Mortal Kombat se niega a morir

8 de octubre de 1992. Una fecha tatuada en la historia gamer. Ese día, el mundo conoció a Mortal Kombat, un juego de peleas brutal, directo y revolucionario. Sus fatalities, sus personajes digitalizados, su violencia sin filtros y su esencia oscura y callejera, lo convirtieron rápidamente en un fenómeno. Fue mucho más que un nuevo título, Mortal Kombat cambió las reglas de los videojuegos.

Todo comenzó con dos nombres fundamentales: Ed Boon y John Tobias. Boon era programador y Tobias un diseñador y artista. Ambos trabajaban en la desarrolladora Midway Games y tenían una visión clara, la cual consistía en crear un juego distinto, más violento, realista y cinematográfico que cualquier cosa vista hasta entonces. La idea original era desarrollar un título protagonizado por Jean-Claude Van Damme, pero cuando ese acuerdo no se concretó, decidieron crear su propio universo… y fue lo mejor que pudo haber pasado para los millones de seguidores acérrimos de la franquicia.

Con ayuda de actores reales, capturas de movimiento y una estética inspirada en cómics, películas de kung fu y ciencia ficción ochentera, nació Mortal Kombat, una mezcla de sangre y estilo. Su sistema de combate, la idea del torneo interdimensional, las rivalidades y ese final letal al grito de “Finish Him!” lo convirtieron en leyenda. Fue el primer videojuego en provocar audiencias en el Senado de los Estados Unidos y dio pie a la creación de la ESRB, el sistema de clasificación por edades para videojuegos.

Uno de esos actores reales fue Daniel Pesina, artista marcial que interpretó en la saga original a Johnny Cage, Scorpion y Sub-Zero. En entrevista con el periodista Iván Samudio, Pesina reveló cómo nació el proyecto: “John Tobias me llamó para un juego de peleas con actores reales… no había mucho dinero, pero me pareció divertido. Llevé a mi hermano Carlos y a otros colegas, y así comenzó todo”. Pesina, geek declarado y apasionado de los cómics y el kung fu, fue pieza clave en dar al juego su estilo de combate con sus movimientos técnicos, inspirados en artes marciales reales, mezclados con los superpoderes sacados de películas y cómics.

Más allá de su éxito técnico, Mortal Kombat marcó una forma distinta de entender el videojuego como experiencia social. En los arcades de los 90, ver una partida de MK era como presenciar una pelea callejera dentro de una máquina. Los jugadores se rodeaban, se desafiaban cara a cara y celebraban juntos cada fatality (nombre dado a los creativos estilos de ejecución). No se trataba solo de ganar. Era un espectáculo heredero del coliseo romano y una expresión de la cultura pop en su estado más puro.

La saga evolucionó con secuelas como Mortal Kombat II, Ultimate Mortal Kombat 3 y más adelante, títulos como Mortal Kombat: Deadly Alliance y Mortal Kombat X. Cada entrega trajo nuevos personajes, historias paralelas, universos expandidos y cameos de otras franquicias. Su influencia se extendió a juegos como Killer Instinct, Injustice o Dead or Alive, que también abrazaron lo sangriento, lo cinematográfico y lo estilizado. MK se convirtió en la referencia máxima del fighting game con identidad.

Su salto al cine no tardó en llegar. En 1995 llegó la primera película live-action basada en el videojuego (poco antes se realizó una cinta animada llamada Mortal Kombat: The Journey Begins). Mortal Kombat, producida por New Line Cinema y dirigida por Paul W. S. Anderson (el mismo de la infame saga cinematográfica de Resident Evil), capturó el espíritu del juego con algo de fidelidad y se convirtió en un clásico de culto. Fue un éxito inesperado, repleta de frases memorables, batallas emblemáticas, terribles actuaciones y una banda sonora industrial que aún hoy retumba en la memoria colectiva gracias a la participación de KFMDM, Type O Negative, Napalm Death, Orbital y la actriz porno convertida en artista de música electrónica Traci Lords. Su secuela, Mortal Kombat: Annihilation, de 1997, intentó replicar la fórmula, pero no alcanzó el mismo impacto. Aún así, ambas películas consolidaron el universo en el cine y forjaron su mitología más allá del videojuego.

Décadas después, en 2021, se lanzó una nueva versión cinematográfica la cual tuvo múltiples problemas para su estreno debido al cierre de las salas de cine causado por la pandemia del COVID-19. Aunque prometía un reinicio más moderno y oscuro, no logró conectar con los fans. Pese a sus coreografías y efectos llamativos, se sintió desconectada del tono original. El personaje central, Cole Young (Lewis Tan), fue creado exclusivamente para la película, y muchos consideraron que le faltaba carisma frente a figuras icónicas como Liu Kang, Sonya o Johnny Cage.

Pero Mortal Kombat se niega a morir. Este año llega una nueva secuela, ahora con un actor que ayuda a encender la chispa original. Karl Urban, conocido por su trabajo en series como The Boys y películas de acción de culto como Star Trek y Judge Dredd, interpreta a Johnny Cage, un papel perfecto para su estilo sarcástico, carismático y explosivo. Urban comentó que “mi versión de Cage lo mostrará en su momento más bajo como actor fracasado, redescubriendo su confianza y ganándose su lugar como uno de los protectores de Earthrealm. Esa dualidad entre estrella de cine clase B tipo Van Damme, hombre vanidoso tipo Johnny Bravo y guerrero superpoderoso tipo Kung Fury, lleva al personaje a dimensiones inesperadas”.

Junto a él está Adeline Rudolph como Kitana, una de las figuras femeninas más emblemáticas del universo MK. “Kitana es conocida por su fuerza, elegancia y complejidad. Es más que una luchadora. Es realeza, guerrera, hija y símbolo. Ha sido un honor para mí interpretar a una figura tan importante. Mi preparación física y emocional para el papel ha sido intensa… La participación de Kitana da un giro sólido hacia la representación fuerte de las mujeres en esta secuela/reboot”, declaró.

Martyn Ford, por su parte, encarna a Shao Kahn, el temido emperador de Outworld. Con su físico imponente y experiencia en el cine de acción: “Les aseguro una presencia demoledora en pantalla. Me siento orgulloso de hacer parte de este nuevo enfoque más oscuro, emocional y complejo. Creo que los fans se sorprenderán con la profundidad y el sentido del humor de los personajes”, dijo al respecto.

La película, que combina tecnología digital con efectos prácticos (como lo hizo el videojuego original), incluye batallas espectaculares, fidelidad al lore del juego y un regreso al tono violento pero gracioso que hizo de MK una leyenda. El director Simon McQuoid regresa para asegurar continuidad en el estilo, pero también se sumó nuevo talento al guion y producción, con la intención de corregir los errores del pasado.

Daniel Pesina, quien sigue activo como maestro de artes marciales y embajador de la franquicia en eventos internacionales, reflexiona sobre lo que les falta hoy a los juegos de pelea: “Kung Fu. No solo en lo literal, sino en la filosofía. Tiempo, práctica, perseverancia. Eso es lo que diferencia lo bueno de lo grandioso”. Con más de 30 años de historia, su visión sigue vigente.

Al final, Mortal Kombat no es solo un juego, una película o una franquicia. Es un símbolo de perseverancia. Ha sobrevivido censuras, críticas, adaptaciones fallidas y modas pasajeras. Y lo ha hecho a su manera: con brutalidad, estilo y alma. Lo que comenzó como un proyecto experimental entre amigos terminó siendo un imperio mediático con millones de seguidores alrededor del mundo.

Mortal Kombat es prueba de que, cuando se pelea con pasión y se honra el origen, la victoria no es solo posible. Es inevitable. FINISH HIM.

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