Mitch Robles de Romería: “Quiero contar historias reales”
Mitch Robles irrumpe en el cine con fuerza. Con Romería, su primer protagónico, no solo encabeza una película seleccionada en Cannes, sino que también demuestra una madurez actoral que sorprende, especialmente para alguien que viene del mundo de la música. En una conversación sincera, Mitch reflexiona sobre su experiencia en el rodaje, los procesos emocionales que vivió para encarnar a dos personajes, su amor por el cine independiente, y lo que espera del futuro, tanto en el escenario como en la pantalla.
Romería es tu primer gran protagónico en cine, y compitió en Cannes. ¿Cómo cambió tu percepción del cine y de ti mismo como actor?
La verdad, todavía no siento que haya cambiado nada. Todo es muy nuevo para mí: estoy comenzando en el cine, en lo audiovisual, en la interpretación. Lo que estoy haciendo por ahora es descubrir y disfrutar de lo que está pasando. Poder viajar, ir a festivales como Cannes, San Sebastián, el BIFF… Lo que sí me ha impresionado es darme cuenta de lo heavy que es todo el proceso: desde la preparación y los ensayos, hasta el rodaje y luego la promoción que puede durar más de un año. Es mucho más de lo que la gente se imagina.
Vienes del mundo de la música. ¿Qué herramientas trajiste de ese oficio al set?
El ritmo, sin duda. El ritmo es vital en la música, pero también lo es en el cine. Que todo camine depende mucho del ritmo de la directora, del montaje, de la película misma. También la improvisación. Estoy muy acostumbrado a improvisar en la música, y eso lo llevé al cine. Ensayamos tres meses a pura improvisación. Cada día jugábamos con situaciones familiares ficticias para construir vínculos reales. Eso generó una base sólida sobre la cual pudimos construir los personajes y sus diferencias. También la música me ha permitido moverme, conocer gente, abrir mi mundo, y eso siempre ayuda a la hora de interpretar.
¿Qué tipo de entrenamiento emocional hiciste para vestir de verdad a Nuno?
Fue un proceso muy ligado a la memoria emocional. En los ensayos improvisábamos escenas familiares, como una comida donde hablábamos de que iba a venir una prima. Eso, aunque inventado, creaba recuerdos reales, vínculos reales entre nosotros como elenco. Jugábamos con ser familia, primos, pareja. A veces por la mañana éramos primos, por la tarde pareja. Eso nos ayudó a cambiar de chip rápidamente en el rodaje y dio mucha verdad a cada escena.

¿Qué directores o actores te inspiran a la hora de construir personajes?
Carlos Saura, sin duda. Deprisa, deprisa es una referencia clave en Romería, por su magia esencialista y cómo trata el tema de las drogas dentro de una pareja, de manera sutil pero potente. Hace poco vi Los golfos, también de Saura, que siento que es como el inicio del cine quinqui. También películas como Navajeros, de Eloy de la Iglesia, me marcaron. Ese tipo de cine me impactó mucho y me inspira a la hora de interpretar. Me parece muy real, directo, sin filtros.
¿Qué relación deseas conservar entre tu vida personal y tu carrera actoral?
Tengo 21 años, soy muy nuevo en esto, así que creo que eso se verá con el tiempo. Pero sí sé que quiero trabajar mucho y seguir haciendo cine íntimo, independiente, contar historias reales. También me gusta el cine comercial, claro, y estaría feliz de hacer cosas con presupuestos grandes. Pero películas como Romería tienen algo único. Y creo que hacer ese tipo de cine también es una forma de protegerse. De contar verdades. De despertar el pensamiento crítico en el público.
Si tuvieras que definir qué tipo de actor quieres ser en 20 años, ¿cómo lo dirías en una frase?
Polifacético. No quiero quedarme en el rol del chico rebelde o romántico por mis pintas. Quiero explorar todo tipo de personajes, incluso los que no tienen nada que ver conmigo. Papeles oscuros, trastornos mentales, locura. Me fascina ese universo tipo Tim Burton. Pero también quiero seguir haciendo historias como Romería. Quiero desafiar mi talento, ver hasta dónde puedo llegar.
Carla Simón incorpora elementos oníricos en Romería. ¿Tuviste libertad para explorar esos bordes?
Totalmente. Eso es lo increíble de trabajar con Carla: te da libertad absoluta para construir el personaje, mientras ella tiene clarísimo qué quiere contar. Ella sabe qué busca de cada personaje, pero deja que tú crees tu propio universo. Se alimenta de tu percepción, de la vida que le das al papel, sin perder de vista su visión.

La identidad de Nuno se construye desde los silencios y los fragmentos. ¿Qué momentos del guion te ayudaron a sostener esa grieta entre lo que se dice y lo que se oculta?
Sobre todo la conexión con la mirada. Más allá de lo que se dice en la familia, cada uno cuenta su verdad desde su perspectiva, afectada por el miedo, la vergüenza, los prejuicios. Entre Marina y Nuno había algo que pasaba por la mirada: mirarse en la comida, en la fila del dinero, cuando suben al coche. Esa complicidad es lo que lleva a Marina a imaginar a Nuno como figura paterna en su mundo onírico de los 80. La canción Y tu mirada de Lole y Manuel también conecta todo eso: la madre, el primo, la memoria emocional, la adicción, el realismo mágico.
¿Cuál crees que es la escena más importante de tu personaje?
Es difícil elegir porque interpreto a dos personajes, Nuno y Fon. Pero si hablamos de Nuno, la escena del coche con Marina es clave: ese momento de conexión, de complicidad, de intuición. No sabemos qué va a pasar, pero confiamos. Esa escena lo cambia todo.
En el caso de Fon, diría que el baile es fundamental. El beso, el chute, la desaparición progresiva de los seres queridos… todo eso crea un vacío, una ausencia poderosa. También la escena en la terraza con su hija, cuando dice “no estábamos muertos”, es muy fuerte. Es hablar del estigma del sida y la heroína, de cómo te matan antes de morir. Pero también de cómo los muertos viven en quienes los recuerdan. Es potente.
¿Cómo imaginas el destino de Nuno en el futuro?
No lo sé. Es curioso porque tengo más estudiados los 80 que los 2000, aunque nací en 2003. Los 2000 nunca me interesaron tanto. Nuno viene de una familia bien, así que podría terminar siendo alguien completamente opuesto o seguir el camino familiar, estudiar derecho, lo que sea. Prefiero dejar que el espectador complete esa historia.
¿Qué proyectos se vienen para ti, tanto en música como en actuación?
Acabamos de terminar el segundo disco de Boston Babies, mi primera banda. Ahora viene la producción, masterización y gira. Con Análisis también vamos a grabar nuestro primer disco, tras sacar un cassette con Escarlata el año pasado. Y en cuanto a interpretación, me ofrecieron varios proyectos esta semana: uno en Colombia, muy bonito, a largo plazo, y un par más en España de los que aún no puedo hablar.
Mi objetivo es seguir actuando todo lo que pueda y dedicarme a esto toda la vida, si me lo permite esta carrera.
Tráiler:











