Linval Thompson llega con la antorcha del roots a Buenos Aires: “Yo fumo y la policía no me preocupa”
Ganja, collie, herb, sensi, kaya, chalice, spliff, kutchie, weed… Hay muchos términos para aludir a lo mismo en Jamaica, pero Linval Thompson no anduvo con vueltas en 1978 al titular uno de los grandes hits de su carrera: “I Love Marijuana”. La canción le dio nombre al segundo LP (primero autoproducido, para el sello británico Trojan) del cantante nacido el 12 de octubre de 1954 en Kingston, y se convirtió en un emblema del roots, es decir el sonido reggae clásico de la década del setenta, poderoso, místico y, sí, fuertemente influido por la musa inspiradora de versos como “Amo fumar marihuana,/ me lleva a una meditación profunda”.
Algo alejado de la industria entre fines de los 90 y principios de este milenio, el renovado interés en las viejas glorias de la música jamaiquina impulsó a Thompson a regresar a los escenarios y los estudios. Hoy, a punto de cumplir 71 años, y con muchos de sus colegas muertos o retirados definitivamente, es una de las últimas voces originales del roots que aún giran por el mundo, manteniendo encendida la antorcha (y no sólo eso, por supuesto). Después de actuar en Italia, España y Países Bajos, el jamaiquino llegará por primera vez a Buenos Aires para presentarse el próximo viernes 19 de septiembre en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772), acompañado por la backing band local Guardianes de Gregory (así llamados en honor al gran Gregory Isaacs). Antes del viaje, Thompson habló vía telefónica con Rolling Stone desde Londres (aunque reside en Kingston). Locuaz, entusiasta, directo y algo místico -tal como solían serlo otros referentes de su generación-, se explayó sobre su legado, su fe y, claro, sobre cómo compuso el más humeante de sus tracks.
¿Cómo están las cosas en Jamaica?
No están bien. Los artistas jóvenes no están haciendo música roots, sólo quieren hacer otras cosas. No digo que sea mala música, pero deberíamos preservar el sonido original. El roots nunca muere. Yo soy un testimonio de eso. Nunca va a morir. Pero hoy en Jamaica no hay un público para el roots. Hoy se escucha más roots en Europa. Hay muchos chicos jóvenes que nos vienen a ver tocar en Europa y también hay muchos músicos que tocan estrictamente roots. ¡Tengo mucho respeto por eso!
Usted trabajó con productores jamaiquinos legendarios como Lee Perry y Bunny Lee. ¿Qué aprendió de esas experiencias?
Todo. Ni sabía qué estaba haciendo cuando trabajaba con ellos. Simplemente ocurría. Pero los escuché, presté atención y nunca olvidé nada. Fue así desde que empecé con King Tubby. En cuanto me escuchó, King Tubby dijo: “¡Sí!”. Después vinieron Lee Perry y Bunny Lee, y dijeron: “¡Sí!”. Y más tarde empecé a hacer mi propias producciones.
En realidad, escuchá bien lo que te voy a decir: antes de cantar para nadie, la primera canción que grabé la produje yo mismo. Fue “No Other Woman”, hace como 50 años, durante el tiempo que viví en Nueva York, aunque grabé con todos músicos jamaiquinos. Y, sabés, ya lleva 24 millones de escuchas en streaming. Podés fijarte en… ¿cómo se llama? ¿Spotify? Lo vas a ver ahí. Así es como gano plata hoy.
Me imagino que cuando grabó no se le cruzó por la cabeza que la escucharían más de 20 millones de personas…
No, era solo una canción… Es un milagro, ¿no?
¿Y cómo fue, después, volver a Jamaica en los 70?
Era excitante, en esa época estaba el auge del reggae roots. Tenía mucha competencia: Johnny Clarke la estaba rompiendo, Sugar Minott la estaba rompiendo, Dennis Brown la estaba rompiendo. Y yo era el más joven. Pero escuchaba a los grandes y me encantaba su estilo. A algunos de ellos los terminé produciendo… Dennis Brown, Sugar, Horace Andy también…
Entonces, “I Love Marijuana” la compuso en Nueva York o ya en Jamaica?
No, no, en el estudio Channel One, de Kingston. Pero fue solo una grabación más, un día estaba en el estudio y simplemente salió eso [nota: la base sería del baterista Leroy “Horsemouth” Wallace y el bajista de los Wailers Aston “Family Man” Barrett). Salió por Trojan, la compañía más grande en Inglaterra en esa época. Así que eso le dio mucha promoción. ¡Era la next big thing!
¿Fue un hit inmediato?
Sí, en cuanto salió. Porque en ese momento si la policía te veía con un porro ibas a la cárcel. Tenías que andar escondiéndote. Así que cuando la gente escuchó esa canción se sorprendió mucho. Pero a la vez decir eso era peligroso, muy peligroso. No como ahora, que la marihuana es legal en todo el mundo y hasta la podés comprar en los negocios.
Pero sigue sin ser legal en Jamaica, ¿no?
Sí, sí. Pero yo fumo y la policía no me preocupa. Pero en los 70, en los 80, la policía me agarraba y tenía que darles plata para que me dejaran ir. Eso hoy no me pasa. Y la gente quiere escuchar esa canción todo el tiempo porque hoy todo el mundo fuma. No es como en esa época. Pero yo trato de cantar también otras cosas, ¿entendés?
¿Por ejemplo? ¿Qué otros temas hace normalmente y haría en Buenos Aires?
Seguro vamos a hacer “Jah Jah Is The Conqueror”; seguro vamos a hacer “I Love Marijuana”; seguro “Danger in your Eyes”; “Murder”, “Can’t Stop the Natty Dread”, “If I Follow My Heart” [empieza a cantar]
Usted ha viajado mucho. ¿Qué piensa de los músicos de reggae de otros países? ¿Entienden esta música?
Yo creo que sí, le agarran la onda, claro. Saben tocar, ¡sí! Por suerte están esos tipos, sino tendríamos un problema, ¡no podríamos hacer nada!
¿Qué es lo principal que un no jamaiquino necesita “entender” del reggae?
El bajo y la batería. Eso tiene que estar bien. Hay que asegurarse de que el tiempo sea correcto. ¿Entendés lo que digo? El one drop, one drop, one drop…
Pero, ¿sabés qué? Tenés que ser profesional. No cualquier artista puede agarrarle la onda. De algún modo, incluso si la banda no está tocando bien, el cantante puede ocupar ese espacio con su voz y mover al público. ¿Entendés? No dependés solo de la banda.
Antes mencionó la palabra “milagro”. ¿Hay algo de milagro en que la música de Jamaica haya conquistado el mundo?
Debería ser más grande todavía. Pero hay un problema. No sé cuál es, pero es un problema grande. ¿Te acordás de principios de los 70, los 80, cuando los sellos importantes contrataban artistas a lo loco? Bueno, no sé qué pasó después, eso se cortó. Pero yo sigo adelante… Hubo una base con cantantes importantes, como Barry Brown, que siguió el estilo de Linval Thompson. Decime: ¿quién canta así hoy? Nadie. No ha nacido el artista que pueda cantar así. Yo busco nuevos artistas que canten con mi estilo o con el estilo de Sugar Minott, y no los encuentro, es muy difícil. Decime entonces: ¿cuántos artistas pueden sacar un disco original hoy? No muchos. Pero el Padre Creador Todopoderoso dice: “Vamos, Linval, no dejes que nadie te pare”. ¿Entendés?
¿Por qué querrían detenerlo?
Bueno, este es un movimiento poderoso. Yo sigo adelante. Y hay celos… Eso creo yo. Y lo que diga Dios, lo que diga el Todopoderoso, eso es lo que voy a hacer.
¿Entonces usted es un hombre de fe profunda?
Sí. Mucha gente solo piensa en el dinero. Ni siquiera se dan cuenta de que, si la tienen, la fortuna es un poder que Dios les dio para hacer cosas. El dinero no debería detenerte. Y a mi Dios me dio el talento. Entonces lo tengo que usar. Todo el tiempo pienso y me asombro por seguir teniendo ese mismo sonido. El sonido roots. El sonido positivo. No sé qué es, pero es eso. El sonido. El único lenguaje que sé hablar. No tengo dos. Sólo uno: el roots. Ese es el sonido. Muchas veces me pongo a pensar y me pregunto cómo sigo, porque pronto voy a cumplir 71 años, ¿sabías?
Bueno, sigue siendo joven…
¡Sí, eso creo! Mientras pueda subir al escenario, no tengo problema. ¡Puedo hacer un show de dos horas como nada!