.
Takeshi: Desde los 80 hasta los 90, las primeras generaciones de las escenas de metal, punk, psicodelia y noise ya estaban bien establecidas. Cuando comenzamos a tocar, alrededor de 1992, fue una época en la que gente joven empezaba a adentrarse en esas escenas, y se volvía cada vez más activa la interacción entre personas de diferentes géneros y la fusión entre estilos musicales.
Bandas y artistas que aspiraban a crear música nueva, que no encajaba en ningún género o escena, rondaban por el underground de Tokio. Boris fue encontrando su lugar, resonando y vibrando en sintonía con esas otras bandas. Organizamos una serie de conciertos llamada Fangsanalsatan, donde invitamos a diversas bandas de todos los géneros. La escena under de Tokio y de Japón en general, siempre ha sido muy pequeña. Es un mundo reducido. Dentro de ese espacio, seguimos haciendo lo que nos parecía interesante en ese momento, acumulando experiencias hasta llegar a lo que somos hoy. Algunas bandas con las que compartimos escenario en aquel entonces siguen activas hoy. Melt-Banana es una de ellas. La escena musical japonesa en los 90 era un caos. Las líneas entre lo mainstream y el underground se volvían borrosas, y los conciertos de bandas vanguardistas del extranjero se hacían cada vez más frecuentes. Era el amanecer de Internet, y eso también aceleró la velocidad con la que se podía acceder a la información. Definitivamente, el flujo de la música cambió por completo.
Una característica del metal moderno es la longitud de los temas, de hecho su primer disco es un solo track de más de una hora ¿Cómo piensan estructuralmente esto? ¿Van aprendiendo por partes?
Atsuo: En el caso de Boris, puede que la extensión de las canciones tenga un significado diferente al de otras bandas. A medida que fuimos avanzando como grupo, comenzamos a usar más amplificadores, encontramos pedales de fuzz que nos gustaban, y fuimos aumentando el volumen a niveles extremos. En ese proceso, empezamos a darnos cuenta de la importancia no solo de los riffs o melodías que se pueden escribir en una partitura, sino también de la resonancia en sí, su textura, sus fluctuaciones y la presión sonora. A diferencia del método convencional de componer música con notas —melodía, acordes, ritmo—, empezamos a incorporar activamente los fenómenos sonoros como elementos musicales. Componer, en ese sentido, puede compararse a lanzar un hechizo que provoca esos fenómenos. A veces componemos estructuras para generar conscientemente esos fenómenos agradables, y otras veces, partimos de improvisaciones en el estudio, donde surgen espontáneamente esos momentos, y luego los reconstruimos para convertirlos en una composición.
Han transcurrido veinte años desde PINK, probablemente su disco más famoso ¿Qué ha cambiado desde su lanzamiento a la actualidad?
Takeshi: Este álbum se convirtió en uno de los motores que impulsaron nuestras actividades en el extranjero, y personalmente fue el detonante para que dejara mi trabajo fijo y comenzara a vivir solo de la música. Es un álbum muy querido para mí. Recorrer el mundo y ver cómo PINK era recibido por tantos oyentes y audiencias fue una emoción y alegría difíciles de olvidar. Después, algunas de las canciones se usaron en bandas sonoras de películas, y el álbum fue destacado en numerosos medios como un clásico del heavy rock. Realmente siento que PINK quedó grabado en la historia del rock. Han pasado veinte años desde su lanzamiento, así que los jóvenes oyentes que descubrieron a Boris recientemente, naturalmente, no lo escucharon en persona, y el público joven que asiste cada vez más a las salas después de la pandemia no conoce la atmósfera de aquella época. Nosotros mismos, después de PINK, hemos seguido creando muchas obras y actualizando nuestra expresión. En esta gira aniversario presentaremos un setlist del pasado, pero no es solo para recordar con nostalgia aquellos tiempos. Espero que los oyentes y el público, tanto del pasado como del presente, conecten entre sí con el nuevo Boris de 2025.
En su set up se suelen ver amplificadores Orange ¿Qué encontraron en estos equipos? ¿Son de buscar instrumentos, pedales y amplificadores para hacer evolucionar o modificar su sonido?
Wata: Lo primero que me encantó fue su apariencia. Un logo y un emblema en color naranja muy lindo. También se usaban en las grabaciones de viejos programas musicales británicos. Justo en los años 90 se reeditó, y cuando lo probé en una tienda de instrumentos, me cautivó su rica gama media y la potencia sonora. Desde entonces comencé a comprar y usar cabezales y gabinetes vintage, y ahora casi no sé usar amplificadores que no sean Orange. He usado la misma guitarra y amplificador durante mucho tiempo, y los amplificadores Orange se han convertido en una especie de marca registrada para mí y para Boris. He probado muchos pedales de efectos a lo largo del tiempo, y ahora recibo muchas solicitudes para probar nuevos modelos. A menudo, las canciones nacen inspiradas en los efectos que producen esos pedales.
Para muchos occidentales un acercamiento a la música japonesa fue gracias a un libro del músico británico Julian Cope. ¿Qué bandas pueden recomendarnos?
Takeshi: El Jap Rock Sampler tenía muchas imprecisiones, pero sin duda fue una oportunidad para que los fans de la música en el extranjero conocieran la historia del rock japonés. Esto condujo a un mayor descubrimiento del rock psicodélico y pesado japonés de los años 60 y 70. Creo que la última frontera fue la escena underground y visual rock de Japón de los años 90. Atsuo y yo fuimos muy influenciados por una banda llamada YBO2, y si tienen la oportunidad, les recomiendo encarecidamente que experimenten su estilo musical único y su fuerte carácter, que no se parece al de ninguna otra banda. El líder de YBO2, Masashi Kitamura, dirige el sello Trans Records, que ha lanzado numerosos discos de bandas con una música vanguardista. Se dice que la imagen y puesta en escena de esas bandas fueron el origen del visual kei. Bandas como Z.O.A y Sodom también son maravillosas. RUINS, que ya son reconocidos en el extranjero, también han sido lanzados como artistas de este nivel. Los invito a explorar una corriente del rock que, precisamente por ser Japón un país insular, ha experimentado una evolución única.
Atsuo: Todos los artistas con los que Boris ha tocado en Japón son realmente recomendables, así que me gustaría que todos los escucharan.








