Alberto Belli: “Dora está explorando su historia, no solo buscando un tesoro”
Alberto Belli (Upload, La casa de las flores) no es ajeno a los retos creativos, pero con Dora y la búsqueda del sol dorado asumió uno particularmente delicado: reimaginar a uno de los personajes infantiles más emblemáticos del mundo para una audiencia más amplia y contemporánea. Dora la exploradora, creada por Chris Gifford y nacida en el año 2000 como una serie educativa animada para Nickelodeon, es mucho más que entretenimiento para los más pequeños. Veinticinco años más tarde, es todo un símbolo cultural, especialmente dentro de la comunidad latina.
Su primera película live action Dora y la ciudad perdida (2019) no solo llevó al personaje al cine con una mezcla de buen humor y aventura, sino que también lanzó la carrera de Isabella Merced, quien interpretó a la joven exploradora con carisma y frescura. Desde entonces, Merced ha despegado en Hollywood, con papeles importantes en la segunda temporada de The Last of Us y como Hawkgirl en la nueva película de Superman. En esta nueva entrega, el relevo lo toma Samantha Lorraine, quien asume el papel de Dora con una energía distinta, marcada por una etapa más madura del personaje, pero sin perder esa curiosidad esencial que la define.
En esta entrevista, Belli habla con franqueza sobre cómo equilibró la inocencia original del personaje con una narrativa más madura, el desafío de evitar estereotipos culturales, y por qué cree que Dora, a diferencia de otros héroes del cine de aventuras, no busca un tesoro… sino conocerse a sí misma.
Alberto, Dora es un personaje profundamente arraigado en el imaginario infantil global, pero también en el imaginario latino. ¿Cómo lograste equilibrar ese respeto por la inocencia del personaje original y esa necesidad imperante de modernizarla para una audiencia actual, incluyendo a un público adolescente y adulto?
Creo que el balance siempre está en el personaje de Dora, que es positiva, energética y siempre quiere saber más de su historia. Ese espíritu viene de la serie original, pero ahora la ponemos en una situación más adulta: pierde el mapa.
Ese pequeño gran cambio fue clave para traerla al presente. Hoy en día tenemos todo a la mano, siempre conectados, con información inmediata. Pero ¿qué pasa cuando de pronto no tienes nada de eso? ¿Qué pasa si pierdes la guía y tienes que encontrarte a ti mismo? Ahí fue donde vimos la oportunidad de modernizar a Dora.
Estamos hablando de una película que, como su predecesora en live action, transita entre el género de aventuras exóticas tipo Indiana Jones o Tomb Raider, pero también mantiene el espíritu de la serie original. ¿Cómo construiste ese tono tan particular, que oscila entre la parodia autorreflexiva y la aventura genuina para niños?
Definitivamente Indiana Jones y la saga de La momia con Brendan Fraser fueron grandes referencias. Pero lo que más me gustaba era la oportunidad de hacer algo más real que en la película anterior. Cuando le hice el pitch a Paramount, les propuse una versión menos paródica y más auténtica. Desde los sets hasta los personajes.
Esa búsqueda de realismo se materializó en detalles que normalmente Hollywood ignora. Por ejemplo, filmamos la cinta en Colombia aprovechando sus hermosos paisajes. Además tenemos al personaje que habla quechua. Nunca se había hecho en Dora y para mí era muy importante. Lo mismo con los quipus, con los elementos históricos reales. Queríamos que se sintiera tangible, creíble.
Pero lo más revolucionario, creo yo, es el ángulo desde el cual se narra la historia. Dora es la única aventurera que está explorando su propia cultura. Indiana Jones o Lara Croft van a lugares ajenos. Aquí es distinto: ella quiere entender su historia, no encontrar un tesoro. Ese enfoque la vuelve educativa de una manera más profunda. Es autoaprendizaje.

¿Qué lectura tienes tú sobre el rol femenino que se representa aquí en tu película y ese impacto en el cine familiar contemporáneo? Porque hemos visto cierta resistencia hacia las heroínas poderosas en la pantalla.
Sí, totalmente. Hay una resistencia clara. Muchas veces, cuando se muestra a una mujer protagonista, ya la hacen como si lo supiera todo, como si no tuviera nada que aprender. Y eso desconecta. Con Dora quisimos hacer algo diferente: mostrarla aprendiendo.
Dora lleva 25 años en el imaginario. Niñas y niños crecieron viéndola como exploradora, como una heroína. Entonces, hay una aceptación natural hacia ella. Pero lo clave, insisto, es mostrar su vulnerabilidad. Aquí vemos a una Dora que duda de sí misma, que se equivoca, que se cuestiona. Y eso la hace más accesible. No es perfecta. Creo que por eso no se siente forzado. Y claro, también hay sexismo. A muchas audiencias todavía les cuesta ver a una mujer en el centro. Es un problema estructural de décadas en Hollywood.
La película tiene muchos guiños a la cultura latina, pero nunca cae en la caricatura o en el estereotipo. ¿Qué decisiones tomaste tú detrás de cámara para evitar eso? ¿Hubo alguna tensión sobre qué se podía representar o qué no?
Sí, hubo momentos muy discutidos. El más claro fue la escena de la cena familiar. Teníamos que decidir qué comida se iba a servir. Suena sencillo, pero no lo era.
Dora, en esta versión, tiene raíces cubanas, mexicanas y peruanas. ¿Cómo mostramos eso sin que parezca un menú turístico?, me pregunté. La solución fue una mezcla equilibrada: ropa vieja, tortillas, salsas, todo en un ambiente que se sintiera auténtico. No queríamos que se viera forzado. Le decía al estudio: no es como si hicieras una película en Londres y tuvieras que poner a un superhéroe comiendo fish and chips solo porque sí.
También nos cuidamos mucho en la ambientación. La casa donde vive Dora tiene toques de hacienda mexicana. Hubo sugerencias de que debía ser la típica casa chica con 30 personas viviendo juntas. Les dije que no. Hay familias latinas con casas grandes, con espacio. La representación no tiene que ser desde la carencia. Para mí era clave mostrar una latinidad que también puede ser moderna, próspera, diversa.
Fue un placer hablar contigo, Alberto. Yo disfruté mucho esta entrega de Dora. ¿Se está pensando ya en una siguiente película o todavía es muy temprano para decirlo?
Hay esperanza, sí. Le está yendo bastante bien, gracias a Dios. Ha tenido muy buenas críticas. Desde el principio, el plan era hacer tres. No sé si se puede decir abiertamente, pero los actores firmaron por tres películas y yo regresaría, claro. Aunque todavía no es oficial.
El futuro depende, en parte, de los recientes movimientos dentro de la industria. Con lo de Skydance comprando Paramount, hay cosas en el aire. Pero la intención está. La historia tiene espacio para seguir creciendo.
Y lo más importante, es que todavía queda mucho por explorar. Lo que me emocionó de este proyecto fue justo eso: la exploración, pero desde una perspectiva latina. Dora puede seguir descubriendo más sobre su cultura, pero también sobre muchas otras. Hay todo un universo para que ella explore. Literalmente.