Juana Molina y Benito Cerati en Rolling Stone: crear a solas, cargar apellidos pesados y reinventarse
Juana Molina aprovecha un halo de luz artificial para acercarse al espejo y, subida en puntas de pie a uno de los sillones del pequeño camarín de Strummer, darse el último toque de color en la cara. El bar de Palermo con nombre de cantante de The Clash –que manejan los miembros de Attaque 77 Leonardo De Cecco y Luciano Scaglione– es un lugar completamente nuevo para ella. Pero no vino para tocar. De hecho, tampoco tendría sentido que lo haga un lunes a las 4 de la tarde. Lo que la convoca en este día y horario atípico, con las persianas bajas y la música apagada, es una charla mano a mano con alguien que tampoco conoce demasiado, Benito Cerati, que la espera paciente en la barra, mirando su celular.
Él sí conoce este rincón que huele a rock and roll por el que, desde hace ya siete años, pasa buena parte de la escena underground de Buenos Aires. Observa los recovecos, la puesta de luces, el ladrillo a la vista de las paredes y se pone a hacer memoria. Recuerda que vino a ver bandas y que incluso se subió a cantar alguna vez, como invitado, al mismo escenario en el que ahora hay dos sillas y que por los próximos 50 minutos se convertirá en el punto de encuentro de dos artistas que –todavía no lo saben, pero están a punto de descubrirlo– tienen más en común de lo que imaginaban.
Benito Cerati: Este fin de semana estuve escuchando mucho Doga [el último disco de Juana Molina] porque en mi banda la violinista y la teclista son muy fanáticas y me dijeron: “Tenés que escuchar esto”. Y me encantó, la verdad. Ya nos habíamos encontrado en un festival…
Juana Molina: En el CCK.
Benito Cerati: Ahí también.
Juana Molina: Me acuerdo de que ese día me encantó lo que hiciste vos. ¿Te acordás que te dije? ¿Qué era? ¿El homenaje a Charly [García]?
Benito Cerati: Sí, era lo de Charly.
Juana Molina: El que más me gustó ese día fuiste vos.
Benito Cerati: Gracias.
Juana Molina: Pero por lejos. Me pareció que tenías una frescura y una… no sé, algo muy lindo, muy propio. Y me conmoviste.
Benito Cerati: Gracias. Sí, yo la pasé muy bien ese día.
Juana Molina: Se notó.
Benito Cerati: Estuvo muy lindo.
Juana Molina: Es lindo cuando hacés algo de lo que después no te avergonzás.
Benito Cerati: Sí, además de que no estás haciendo algo propio, ¿no? Algo que está en la memoria colectiva de la gente. Cómo hacer para que sea respetuoso y, a la vez, que tengas que ver vos con eso.
Juana Molina: Claro, por supuesto, mezclarlo con vos.
Benito Cerati: Y después nos hemos visto en algún festival en Mar de Plata, no sé si te acordás.
Juana Molina: Ah, sí.
Benito Cerati: En una cervecería.
Juana Molina: Sí, estuvo bueno ese día.
Benito Cerati: Vos tocabas antes y nosotros te vimos de costado. Te había visto muchos años antes y siento que hay como una oscuridad incipiente en tu música.
Juana Molina: ¿Ah, sí?
Benito Cerati: Como que en cada cosa que sacás vas metiéndole algo como Massive Attack, de prestarle más atención al bajo. Esa es la sensación que me da.
Juana Molina: Lo que pasa es que antes mezclaba. El primer disco que hice sola, imaginate que mezclé todo el disco sin ecualización.
Benito Cerati: Así, crudo.
Juana Molina: No sabía que existían los ecualizadores.
Benito Cerati: Claro. ¿Qué año era eso?
Juana Molina: Eso lo mezclé en el 99. No tenía ni idea de un compresor, ni hablar. Todavía no sé usar compresores. Pero en ese momento, si vos entrás a los proyectos, ves los dibujos de la línea de volumen como una cordillera de los Andes. Es como si lo hubiera hecho con un compresor, pero todo muy artesanal.
Benito Cerati: ¿Y lo hiciste vos sola ese?
Juana Molina: Sí.
Benito Cerati: Instrumentos, todo.
Juana Molina: Sí, sí. Todo. La mayoría de los discos, salvo Halo y este último, que tiene más participantes, los hice siempre sola porque descubrí la libertad de la intimidad. Me cuesta mucho que alguien presencie el momento en el que se te ocurren las cosas. Y lo que se te ocurre puede ser una porquería.
Benito Cerati: Claro.
Juana Molina: Pero estás solo. Lo dejás de lado, nadie se enteró, seguís adelante. Siempre digo que yo creo que soy como un fotón. ¿Viste lo de la teoría de los fotones?
Benito Cerati: Sí…
Juana Molina: Que cuando se sienten observados, tienen un comportamiento diferente. Entonces, deduje, si un fotón, que es una partícula mínima que tenemos en nuestro cuerpo, tiene un problema cuando se siente observado, imaginate nosotros enteros. Cambiamos por completo al sentirnos observados.
Benito Cerati: Y en ese sentido, ¿el vivo te es más cómodo o más incómodo?
Juana Molina: Es distinto el vivo porque en el vivo estás recreando algo que ya existe.
Benito Cerati: Sí…
Juana Molina: Después, con el tiempo, las cosas cambian, pero no tengo esa cosa exhibicionista de pelar cuando hay otros.
Benito Cerati: Sí, eso se nota muchísimo, que es como que estás en tu propio viaje de comunicación. Que no estás queriendo que en un tema, que en este disco, haya una otra voz o algo así.
Juana Molina: Claro.
Benito Cerati: Como una cosa tuya, algo con lo que me identifico mucho. Toda mi vida fui así.
Juana Molina: Sí, yo a vos te veo como una cosa medio introvertida, linda, ¿no? Aparte vos debés tener el peso enorme de ser hijo de Gustavo, que yo, en una manera muy diferente, también lo viví por mis viejos, que eran muy conocidos [el cantante de tango y boleros Horacio Molina y la arquitecta, actriz y modelo Chunchuna Villafañe].
Benito Cerati: Claro.
Juana Molina: Después se me pasó, pero supongo que a vos ya se te debe estar pasando también.
Benito Cerati: Sí, sí. En mis primeros ocho años, ponele, que hacía música, no tenía ninguna meta con eso. Era como que simplemente hacía lo que me gustaba y no me importaba si estaba bien o mal hecho, objetivamente. Era como que simplemente quería sacar afuera cosas y no me interesaba ser ni un buen cantante, ni un buen músico, ni un buen letrista; era simplemente hacer.
Juana Molina: Bueno, pero empezaste bien si empezaste así.
Benito Cerati: Creo que sí. Fue mucha práctica, mucha investigación también. Me ponía seudónimos, ¿viste? Como para sacar cosas sin que fuera yo, en cierto punto.
Juana Molina: Claro, sí.
Benito Cerati: Me sirvió mucho todo eso. Y en un momento, creo que fue después de la cuarentena, dije: “Bueno, la verdad que me gusta mucho cantar, quiero hacer esto bien y quiero ser cantante”. A partir de ahí, hubo algo de la garganta que se hizo así y se abrió. Y apareció lo que siempre estuvo, pero que quizás no había mucha ambición y lo que sea, ¿no? A partir de ahí, empezó a aparecer también cómo quiero que suenen las cosas, cómo quiero que sea producido esto. Y me mandé a hacer mi estudio en mi casa. Me compré un lugar que tenía un subsuelo abandonado y me hice mi estudio ahí abajo. Y dije: “Voy a probar cómo es producir”. Porque siempre trabajaba con alguien más.
Juana Molina: Eso te iba a preguntar, ¿vos producís ahora?
Benito Cerati: Todo esto que hice últimamente, de un año para acá, sí. Y es muy mío. Mi sonido, mis cosas. Hay algo muy lindo en que haya una oreja que no sea la tuya. A veces uno se ensimisma. Bueno, a mí me pasa eso, no sé cuándo cortar. Pero me debía hacer algo propio. El año pasado salió este primer bache de canciones que es 100% mío. Letra, música, producción, todo: inclusive instrumentos.
Juana Molina: Y ese lo grabaste ahí en tu casa.
Benito Cerati: Sí, así que me volví más vos ahora.
Juana Molina: Ja, claro.
Benito Cerati: A la vez me pasó mucho de estar haciendo temas en este último tiempo y mirar y decir: “Esto no va con mi voz, pero sí va en mi proyecto”. Entonces, como empezar a pensar alrededor.
Juana Molina: ¿Y qué hacés cuando no va con tu voz?
Benito Cerati: Empiezo a ver, de afuera, quiénes cantan parecido a lo que escucho en mi cabeza. Como decir: “Sí, lo puedo cantar yo, pero es como un tono de voz que pienso que es otra cosa. Acá va más una mujer”.
Juana Molina: ¿Pero eso no será porque por ahí compusiste el tema en un tono que no te queda bien? Porque eso es terrible. Yo hago eso todo el tiempo.
Benito Cerati: Lo pensé, pero no me gusta modificar.
Juana Molina: A mí me pasa lo mismo.
Benito Cerati: Nace así, queda sí. Entonces, prefiero que lo cante otra persona a tener que modificar el tono. Algo más dulce, a veces. Yo tengo una voz muy para fuera. Entonces, a veces algo susurradito por ahí le queda bien a otra persona. Y me pasó esto de que sea muy propio, pero a la vez, si escuchás el disco, hay muchas partes que no canto yo, cantan otras personas. Canta a veces la tecladista. Y tiene esa cosa como que termina siendo muy personal y muy íntimo, pero muy colectivo a la vez. Tengo gente que canta, pero no es gente que está en el ambiente, que es conocida. Por ahí no hicieron nada todavía, pero es un amigo que sé que canta muy bien. Cosas así. Hay como un puzzle, algo que se arma. A mí me encantó esa experiencia, estoy en eso y después, en los vivos, naturalmente eso se amplía. De repente es como una fiesta de cumpleaños que tiene todas esas cosas que están buenísimas. También me pasa de agarrar mucho de lo que hacía en esos primeros años míos y rearmarlo con la cabeza de ahora. No sé, por ahí a vos te pasa cuando agarrás temas viejos.
Juana Molina: No suelo agarrarte temas viejos.
Benito Cerati: Hacés más lo de ahora y ya.
Juana Molina: ¿Vos decís en el vivo?
Benito Cerati: Claro, en el vivo.
Juana Molina: Lo que pasa es que empecé a entender por qué los conciertos de la gente muy famosa son tan largos. Porque cada disco que sacás es una hora más de música. Bah, mis discos son largos. Entonces, viene el momento del sacrificio. ¿A quiénes importantes dejo afuera en el nuevo show? Ya en el disco anterior me costó mucho porque tenía que serruchar temas que me encantan porque tenía que ir lo nuevo. Unos volvieron y se fueron algunos de los nuevos, pero ahora, esta lista de temas, me cuesta muchísimo. ¿Cómo no vamos a tocar este? ¿Ni este? No, no pueden no estar esos temas.
Benito Cerati: ¿Y no pensaste en reversionar?
Juana Molina: Siempre reversiono. Es que yo siento que los temas, salvo algunos, son como marsupiales: nacen sin estar terminados. Entonces, los ponés en el disco y así nacen. Pero después, a fuerza de tocarlos… Por dos razones, primero, no soy un pulpo… Es un buen nombre para mi próximo disco: No soy un pulpo.
Benito Cerati: Ya me imagino la tapa.

Juana Molina: Y no puedo tocar todo lo que toco en mi casa al mismo tiempo. Entonces viene el momento de reducir. ¿Qué elementos hacen que esta canción siga siendo esta canción? ¿Cuáles puedo no poner? Y esos cambios también me sugieren otras formas de tocarlo. Y muchísimos temas siguen cambiando. Temas que toco desde hace 20 años que siguen mutando. En cambio, algunos muy poquitos fraguaron en una forma final. Y si bien hay, por ejemplo, un tema que se llama “Un día”, la mayoría, el 70%, lo toco siempre igual y el final es un poco más de improvisación, con una estructura más o menos determinada. Lo que toco, lo que canto, todo, pero medio basado en lo mismo.
Benito Cerati: Claro, eso es lo que te iba a decir. No sé cuánto sos de ir a ver shows.
Juana Molina: No mucho porque vivo lejos.
Benito Cerati: Cuando era chico era adicto y después ya…
Juana Molina: Pero vos sos chico todavía, permitime decirte.
Benito Cerati: No, obvio, pero no soy niño o adolescente, ¿no? Lo que quiero decir es que a veces me gusta, si voy a ver algo, que no sea ir a escuchar un disco. A mí me gusta la imperfección también, o la diferencia, o que se note que ha habido un trabajo de modificación para que puedas vivir otra experiencia que no sea verlos tocar exactamente lo mismo. Y eso a mí me regusta.
Juana Molina: ¡Claro! Sí. Al principio, cuando recién empecé a tocar en vivo, decía: “No, pero tiene que sonar igual al disco”. Esto ya lo conté muchas veces, pero siempre hay un oído nuevo. Al principio, para tocar todos los tracks que había, necesitaba una banda de doce, diez músicos. Primero, no me daba la guita. Segundo, no me daba la cabeza porque sentía que los iba a esclavizar a los músicos y que iban a estar tocando así [hace el gesto de tocar sin ganas]. No quería eso. Entonces, ahí fue que empecé a buscar lo que todavía no existía, que es lo que se terminó convirtiendo en mi herramienta principal, la lupera. Yo iba y preguntaba en todas partes: “¿Algo que haga esto?”. Los primeros años que toqué sin lupera, los primeros pocos años, hice tres shows con un playback con parte de las cosas. Y me di cuenta de que no estaba yo ahí. Era un embole. Pensaba: “Che, no le contesté el mensaje a Carolina, uy, me voy a matar…ahora cuando termine el show la llamo. ¿La canilla?…”. Así hacía el show porque no tenía ninguna responsabilidad.
Benito Cerati: No estabas tan ahí adentro.
Juana Molina: Porque estaba todo sonando a un tempo que decidió esa persona hace cuatro años. Y por ahí hay días que las canciones salen un poquito más rápidas o un poquito más lentas, eso es clave. Y después, el tema de los arreglos. Que haya algo viejo no tiene nada que ver con ese vos de aquí y ahora, que es fundamental para que el vivo sea vivo y no muerto. Porque lo que pasaba es que era un muerto, ¿entendés? No era un vivo lo que estaba haciendo.
Benito Cerati: Era como una escucha, básicamente.
Juana Molina: Duró tres shows. Eran cuatro fines de semana en un lugar y al cuarto show dije: “Che, ya no puedo más hacer esto. No da, no da”. Ahí abandoné por completo y me di cuenta…
Benito Cerati: ¿Tocabas sola en ese momento?
Juana Molina: En ese momento estaba tocando con [Fernando] Kabusacki. Y era un embole total porque estaban todos ahí, pero como congelados detrás de un vidrio, fijos… no, una porquería. Pero me di cuenta muy rápido. Así que, a partir de ahí, empecé a encontrar maneras nuevas de tocar los temas.
Benito Cerati: ¿Y seguís usando lupera en vivo?
Juana Molina: Sí, porque me gusta mucho tocar y quiero tocar. “¡Ay, no, pero esa parte la quiero tocar! ¡Ay, pero esa parte también la quiero tocar!”. Entonces voy tocando, grabando. La lupera me permite recrear el modo en el que compongo. Yo no componía con lupera, componía tocando durante 45 minutos lo mismo, porque me copaba tocar. Entraba como en un trance con lo que me salía. Entonces hacía unas grabaciones que hace 2000 años, cuando recién empecé, eran en casete. Muchas veces duraban lo que duraba el casete. Era muy violento cuando paraba el casete. ¡Pac! Saltaba. Hacía una cosa mecánica con mucho ruido. Entonces, de esas canciones, ninguna tiene el final, porque era todo un loop eterno, pero tocado.
Benito Cerati: Y cortan abruptamente.
Juana Molina: Claro. En los discos toco todo lo que después lupeo. Por eso necesitaba una máquina que hiciera eso, porque era más o menos lo mismo. Si alguna vez lupeo algo en un disco, elijo una parte muy larga para que sea lo mismo, pero que esté todo tocado. Y viste que aunque toques siempre lo mismo, alguna sutileza, un poquito más fuerte, un poquito más bajo, una nota que te equivocás, una nota que por ahí no suena, una nota que se cuela, que sé yo… le da vida. No es un ¡clic y print!, ¡clic y print!. La diferencia, para mí, entre un loop y una repetición es que el loop es una rueda que avanza sobre una calle cuyo paisaje va cambiando.
Benito Cerati: Está buenísimo.
Juana Molina: En cambio, algo que se repite es algo que gira en falso y que no avanza y se vuelve a repetir. Y más que un loop, es una cosa que te agota.










