Boza: “Panamá tiene un sonido propio, solo hace falta que el mundo lo escuche”
El artista panameño Boza no necesita ir a contracorriente: ya vive ahí. Desde antes de que el afrobeat se convirtiera en la nueva fiebre del pop latino, él ya navegaba esos ritmos con la naturalidad de quien creció entre bajos de dancehall y melodías de reggae. “Eso es parte de nuestra crianza”, cuenta desde Panamá. “El dancehall, el reggae, ese ritmo de Jamaica que compartimos desde siempre. Es la esencia que me sale más rápido, más natural”.
Su nuevo disco, San Blas, condensa ese ADN. Es un viaje hacia sus raíces, pero también una fotografía de su presente: un año de transiciones personales, procesos y descubrimientos. “Fue un año loco”, recuerda. “Pasaron tantas cosas, pero seguí haciendo música. Me enfoqué más en el afro, aunque yo hago de todo. Le puse San Blas porque quería conocer ese lugar, que para nosotros en Panamá tiene un peso cultural enorme. Nunca había estado allá, y el álbum terminó siendo eso: reconectar con mis raíces, pero llevándolo a un sonido más comercial”.
El resultado es un álbum colorido, con espacio para la introspección y la fiesta, y con colaboraciones que amplían su espectro sonoro. “Boza no soy yo solo, es un equipo grande”, dice. Entre esos nombres están Fater —su productor y manager desde cero— y artistas como Greeicy y Elena Rose, quienes le aportan una energía distinta. “Cuando metes la voz de una mujer en un afrobeat, todo cambia”, explica. “Con Elena tenía una relación desde hace años, pero hasta ahora se dio la oportunidad de grabar. Y con Greeicy, que tiene ese flow del baile, quise probar algo distinto, más amapiano. En tarima ese tema va a romper”.
Hay canciones que Boza defiende como tesoros personales, aunque no hayan tenido el éxito masivo de otras. “‘Barco de papel’ es de mis favoritas”, dice con convicción. “Puede que no tenga los grandes números, pero cuando la canto en vivo hay países donde todo el mundo la corea. Es un tema que me llena, y eso es lo más importante: que las canciones te llenen y conecten”.
Su segunda nominación al Latin Grammy llegó por un camino inesperado: la electrónica. El remix de ‘orióN’ junto a Sistek y Elena Rose fue incluido en una categoría nueva, un hecho que Boza aún procesa con asombro. “Nunca lo esperé, y menos en electrónica. Pero me hizo entender que también tengo algo que aportar ahí. Me gusta inventar, probar cosas nuevas, y esto me motiva a explorar más esa rama”.
En el frente más reciente, su colaboración con Sech en ‘París’ marcó un momento muy especial para la escena panameña. “Esa canción la esperábamos todos. Tenía dos años escrita, y se dio justo cuando tenía que darse. Coincidió con los Premios Juventud, todo cayó perfecto”, cuenta. “Fue orgánico, el público la recibió con cariño. Creo que va a abrir muchas puertas para Panamá”.

Esa última frase condensa el espíritu de Boza: un artista que, más allá del éxito individual, piensa en colectivo. “Nosotros hacemos buena música, pero la jerga panameña a veces se queda aquí, no viaja tanto porque no hay tantos panameños afuera. Nos toca culturizar al mundo, explicar qué significan nuestras palabras, mostrar nuestra identidad. Los colombianos y los dominicanos lo han hecho muy bien; ahora nos toca a nosotros”.
Boza sonríe cuando dice que su misión es “que el mundo entienda nuestro idioma musical”. Y lo dice sin pretensión. Porque lo suyo no es seguir una tendencia, sino abrir un camino desde la raíz. Lo que viene —asegura— será “más música, más experimentación y más Panamá en cada ritmo”