La historia de ‘Mi vida loca’, el clásico de Los Auténticos Decadentes: “Queríamos ser populares, con un toque refinado”

De la catarata de hits que conforman el repertorio en vivo de Los Auténticos Decadentes (no importa cuándo leas esto), la columna vertebral se basa en Mi vida loca. Editado en 1995, es un disco bisagra en la trayectoria del grupo, y el que terminó de coronar —aunque el reconocimiento y el prestigio llegarían varios años después— a Jorge Serrano como uno de los autores más geniales del rock y la música popular argentina. Fernando Sanchez, exeditor musical de ROLLING STONE y autor de Titanes en el hit (Planeta), la biografía oficial del grupo, lo definió como “el álbum blanco de la música tropical”. Gracias a la difusión regional de la cadena MTV, Los Deca cumplieron eso que anhelaban: poder girar por todo el continente. El aporte de los productores Afo Verde y Pablo Durand fue clave para lograr un sonido internacional.   

Para celebrar el trigésimo aniversario de su publicación, el grupo anunció para este año una gira latinoamericana con escalas en Uruguay, Paraguay, Perú, México y distintos puntos de la Argentina. El viernes 26 y sábado 27 de septiembre, lo presentan en el Movistar Arena. El año que viene, ya tienen fechas confirmadas en Chile, España, Alemania, Francia y el Reino Unido. Pero, además, esperan una edición especial, en vinilo doble, que incluirá tres versiones sinfónicas grabadas junto a la Orquesta Filarmónica de Mendoza, dirigida por Popi Spatocco, y una de “La guitarra”, que incluye la participación de Andrés Calamaro y Adrián Otero. En primera persona, los músicos recrean la historia de una obra maestra.

Jorge Serrano (voz y guitarra): A nosotros las cosas siempre nos fueron sorprendiendo a medida que nos pasaban. Sabíamos que los temas estaban buenos. Era la primera vez que teníamos una producción con bastante guita.  

Moska Lorenzo (voz y percusión): Yo sabía que estábamos haciendo un discazo. Con sus particularidades, como, por ejemplo, haber llegado con las canciones justas.

Nito Montecchia (guitarra): Estuvimos trabajando mucho en los temas y en las estructuras. Fue el primer disco que preparamos en nuestra sala de la calle Lavardén. 

Gastón Bernardou (percusión): En ese momento el disco significaba la esperanza; la alegría era todo lo que tenía en la cabeza. 

Moska Lorenzo: Lo que pasó en el disco fue mágico, hay composiciones de muchos músicos que hicieron que tuviera un color bien variado.

Cucho Parisi (voz): Era un crisol de géneros. Y, sobre todo, de buenas canciones que nos gustaban a nosotros. Eso es fundamental para, después, poder contagiar a la gente.

Jorge Serrano: “Turdera” [la irresistible bossa nova que compuso y canta el guitarrista Diego “Cebolla” Demarco] y “La chica del sur” recién se las mostramos a Afo en el estudio. No fueron pensadas para entrar en el disco. 

Gastón Bernardou: Íbamos de madrugada a grabar a Panda, de 22 a 6, porque salía más barato. Yo tenía un Dodge 1500 y le ponía dos litros para ir de Temperley a Floresta. Tocábamos en boliches con [Alberto] Castillo y ganaba lo justo para zafar. Era nuestro cuarto disco y el objetivo era conquistar Argentina con cumbia, cuarteto, murga y ska.

Moska Lorenzo: Era mi cumpleaños y justo estábamos grabando el disco. Como había espacio y estaba linda la noche, les dije a mis amigos: “¡Vengan, muchachos!”. Estábamos relocos, había un montón de chupi y la pasamos bárbaro. Me acuerdo de que Afo me decía: “¡Por favor, que no entren al control!”. Era un bardo el estudio. Fue una locura.

Eduardo Trípodi (percusionista): Mientras grabábamos en Panda, yo estaba esperando a mi primer hijo, Luciano. También tocamos con La Renga, en el show en el que se grabó el disco en vivo Bailando en una pata. ¿La verdad? Hicimos un montón de cosas ese mes. 

Gastón Bernardou: Los Decadentes salimos del under, entonces la gente de La Renga sabía de dónde veníamos. De hecho, habíamos tocado juntos en Cemento y en Parque Avellaneda, al ras del piso. Me acuerdo de haber ido con el auto a buscar equipos a la casa de ellos. Nos conocemos de toda la vida. Nos invitaban como grupo de joda. Siempre fuimos muy entradores. 

Nito Montecchia: Yo fui a ver ese recital, pero no toqué. A todos los de La Renga los conozco desde chicos, son mis amigos. Hicimos diez shows juntos. El último fue en la cancha de Nueva Chicago, a beneficio del comedor Los Carasucias, ese mismo año.

Gastón Bernardou: Esa noche nos recibieron genial. Fue una emoción enorme… ¡Y además al final nos nombran! “¡El Francés! ¡Moska! ¡Edu! ¡Los Decadentes!”, dice Chizzo. Quedaron grabados nuestros nombres para la eternidad. 

El salto de calidad

Nito Montecchia: En ese momento costaba mucho lograr un sonido que compitiera a nivel internacional. 

Moska Lorenzo: Afo y Pablo hicieron el trabajo de ordenarnos y tratar de que las canciones suenen lo mejor posible. 

Jorge Serrano: Nosotros nos enamoramos de Afo porque nos puso en orden y nos tomaba en serio. Vino con un cuadernito e iba anotando todas las cosas que le decíamos. 

Afo Verde (gorra roja) y Gustavo Santaolalla (gorra negra), con Los Decadentes, en Rusk Sound Studios de Los Ángeles (Gentileza LAD).

Nito Montecchia: De Afo sabíamos que era el guitarrista de La Zimbabwe, pero no lo conocíamos. Creo que habrá sido uno de los primeros discos que hizo como productor. 

Jorge Serrano: Afo tenía un humor excelente, se reía todo el tiempo y nos tuvo paciencia. Nosotros somos un bardo, porque somos doce caciques. Es un grupo horizontal, entonces te vuelve loco al momento de tomar decisiones. No es que tratás con uno o dos, que son los que mandan. En este caso, nadie tiene más palabra que otro, y eso es bastante difícil de domesticar.

Nito Montecchia: Para Afo, el éxito de Mi Vida Loca fue muy importante para posicionarse como A&R y hacer una carrera de proyección internacional en la industria. 

Moska Lorenzo: Yo en 1992 había debutado como productor. Pero con ellos aprendí muchísimo durante esa grabación. 

Jorge Serrano: Fueron importantísimos y le dieron un audio internacional genial. Aparte, nos ordenaron y aportaron ideas. Además, lo fuimos a mezclar a Estados Unidos, así que para nosotros fue toda una aventura increíble.

Nito Montecchia: El aporte de Gustavo Borner en la mezcla fue fundamental. El sonido pasó a otra calidad. 

Jorge Serrano: Gracias al trabajo de ellos, hay un salto increíble entre nuestros tres discos anteriores y Mi vida loca. 

Moska Lorenzo: Fueron fundamentales para que las canciones quedaran con un formato pop, en sintonía con lo que sonaba en esa época.

Gastón Bernardou: Con las canciones espectaculares que había, sabía que iban a repegar, pero no pensaba en el futuro lejano ni en lo que iba a significar.

Jorge Serrano: Aspirábamos a sonar en MTV. Pero nuestro estilo era raro, y en ese momento, en varios países, la música popular todavía era vista como un género menor, con mucho prejuicio del lado del rock, así que no sé si era la más adecuada para conquistar el mundo. 

Gastón Bernardou: Era un disco para conquistar Argentina, primero. A muchas provincias todavía no habíamos ido, por eso grabamos un cuarteto, “Diosa”, para Córdoba y todo el noroeste; y la cumbia “Corazón” para Santa Fe y todo el litoral. Y la murga para los porteños.

Nito Montecchia: Es como que en los primeros discos siempre nos quedábamos a mitad de camino. Si bien en el anterior, Fiesta Monstruo (1993), está bueno el sonido, es todo más vintage, porque lo habíamos grabado en ION con el Portugués Da Siva. Tiene un sonido lindo, pero queríamos pasar a un sonido más internacional, más hi-fi, potente, con buenos graves.

Gastón Bernardou: Queríamos ser bien populares con un toque refinado, artístico, auténtico. La señal de MTV en ese momento era única para toda Latinoamérica y la que pasaba solo música. Eligieron el video de “La guitarra” para poner incansablemente. Eso nos hizo conocidos y nos llevó a visitar por primera vez Perú, Colombia, México y Estados Unidos.  

Nito Montecchia: Cuando grabamos Mi vida loca veníamos con un contrato leonino, de la época de Supersónico. Ahí pudimos renegociar y hacer un contrato con adelanto de regalías. Fue antes de grabar Cualquiera puede cantar, y cada uno pudo comprarse algo.

Jorge Serrano: Queríamos viajar, expandirnos y todo. Y MTV sirvió para mucho de eso porque era regional, entonces se veían cosas de todos los países de Latinoamérica… ¡en toda Latinoamérica! Eso fue un gran espaldarazo. 

Nito Montecchia: Habíamos pensado en pedirle a Manu Chao que nos produjera el disco, porque Fidel Nadal estaba en Mano Negra y había un nexo. Nos había mandado un póster grandísimo de Mano Negra de regalo. Lo llamamos y todo, pero no se dio.

Jorge Serrano: Siempre aspiramos a llegar a México, teníamos ese sueño.

Nito Montecchia: El que se había copado mucho era Gustavo Santaolalla. Pero empezó con su sello [Surco] y no lo pudo hacer. De todas maneras, nos mandó una devolución escrita de todas las canciones. Y participó en Mi vida loca y también en Cualquiera puede cantar, de copado nomás.

Sobre la piel

Cucho Parisi: Faltaba el nombre del disco y estaba el querido Jorge con una camisa un poco abierta. Tenía un tatuaje simpático, pero un poco tumbero. Era perfecto.

Jorge Serrano: Yo me quería hacer un tatuaje de un corazón, un poco inspirado por el disco School’s Out de Alice Cooper.

Cucho Parisi: Jorge me había contado que gente sopre en México lo tenía, pero para nosotros significa libertad, aventura y, sobre todo, locura linda. 

Jorge Serrano: Cuando los tatuajes estaban prohibidos en Argentina, el que tenía la suerte de viajar se lo hacía en algún lado. Yo me lo hice en Los Ángeles, en un viaje al final de mi adolescencia. Entendía que era una forma de tomar posesión de mi cuerpo. Mis viejos no querían ni en pedo que me hiciera un tatuaje. Y en esa posesión de mi cuerpo yo quería que el tatuaje fuera lo menos significativo, en el sentido de hacer como un garabato. 

Cucho Parisi: Era más que un logo, un estilo de vida.

Jorge Serrano: Escuché la frase “mi vida loca” y me dio risa. Me parece que es como una cosa así de celebración de la vida. Le pedí que no me pusieran color, porque eso era un tatuaje de gringo. Al final, le puse un poquito de rojo igual. Y nunca me lo retoqué, así que ahora casi no se ve. Para mí, los tatuajes no se retocan.

Moska Lorenzo: Yo ilustré con collages todo el arte del disco, menos la tapa. Fue realmente una fantasía. Mi vida loca tiene que ver un poco con la locura, por eso lo del collage.

Jorge Serrano: La verdad es que quedó bárbaro en la tapa del disco. Para nosotros es como la lengua de los Stones. Es una linda frase de celebración de la vida y de vivirla con un poco de humor, sin tanta solemnidad. 

Moska Lorenzo: Cuando tocaba con Mama Pulpa, una banda que tuve en los 80, con Rafa Franceschelli [hermano de Mariano, baterista de Los Deca] hacíamos todos los flyers recortando y pegando. Y se me ocurrió que hacer eso para los Decadentes iba a estar muy bueno. Cada uno tiene un significado. 

Jorge Serrano: Lo del tatuaje es reloco porque, después, mucha gente se lo hizo. Son esas cosas que jamás me hubiera imaginado.

El tatuaje de Jorge Serrano inspiró la tapa de disco y se reprodujo en la piel de cientos de fanáticos, como el de la foto.

Moska Lorenzo: No está perfecto, es todo lo contrario a lo digital. Y en cada retrato de mis compañeros hay un guiño. En la contratapa final de ese librito están todos los personajes que nos gustaban a nosotros como Alberto Castillo, Silvio Soldán y otros.

El vuelo de bautismo

Gastón Bernardou: Llegar a mezclar a Los Ángeles fue una emoción, ¡parecía que estábamos en una película! ¡Los Spinal Tap triunfan!.

Jorge Serrano: Yo nací en Estados Unidos, vine a Argentina a los cuatro años, y no tengo parientes ni ningún lazo afectivo. Después volví a probar suerte: fui ayudante de mozo, trabajé de electricista, me tatué. Entonces fue como una onda de volver triunfador a un lugar donde yo había sido lavacopas.

Moska Lorenzo: A mediados de los 90 era todo mágico. Pudimos ir todos a la mezcla. Me acuerdo de que nuestros viejos fueron a despedirnos. Era un logro para nosotros.

Nito Montecchia: Llegamos al Hotel Regency y lo abracé a Nico Landa [manager y eventual compositor] porque se había logrado eso. Era la primera vez que viajábamos todos juntos.

Jorge Serrano: Era como tocar el cielo con las manos. No se podía creer. Vos imaginate: un grupo de piojosos como nosotros, que salimos tocando muy mal, sin instrumentos, sin afinador, sin nada, salimos del Parakultural, el Mediomundo Varieté, de todos los tugurios pequeños que había en esa época, y llegar a Estados Unidos… Era una especie de coronación.

Nito Montecchia: Éramos un descontrol, literalmente. Estuvimos de fiesta todo el viaje. En esa época se podía fumar en el avión, se podía tomar, se podía hacer cualquier cosa. Una inconsciencia total. Encima llegamos y había una limusina a nombre de Cucho.

Moska Lorenzo: Para una banda de barrio, un grupo de amigos que se habían juntado para hacer música diferente, era un logro. Tengo los mejores recuerdos de ese momento: conocer Venice Beach, ir a las casas de música en Sunset, comer comida china y tomar cerveza Red Stripe, de Jamaica, hasta reventar. 

Gastón Bernardou: Vimos a los Wailers con un rasta blanco de California con la voz de Marley.

Nito Montecchia: Lo de la limusina había sido una joda de un amigo. El hotel era una especie de vecindad, de apartamentos con una pileta en el medio. Ahí pasaron muchas cosas, todas las veces que fuimos. Nos cruzamos con Café Tacvba, que estaban haciendo la gira de re. Y ahí nos vino a visitar David Byrne por primera vez.

Jorge Serrano: Ver los estudios por primera vez, ir a Guitar Center y ver esos millones de guitarras colgadas, hermosas. Obviamente nos compramos instrumentos y todo. Eran nuestras primeras épocas de nuevos ricos, entonces nos compramos instrumentos, estábamos pudiendo darnos algunos gustos.

Nito Montecchia: Lo primero que preguntó Cucho cuando se enteró de que viajábamos era si cerca del estudio había una feria americana. Nos copaban porque conseguíamos ropa especial que no conseguías en otro lado. Y allá nos llevaron a una feria buenísima en Melrose. Estábamos todos los días ahí, revolviendo, comprando cosas que, encima, salían dos mangos.

Cucho Parisi: Nuestra ambición era lo retro noventoso, la ropa colorinche y bizarra, con onda garage-ska de Los Ángeles, que era medio la moda de esa época.

Gastón Bernardou: En los inicios sacábamos nuestro vestuario de ferias americanas. Nos íbamos a la provincia, a lugares insólitos, a buscar ropa de los 70. Y llegar en el uno a uno a los thrift shops de Los Ángeles, donde todo estaba a un dólar, era una fantasía. ¡Nos compramos todo!

Nito Montecchia: Íbamos con lo justo. Teníamos plata, pero normal. Nos podíamos comprar algo cada tanto.

Gastón Bernardou: Todavía no se había puesto de moda el vintage, ahora nada baja de 10 dólares. 

Moska Lorenzo: Para la mayoría, que no conocíamos Estados Unidos, fue realmente una fantasía. Sobre todo, porque a mediados de los 90 California era muy distinta de lo que es ahora. Fuimos a ver un montón de bandas, aprendimos un montón.

Gastón Bernardou: Vimos a los Specials, banda favorita y gran influencia para nosotros. Entramos colados, diciendo que éramos los Cadillacs con nombres parecidos: Vicentito, Fabio, Rossman y así. Ellos tocaban la semana entrante en House of Blues y fuimos al vip y todo. Ojo, estaba sold-out, fue un recurso de emergencia. 

Moska Lorenzo: Nos compramos muchísima ropa, compramos instrumentos, yo compré mi primera portaestudios de ocho canales. Ver bandas hizo que aprendiéramos mucho más arriba del escenario. Mirando se aprende y me parece que eso nos nutrió mucho.

Universo musical

Gastón Bernardou: En esa época escuchábamos Café Tacvba, Mano Negra, David Byrne, Los Fabulosos Cadillacs, Los Pericos, Aterciopelados, Los Rodríguez, Babasónicos, Attaque, Los Cafres, No Doubt, Antonio Ríos, Karicia, Los Mirlos, Gilda, La Mona Jiménez, Los Tigres del Norte, Bronco, El General y Carlos Vives.

Pablo Rodríguez (saxofonista): En ese momento yo escuchaba mucha música instrumental: Miles Davis, Herbie Hancock, Chick Corea, Spyro Gyra, Weather Report, John McLaughlin… bueno, yo estaba más en ese palo.

Cucho Parisi: Explota el rock en tu idioma o rock en español. Casa Babylon [1994] de Mano Negra me partió la cabeza. Muchas cajas de ritmos, sonidos de cada país, mezclas étnicas sobre bases de ska, reggae, salsa y cumbia electrónica. “Señor Matanza”, por ejemplo. Los Cadillacs la rompieron con “Matador”. Y Café Tacvba, grandes amigos. Imaginate que cuando vinieron a Buenos Aires por primera vez les llevé los CD con una carta al hotel para decirles que queríamos abrirles un show en México.

Pablo Rodríguez: Cuando entré en Los Decadentes descubrí muchas cosas que no conocía, como el vallenato colombiano, la música norteña mexicana. Esas cosas las empecé a escuchar gracias a ellos.

Avalancha de éxitos

Jorge Serrano: Yo me había comprado un grabador a cinta abierta, de ocho canales, y “La guitarra”, “Corazón”, “Diosa” y “El pájaro vio el cielo y se voló” fueron las primeras canciones que compuse así.  

Pablo Rodríguez: Conocí a Los Decadentes cuando [el trompetista] Miguel Tallarita, que también era sesionista, me convocó para grabar con ellos un tema para el homenaje a Sumo. Éramos una sección de vientos invitada. Y yo me puse a armonizar con el saxo. Vi el potencial de la banda en cuanto a lo hiteras que eran las canciones.

Jorge Serrano: Empezaban a aparecer los secuencers y, para mí, que soy un músico muy rudimentario, era algo que me ayudaba mucho, porque por ahí grababa una guitarra y después me dedicaba a cantar y a pensar en vez de estar haciendo todo al mismo tiempo.Eso me permitía una arquitectura diferente, que fue la que después usé todo el tiempo.

Pablo Rodríguez: Ver la estética y la manera de trabajar desde adentro fue un cambio muy fuerte. Cuando me incorporé, estaban en una etapa de mayor madurez. Me perdí de una etapa en la cual había mucha composición colectiva, cuando todo era más caótico. 

Moska Lorenzo: “Las miradas” fue una idea de Pajarola [exbaterista de Los Deca], que tenía parte del estribillo. La escribimos sobre una idea de él.

Pablo Rodríguez: Yo les decía que se pusieran a estudiar… Y también incorporamos algunas dinámicas de trabajo, como estar más enfocados en las partes que teníamos que ensayar, y que no se hicieran tantas bromas a través del micrófono con mucho volumen.

Jorge Serrano: Yo compongo frente a algo que tengo grabado, sobre eso empiezo a balbucear, después a ponerle un poquito de letra y en algún momento aparece alguna chispa de algo, ¿no? 

Moska Lorenzo: Con Pajarola nos unía un fanatismo grande por Willie Colón, por Rubén Blades, por La Fania All-Stars, por Celia Cruz. Los Decadentes nunca habían hecho un ritmo así, esa fue la primera vez que abordamos la salsa.

Jorge Serrano: La poesía es como una actitud de prestarle atención a algo que los demás dejaron pasar o no lo pusieron en una canción. Me gusta el lenguaje llano, las palabras simples, que peguen bien con la música, las melodías cantables. Nunca nada pretencioso.

Nito Montecchia: Creo que el primero que escuchó “La guitarra” fui yo. Jorge me la mostró porque había ido a su casa. Él estaba un poco inseguro, pero a mí me alucinó, me volvió loco de entrada. Fue la canción que más me impactó. 

Jorge Serrano: “La guitarra” es una de las canciones de la que más orgulloso estoy. Está en el top tres. Está siempre en los shows, creo que nos describe mucho a todos los Decadentes y también a cualquiera que quiera hacer algún tipo de oficio de una cosa más bohemia, que choca con la idea que tenían sus padres para el futuro. 

Moska Lorenzo: Recuerdo que cuando Jorge trajo las canciones, pegó la letra en una pared de la sala. Yo creo que había traído algo grabado porque ya en ese momento tenía una portaestudio. Ese momento fue inolvidable para mí, fue la primera vez que la escuché. 

Jorge Serrano: Me parece como que estaba muy logrado el guion con el padre y el hijo. Es una especie de sainete que arranca con unas cuerdas, porque yo quería que, si alguien lo escuchaba en la radio, no se imaginara que eran Los Auténticos Decadentes. Hasta que, de golpe, explota. El otro día, Darío Jalfín hizo un análisis musical de nuestras canciones en [el canal de streaming] Gelatina y se dio cuenta de que esa intro tiene una similitud con los acordes del Himno Nacional Argentino. 

Nito Montecchia: Jorge siempre hizo lindas canciones, me gustan todas. Es un gran compositor. Pero “La guitarra” me pareció totalmente disruptiva, como que estaba fuera de los cánones. Planteaba un tema del que no se había hablado nunca en una canción. Me pareció muy revolucionario en ese sentido. De hecho, lo fue.

Jorge Serrano: Yo pensaba en una cosa tipo Beethoven o Wagner, imponente. Pero ahora me di cuenta de que mi influencia era el Himno. 

Moska Lorenzo: Me pareció una canción alucinante por lo que decía y también porque yo sabía que él iba a ser padre.

Nito Montecchia: La gente tomó esa canción como una bandera.

Jorge Serrano: Es mi canción para mandar al espacio. Y uno de mis orgullos más grandes es que a la gente le da risa, que es lo mejor que se puede hacer con una canción.

Cucho Parisi: Cuando ganamos la encuesta del [suplemento joven de Clarín], hecha por músicos, todos votaron “La guitarra”.

Gastón Bernardou: Decidimos grabar una versión para usar de bonus track en la edición española de Cualquiera puede cantar [1997] e invitar a Andrés Calamaro, porque era amigo y además muy conocido en España. Y para la voz del padre, a Adrián Otero, con esa voz blusera.

Jorge Serrano con Adrián Otero y Andrés Calamaro, durante la grabación de una nueva versión de “La guitarra” (Archivo LN).

Jorge Serrano: Muchos de los feats que se hacen ahora, en esa época no se hacían. Ahora es totalmente normal cruzar los géneros, y me parece alucinante. Ese fue nuestro granito de arena a la música argentina.

Cucho Parisi: Tocar una cumbia era raro, era grasa, aunque ahora está moda. Una murga en estado decadente, también.

Jorge Serrano: “El pájaro vio el cielo y se voló” está inspirada en un cuento sufi de un rey que se pone paranoico y va tapiando todas las ventanas del palacio hasta que se muere afligido. En la canción pasa al revés. En mi adolescencia me acerqué al budismo zen y el taoísmo. 

Cucho Parisi: No nos importaban las modas, solo las canciones, la alegría y el humor. Y alguna señal en cualquier letra tanto de amor o de la vida, con ironía.

Jorge Serrano: Ya desde Cemento nosotros éramos cancha e intentábamos que la gente cantara nuestras canciones. 

Nito Montecchia: “El murguero” fue increíble, cada uno le puso una partecita distinta.

Eduardo Trípodi: Yo venía craneando “El murguero” desde 1993, cuando grabamos una versión de “Siga el baile” en Fiesta Monstruo. Yo les hacía escuchar los candombes de Alberto Castillo a los pibes en las giras y nos encantaban. 

Moska Lorenzo: La hicimos entre varios, pegó un montón y representa el Río de la Plata que tanto queremos. Une muy bien la milonga con el candombe, la murga y la estética de los Decadentes. 

Eduardo Trípodi: Yo ya lo tenía escrito, sabía el ritmo que iba a tener, sabía la melodía que iría, sabía todo. Lo que pasa es que no nos dieron los tiempos. Además, en Fiesta Monstruo había muchos temas e invitados, desde Miguel Zavaleta hasta Pipo Pescador. Como ese disco se terminó sobre la hora, no entró. Imaginate que después nos pasamos como dos años girando con Alberto Castillo para todos lados, y ese tema quedó en un cuaderno. Después, mis amigos lo descubrieron en un ensayo y dijeron: “Vamos a hacer este tema”. 

Gastón Bernardou: Desde el comienzo, en la faceta tropical, todo era sobre el bombo. Al primer sonidista le dije: “Vos poné el bombo al frente”, y al grabar “El murguero” hubo mucha charla sobre cómo tenían que sonar y cómo íbamos a grabar los bombos, baterías, redoblantes y platillos. En esa época éramos muy exagerados y a todo le poníamos mucha intensidad.

Moska Lorenzo: Es un temazo. En su momento, cuando se empezó a gestar, no nos dimos cuenta de lo que se venía. Era una idea que tenía Edu, que obviamente tiene cancha y carnaval.  

Eduardo Trípodi: Siempre tuve un arraigo y una conexión muy fuerte con las murgas y las comparsas porque mi familia por parte de mi mamá es correntina y de chiquito fui a muchos carnavales. Corrientes es la capital de carnaval argentino. Y me llevaba mucho a ver esas artillerías tocando todos los que venían caminando por la avenida. Son imágenes que me quedaron y de ahí salen muchas frases de la canción.

Jorge Serrano: Estaban diseñadas para ser cantadas por muchos, no por uno. Creo que impusimos un concepto e hicimos una especie de puente entre la música popular y el rock. O sea, bajar un poquito la barrera de los prejuicios del rock, porque desde la música popular nunca teníamos problema.

Moska Lorenzo: El primer embrión de “El murguero” lo habíamos armado para Fiesta Monstruo. Después, Edu le pasó esa letra a Pablo Armesto y él armó toda la música. 

Pablo Rodríguez: Me habían pasado los arreglos, pero no sabía bien cuándo tenía que entrar. “Ya te vas a dar cuenta”, me dijeron. Pero cuando escuché la voz de Cucho diciendo: “Se viene el tutá tutá” no pude entrar, me agarró un ataque de risa.

Moska Lorenzo: El estribillo sale de una frase de Gastón, porque las tumbadoras de él estaban afinadas en el tú y en el tá, de agudo a grave”. 

Pablo Rodríguez: No podía parar de reírme, tuvimos que arrancarlo varias veces.

Cucho Parisi: Cuando interpreto las canciones, trato de meterme en la obra y darle mi impronta. Y siempre fue con una sonrisa clavada, porque “El murguero” destila alegría. 

Gastón Bernardou: Yo puse el nombre “tutá tutá” al ritmo que hice para “Raquel” y que fue nuestro estilo original, que usamos en muchas canciones. Viene inconscientemente de la milonga y candombe rioplatense, y después descubrimos primos en la soca de Trinidad y Tobago, el dancehall de Jamaica y su sobrino, el reggaetón. 

Nito Montecchia: Es una canción que va cambiando todo el tiempo. 

Gastón Bernardou: El “tu” es la conga grave y el “tá” es la aguda. Yo pensaba que lo había creado, hasta que Alberto Castillo se puso a cantar en una sobremesa y con sus manos en la mesa seguía el ritmo haciendo el “tutá tutá”. Le pregunté qué ritmo era ese y me dijo “milonga candombe”.

Eduardo Trípodi: En el booklet, el disco está dedicado al Negro Mariano, porque me dejó marcado muy adentro y me dejó ver muy de cerca lo que son los tamboriles, y a los bombos xeneises. El primer instrumento que toqué en mi vida fue el bombo de la tribuna de Boca.

Cucho Parisi: Es un tema muy arriba. En los shows, explota.

Eduardo Trípodi: El Negro Mariano era uno de los pocos negros argentinos. Era amigo de mi papá y muchos amigos de la raza negra venían a  tocar los tambores al fondo de la casa, ensayaban para salir a la noche por San Telmo o La Boca. Venían diez, quince, veinte morenos los fines de semana. Una vez, hasta vino el Negro Rada. 

Nito Montecchia: ¡La gente explota! Y no pasa en la Argentina nada más, pasa en cualquier país en el que la tocamos. Tiene una cosa muy contagiosa. Y, si lo pensás, es un ritmo muy de acá. Es la murga, bien argentina.

Gastón Bernardou: Para completar el ritmo, la batería hace al revés “tatú tatú” con el redoblante “ta” agudo y el bombo “tú” grave; la timbaleta hace “ti ti tá, ti”, el cencerro y el güiro “chi qui chi”. Esa sería la explicación escrita del ritmo decadente.

Nito Montecchia: En esa época las murgas estaban en su punto más bajo, casi no se festejaba el carnaval desde la dictadura. Casi que se habían disuelto. Y bueno, el orgullo es que, aunque no lo inventamos nosotros, hicimos un aporte grande para que volviera ese movimiento, que es real y que está buenísimo. Ahora, vas a las plazas y están ensayando las murgas.

Jorge Serrano: En “Corazón” yo tenía la canción hasta la parte que dice: “Yo no soy tu prisionero y no tengo alma de robot”, y no sabía cómo seguir melódicamente. Afo me ayudó a elegir y seguir con una melodía más rítmica. Afo aportó mucho en ese sentido. También en hacer armonías. En ese tema cantan Afo y Gustavo Santaolalla.

Nito Montecchia: En todo el proceso de ensayos de “Corazón” no toqué la guitarra, toqué las timbaletas. Todos los arreglos rítmicos, los cortes y todo eso los hice yo. La guitarra, en ese tema, la grabó Jorge. Pero, en vivo, la toqué mil veces.

Cucho Parisi: ¿Viste que Damon Albarn, de Blur y Gorillaz, tiene una colección de teclados? Bueno, yo en esa época tenía un teclado Casiotone, que traía un ritmo preseteado que era el ‘beguine’. Y yo jodía con esa intro. De ahí salió “Mil noches”

Nito Montecchia: Lo que tenía el Casiotone era que vos tocabas una nota y te hacía el arpegio. Entonces ibas cambiando de nota y te hacía una cosa reloca. Nosotros nunca habíamos compuesto así, con máquinas.

Cucho Parisi: Una noche nos juntamos en la casa de Nito con él y Nico Landa, pusimos ese ritmo y funcionó mágicamente. Yo tenía mis escritos a modo de poesía y vino un violinista amigo llamado Tancredo. Nito con la guitarra, Nico Landa con sus melodías y yo empecé a cantar. La letra fluyó y, por supuesto, Landa le puso lo suyo y logramos un tema melancólico y arabesco. Mi primer tema de amor.

Jorge Serrano: Una vez que el disco estuvo terminado, nosotros lo conceptualizamos con la tapa y el nombre. Pero la verdad es que no estaba planeado como una obra en la que una canción tuviera que ver con la otra, ¿no?

Moska Lorenzo: Mi vida loca es un disco conceptual. Nuestros discos de alguna forma siempre son conceptuales. A veces se puede entender o no, pero siempre tienen un concepto. 

Cucho Parisi: Si Mi vida loca es como el álbum blanco de los Beatles, “La guitarra” es “Satisfaction” de los Rolling Stones. Es de los que llevás marcados a fuego. De hecho se volvió la insignia del grupo, la declaración de principios, y muchos fans se lo tatuaron. Imaginate, el disco amarillo de Los Auténticos Decadentes.

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