Juanse y Dillom en Rolling Stone: “No hay que perder la libertad de hacer y decir lo que uno quiere”
“Ah, pero es rock esto”, dice Juanse sorprendido mientras escucha a todo volumen “Cirugía”, tema clave del último álbum de Dillom, Por cesárea. “Sí, sí”, dice Dillom y ríe tímido. Cuando termina la canción, Juanse pone un nuevo tema suyo desde su celular. “¡Está buenísimo!”, devuelve Dillom. El intercambio musical logra la síntesis de este cruce generacional. Es lunes por la tarde y los dos llegaron hace un rato a la sala vip de la peluquería palermitana Salón Berlín para esta producción especial. Se conocieron este año, en enero, en la fiesta de casamiento de Andrés Calamaro (“nos tocó compartir mesa”), pero charlando descubrieron varios puntos de contacto entre sí, incluyendo la amistad que entrelazó Dillom con Daland Gutiérrez, el hijo de Juanse, músico también, que vive en Londres.
Mientras en la planta baja se prepara el set para filmar la charla entre ambos, los músicos se distienden, beben Fanta (disparador para que Juanse, siempre tan erudito, se extienda sobre cómo la filial alemana de Coca Cola inventó la Fanta para poder seguir vendiendo sus productos en tiempos de bloqueo comercial del nazismo, durante la Segunda Guerra Mundial), hablan de su pasión compartida por Boca (“yo paraba en la 12, pero ahora hace como diez años que no voy”, cuenta Juanse), se entusiasman al enterarse de que compartirán cartel en el Cosquín Rock Florianópolis (“eso va a estar muy divertido”, se ilusiona Dillom) y hasta caen en la cuenta de que estuvieron, en años distintos, en la misma mansión en Ibiza.
“Si querés te puedo cortar un poquito el pelo antes de las fotos”, sugiere el anfitrión Fernando Elo, peluquero estrella con muchos contactos en el rock de acá. Juanse acepta y se sienta en el sillón frente al espejo, pero no por eso deja de hablar. Histriónico como siempre, el líder de Ratones Paranoicos se despacha con las mil y una anécdotas para romper el hielo del encuentro. En minutos nomás, en esta sala está todo derretido a fuerza de carcajadas.
“Bueno, ¿vamos abajo y hacemos la nota?”. “Esperá, quiero mostrarle un tema más a Dillom. Cuando me quiero relajar pongo esto”, dice Juanse y le da play a “Emotion & Commotion”, de Jeff Beck. “Escuchá, escuchá… ¡Mirá lo que es ese solo!”, alucina y, una vez que termina, ahora sí está listo para empezar.
Juanse: Cuando nos conocimos en el casamiento de Andrés, me encontré con alguien con los pies en la tierra. Yo había visto esos veinte segundos que se viralizaron…
Dillom: ¿Lo que dije en el Quilmes Rock?
[Nota del editor: en aquel festival, antes de tocar “Buenos tiempos”, de su último disco, Dillom encaró al público y dijo: “Yo escucho mucha gente que dice, ‘¿por qué toca Dillom? Si no hace rock. Esto no es rock…’. Yo soy el rock, al que no le gusta, que me rompa bien el orto… vamos”.]
Juanse: Sí, eso. Vos te reís, pero eso es tener convicciones y entusiasmo. Eso no hay que perderlo. Como tampoco hay que perder la libertad de hacer y decir lo que uno quiere.
Dillom: Claro, y no solo se trata de convicciones y entusiasmo, sino que también yo siento que tengo un gran sentido del humor y me gusta eso, no me lo tomo personal. Para mí eso es un paso de humor. Yo sé lo que hago y sé para dónde voy y por eso puedo darme ciertos lujos de decir algunas pavadas, porque hay una estructura que lo sostiene.
Juanse: Evidentemente, si no, no estaríamos acá sentados. Nada más estaría yo con el peluquero, ja, ja. Yo creo que lo que hoy aparece como algo transgresor y, digamos, resistido, es lo que más te tiene que develar la conciencia de saber que vas por el buen camino. Los artistas que fueron amados por todo el mundo, nadie se acuerda de ellos. ¿Entendés? Siempre tiene que haber una voz… Una parte fea, que es fea para el exterior, porque a nosotros nos tiene que servir todo eso. Porque cuando nos critican o cuando arman un juicio de valor sobre nosotros, evidentemente hay un interés, hay una atención prestada hacia lo que hacemos. Entonces eso te tiene que alentar más que tirarte para atrás.
Dillom: No, no, eso es mi combustible. Todos los días me levanto gracias a esa energía.
Juanse: Yo me acuerdo que iba con la viola por la calle y me metían en cana, iba con una guitarra, no porque pensaran que llevaba heroína adentro del estuche, sino que era simplemente por ser un tipo que estaba enfocado a tocar o a ser parte de un movimiento de la música que generaba mucha reticencia desde el poder. Por eso me encanta estar acá con vos y estoy realmente agradecido, ¿sabés? Porque ser una opción para compartir con vos, que sos de la nueva generación o degeneración de toda una forma de ver las cosas, me parece buenísimo. Somos tipos absolutamente anormales, pero que tienen conciencia de gustar y de estar entusiasmados con lo que hacemos.
Dillom: El agradecimiento es mío. Yo soy fanático de Ratones, obviamente. Si bien no me gusta catalogarme ni bajo el rock ni el punk ni nada, yo soy fanático del punk, de los Ramones, que los tengo tatuados en la espalda…
Juanse: Tendrías que cambiarlo por uno de los Pistols.
Dillom: Ah, sí, esa es otra charla para después. Pero bueno, ver imágenes de los Ratones, cuando ustedes estaban arrancando, me encanta. Ver cierta cercanía entre esas cosas por fuera de la música, algo que pasa más por la actitud, la performance, todo eso a mí me inspira y también me hace decir: “Mirá, esto es un ejemplo muy cercano, más allá de los Ramones, que tengo de gente que hizo esto acá, en mi país”.
Juanse: Justamente, cuando uno es joven va encontrando cosas que le gustan y que por ahí no se hacían acá. Entonces decís: “Eso lo tengo que hacer yo”. A nosotros nos pasó.
Dillom: Claro, ese fue mi motor de arranque para decidir por dónde ir. Yo en realidad arranqué como productor con la computadora.
Juanse: ¿Ah, sí? ¿A quién produjiste?
Dillom: No, a nadie porque era muy malo, ja, ja. Yo hacía las bases y las quería vender. Pero bueno, arranqué más por el hip-hop en esa época, porque en la adolescencia me pegó mucho ese sonido. Por eso decía que mi motor un poco al principio fue que me gustaba todo eso y nadie lo estaba haciendo.
Juanse: Yo no te puedo dar ningún consejo. En una época, quince años atrás, me escribían para decirme cómo tenían que hacer y lo más importante que uno puede transmitir es que no hay un método. Hay un método por ahí interior, pero no hay una fórmula. El problema de ser un producto es que tarde o temprano te van a empujar tan arriba que después cuando vos tengas que recurrir a tus elementos, digamos originales, tus elementos de raíz, vas a perder ese contacto con esa… Mi viejo era compositor de música polifónica y erudito, entonces, lógicamente, cuando cumplí 6, 7 años, ¿qué pasó? Me mandó a estudiar piano. Pero a los tres minutos ya me estaban diciendo “no, así no”. Me estaba descuartizando y ese tiempo que estaba ahí yo lo podría haber ocupado en terminar ese tema que había empezado a hacer, aunque no supiera tocar. Mi apuro era por aprender a tocar la viola. Más que apuro, era como ansiedad por querer aprender rápido lo básico para poder expresar lo que tenía en la sabiola.
Dillom: ¿Y por qué decías eso de mejor los Pistols y no los Ramones?
Juanse: No tengo nada contra los Ramones, pero para mí los Pistols cambiaron la historia del rock and roll. Los Ramones ya venían tocando, ya eran conocidos, igual que los New York Dolls, pero lo que pasa es que los Pistols hicieron el gol de la final.
Dillom: Ellos inventaron la rebeldía.
Juanse: Pero no es rebeldía. Desde el punto de vista de eso que vos acababas de mencionar, yo no creo que sea rebeldía, creo que fue una reacción alérgica al establishment.
Dillom: También parece como que la rebeldía no tuviera una causa atrás y en este caso era una cuestión también bastante política.
Juanse: Visto desde afuera por ahí se puede decir que tal vez haya sido una rebeldía, pero en realidad ellos estaban en la última que les quedaba, a los 18 años, pensando que después de eso va a quedar todo en suspensión criogénica. Yo vi a los Ramones en vivo, pero los Pistols tienen como una mística detrás. Hay una estética que supieron utilizar muy bien, se apropiaron de un montón de códigos que eran del establishment, se apropiaron de la imagen de la reina, de la bandera de Inglaterra, y aparte Johnny Rotten… Todo es genial. Desde los nombres de los músicos…

Dillom: Sid Vicious es el mejor nombre, ja, ja…
Juanse: Dicen que no sabía tocar. Puede ser, pero la versión de “Bodies”, que es el único tema en el que él toca y para mí es el mejor del disco, es increíble.
Rolling Stone: ¿Y qué le podés contar vos Dillom a Juanse sobre la escena actual?
Dillom: Puedo hablar de lo que yo considero más interesante, porque lo que es lo popular, el mainstream, siempre estuvo, y se sabe por lo que es. Yo creo que hubo una oleada, de la que salí yo, muy grande, de hip-hop, que estuvo buenísima. Salieron un montón de artistas muy interesantes, que evolucionaron. Hoy en día, donde creo que está pasando lo más interesante es en el underground. Creo que se han armado varias bandas, de lo que es la escena más que nada del rock, punk y cosas aledañas. Es lo más atractivo.
Juanse: ¿Pero qué artistas? ¿A qué le prestás más atención?
Dillom: Hay muchos proyectos acá, que les pongo muchas fichas. Hay un grupo que se llama Nenagenix, que me gusta mucho. También los pibes de Winona Riders, que hacen shows de cinco horas. Rock psicodélico que está convocando bastante.
Juanse: ¿Cinco horas de show? Es una banda de dealers, ja, ja.
Dillom: Otra banda que me gusta es Blanco Teta, hay muchas. Y lo que creo también, a diferencia de lo que pasaba antes, es que ahora está mucho menos segmentado el proceso. Hoy en día escuchás una cosa y por ahí también otra que no tiene nada que ver y no pasa por si era rock o si era punk.
Juanse: ¡Ahí está! El valor enorme de lo que acababas de decir. Hace poco lo pude reflexionar. ¿Sabés con qué? Con la muerte de Ozzy [Osbourne]. Porque la muerte de Ozzy me abrió el corazón. Empecé a comprender muchas cosas. Es lamentable que suceda por una muerte, hay una cosa medio de morbo con ese interés, pero descubrí un tema que se llama “Dreamer”, que es fantástico por lo simple del contenido de la letra. Y por la forma con la que él lo expresa, cambia todo. Vos cuando estuviste en Londres, ¿fuiste a ver alguna banda?
Dillom: Yo fui para ver a Oasis, en Manchester, porque justo cuando era la fecha acá en Buenos Aires yo no iba a estar y no me los quería perder. Pero bueno, la verdad, esperaba que fuera un poco más arriba.
Juanse: Una vez tocamos con ellos en un festival, en 2001, creo. Yo en esa época estaba absolutamente loco. Veníamos de tocar con los Stones, con Aerosmith, y lo que generamos en el show fue todo un acontecimiento. Entonces pelamos una versión de “Enlace” que duró como media hora. ¿Y vos fijate lo que pasó? ¿2001 fue? Ocho meses después, ellos grabaron un disco. Y sacan un tema que es igual a “Enlace”. Creo que el tema se llama “Rock and Roll Star” [Nota del editor: “Rock and Roll Star” se publicó en el primer álbum de Oasis, Definitely Maybe, de 1994; por su parte, “Enlace” pertenece al segundo disco de Ratones Paranoicos, Los chicos quieren rock, de 1988].
Dillom: Es verdad que es parecido.
Juanse: No, no, es igual. La intro. Pero no importa. Ojalá haya sido eso. Si yo sigo con mi psicopatía… Por eso estoy parado. Pero lo que te quiero decir es que acá se hacen cosas muy trascendentes. La otra vez me enteré que Eminem había grabado un sampler de un tema de Spinetta.
Juanse pide un break para tomar algo y al regreso el anecdotario paranoico viaja en el tiempo hacia los primeros años de la banda. “Una vez fuimos a una compañía a mostrarle lo que hacíamos y un tipo nos dijo: ‘Si estos chicos pegan, me retiro del negocio’. Y era un tipo regrosso, porque era miembro del directorio de Abraxas, una de las productoras de esos años, pero nosotros no nos dejamos voltear por eso, al contrario, nos estimuló, que era lo que hablábamos hace un rato”. Y de ahí al recuerdo de los primeros shows, cuando “la forma de mostrarnos amor de nuestro público era escupiéndonos. Hoy eso no está bueno, pero en aquella época con tal de tocar nos dejábamos hacer cualquier cosa. Menos mal que simplemente fue dejarnos escupir, ja”.
Dillom: No, pero está bueno ese ida y vuelta con el público.
Juanse: Yo tenía 23, 24 años y ahí empezamos. Era fuerte porque nos dábamos cuenta de que no podíamos hacer otra cosa. Bueno, esa convicción, de alguna manera es un poco nuestro aporte, porque musicalmente, qué sé yo, te puede gustar o no. Pero tuvimos una actitud frente a eso de sostenernos. Y creo que muchas bandas después nos siguieron esa manera de enfrentar la realidad y decir: “No me importa, yo no me voy a ir a trabajar a una fiambrería”. Mientras pueda tocar. Teníamos el problema de que Roy, el baterista nuestro, era mucho mayor que nosotros, diez años más grande, y tenía una familia, entonces por ahí podía ensayar hasta las nueve, y después se tenía que levantar a las cinco de la mañana para ir a trabajar. Para mí fue muy importante la actitud de él. Porque a pesar de tener ya obligaciones desde el punto de vista del compromiso real, en la vida, saber que tenés que volver a tu casa, que tenés dos nenas y tenés que laburar… El esfuerzo que él hizo fue porque tenía convicción y a pesar de todo decía: “Esto no lo voy a dejar”. A vos te debe pasar también. No todo el mundo se identifica con el esfuerzo, pero siempre hay uno o dos que están siempre. Y eso no tiene precio. Porque ahí es donde realmente empezás a adquirir seguridad. Todo esto se trata de sentir seguridad interior. Después que te vaya bien o te vaya mal… Yo no sé qué es el éxito, pienso que será que te saludan o te gritan por la calle.
Dillom: A mí me pasa por ahí que te puede ir mejor o peor, pero todo depende de cómo andás de acá [se señala la cabeza]. Eso es todo. Cuando estás en un buen momento, estás en paz, estás seguro.
Juanse: Y eso te protege también. Porque ahí es cuando también aparecen las personas que se acercan pensando que vos sos otra cosa. Se acercan por el éxito. Hay que discernir bien dónde está la gente que va a terminar siendo tu equipo, de alguna manera.

Dillom: Sí, pero nosotros tenemos un equipo bien hermético. Lo que me pasa mucho es que cada vez que hago algo o que estoy en algún lugar, dicen: “¿Qué diría el Carpo si lo viera a este pibe?”. O: “¿Qué diría Cerati?”. No sé, meten gente que lamentablemente ya no está para tirarte una mala. Yo a veces pienso que nunca me dicen qué diría alguien que sí está.
Juanse: Bueno, pero yo me acuerdo de una etapa que atravesamos que era muy heavy, en donde te gritaban que se muera fulano. A mí me encantó lo que hizo una vez Divididos, hace muchísimos años, cuando todavía ese rollo absurdo estaba muy marcado. De hecho, que a mí me adjudican que compuse “Ya morí” para el Indio Solari, pero nada que ver. Está todo bien, ahora por ahí sí creo que puede ser para él, ja… Pero bueno, en la mitad de esa furia de estilos, como queriendo armar bandos, a Divididos le cantaron eso en un show multitudinario (Nota del editor: hace referencia al cantito que insistía con que “Luca no se murió, que se muera Cerati, la puta madre que lo parió”) y el chabón (Ricardo Mollo) los paró y les dijo “no, loco, no es así”. Primero la vida y la supervivencia. Si querés, la música es hasta adicional, es superficial al lado de la necesidad vital. No podés desearle la muerte a otro tipo porque no te gusta lo que hace.
Dillom: Un poco pasa lo mismo con el fútbol.
Juanse: Sí, pero el fútbol no es nada. Es una gran disciplina nomás. El tema es que tuvimos la fortuna de tener un artista que jugaba al fútbol, entonces ahí es donde uno puede relacionar al fútbol como un arte. Yo lo vi jugar, a mí no me lo va a contar nadie. Era un artista que no importa lo que hiciera adentro de la cancha, todo lo hacía bien. Después, su vida personal no me interesa en lo más mínimo. ¡Qué artista!
Nadie lo nombra pero detrás de los dos sillones de peluquería en los que están sentados, entre gel para el cabello, espumas, brochas, navajas y tijeras, hay todo un santuario con fotos de Diego Armando Maradona que aprueba en silencio.










