Ryan Castro: la valentía de ayer, el éxito de hoy
Dentro del gran universo de la música urbana, es difícil encontrar un artista que logre destacar por su autenticidad y versatilidad a la hora de interpretar diferentes géneros musicales que se salen del espectro sonoro al que están acostumbrados.
Bryan David Castro Sosa, más conocido como Ryan Castro, entiende que en su capacidad para entrelazar diferentes géneros, como la salsa, el merengue o el dancehall, con su respectivo estilo dentro del reggaetón, es donde radica su esencia como artista y lo que le lleva a sobresalir. “Lo que me diferencia de los otros artistas es ser muy auténtico. Aparte del negocio, me gusta hacer muchas cosas que la gente no se espera. Me disfruto mi carrera, mi música, y no solo pienso en hacer números o dinero, eso se nota. La gente está escuchando reggaetón y de un momento a otro, piensan: ‘¡Uy! ¿Ryan por qué sacó un merengue?’”, asegura el paisa nacido en Bello. “Esa autenticidad es lo que me diferencia, que los fanáticos pueden esperar cualquier cosa de Ryan Castro”.
Aunque de pequeño no entendía las letras de las canciones de todo el movimiento del hip hop y del rap proveniente de Estados Unidos, el bling bling, los autos, y los demás aspectos alrededor de esta música, conectaron con la esencia de Castro, guiándolo a ese sueño cumplido de ser un artista reconocido a nivel mundial. “50 Cent, Snoop Dogg, Eminem, Dr. Dre… yo los veía y me enamoré de su cultura, su forma de vestir, las joyas, los carros, eso me gustaba mucho”, explica sobre sus primeros referentes dentro de la música. Un poco más adelante, con la llegada del reggaetón, se transforma toda esa cultura estadounidense a un estilo latino, que terminó de seducir a quien sería ‘El Cantante del Ghetto’. “Con la llegada del reggaetón, ya veía algo parecido y entendía lo que se cantaba, eso me terminó de conectar, porque se hablaba de tópicos con los que conectaba: La calle, el barrio, las discotecas y las nenas”.
Más adelante, al finalizar el colegio, Ryan Castro tuvo que afrontar una realidad fuerte que afronta aproximadamente el 52,1 % de jóvenes en Colombia: no poder asistir a la universidad por diferentes problemas, mayoritariamente económicos. Y aunque en ese momento ya tenía claro que la música era su camino, tuvo que vivir con mucha valentía, pararse a cantar en el escenario más exigente e importante que ha pisado en su carrera: los buses y las calles de Medellín. “Hasta el sol de hoy, esos fueron mis escenarios más importantes, me ayudaron a crecer en varios aspectos. Vocalmente me exigía mucho por el sonido del tráfico, de la gente hablando… Además, debía tener un buen show para llamar la atención de la gente, porque las personas que están ahí, en realidad no quieren ver a nadie cantar, es gente que va a su trabajo, están cansados. Esas experiencias me dieron mucha madurez”.
Y ese no fue el único reto al que se estaba enfrentando, porque, lamentablemente, dentro de grandes ciudades de Colombia como Medellín, Bogotá o Cali, muchas personas que presentan su trabajo —un arte en varias ocasiones superior al que normalmente vemos en grandes arenas de conciertos— son tildados de perezosos, porque supuestamente no quieren “un trabajo real”. Además, como dice Castro, también son tildados de drogadictos: “Un estigma del que canta en la calle, es que es drogadicto y está en la mala. Ese era un estigma que debía romper. La calle fue un escenario muy importante para mí, lo recuerdo mucho y me dio mucho dominio de la tarima”.
“El negocio de la música muchas veces es muy podrido, muy ambicioso e hipócrita”.
Esos desafíos le dieron un carácter muy fuerte y genuino, algo que el público terminó reconociendo, y le llevó de las aceras a lo más alto de los listados: “Yo quería el camino de la música, y cantar en buses y en la calle fue el camino que encontré. Pero, no te voy a mentir, la necesidad fue también un factor fundamental. Si quería grabar necesitaba plata, si quería comer, igual, para vestirme… para todo se necesitaba plata”.
Esa valentía y fortaleza de Ryan Castro en las calles y buses de Medellín, también se vio reflejada en Curazao, isla a la que llegó en su adolescencia para vivir junto a su mamá, en donde, trabajando como mesero y guardia de seguridad, siguió encontrando la madurez necesaria para emprender lo que sería una carrera muy exitosa dentro de la música. Madurez para afrontar los caminos de la gran industria musical, el éxito y la fama dentro del mainstream, un camino que tomó su tiempo, pero el día menos pensado en Curazao, se empezó a construir.
“Cantando en los buses y calles de Medellín, logré sacarme mi pasaporte y toda la cosa para darme la oportunidad de vivir junto a mi mamá en Curazao. Estaba buscando otros horizontes y, obviamente, aprender más de la música. Estando allá fue que empecé a pegar en Colombia, primero fue algo extraño, porque mucha gente que me conocía en Medellín, al verme en el extranjero pensaron que ya lo había logrado, y así fue como empecé a pegar”, recuerda. “Esa fue una ola toda extraña”.

Seguramente fue el destino el que impulsó al joven y valiente Ryan Castro de la adolescencia a emprender un viaje a un país que también le sirvió de vitrina para exponerse ante la industria musical en Colombia. “Desde que yo estaba en el colegio sacaba canciones, pero máximo lograban 50.000 reproducciones, de ahí para abajo. Estando en Curazao, un día las canciones empezaron a tener uno, dos, hasta tres millones de reproducciones. Yo le pregunté a los productores si estaban pautando con dinero las canciones o algo así, y no, cuando menos lo pensábamos, ya íbamos 30 millones, ya estaba pegando fuerte en Colombia. Ahí me devolví y ya empecé a cobrar duro”, confiesa.
Con más de 21 millones de oyentes en las principales plataformas de streaming, El Cantante del Ghetto decidió, para su más reciente disco, presentar lo que fue su vida durante su adolescencia en Curazao. SENDÉ es la palabra que da título a esta nueva etapa del colombiano, cuyo significado es “encendido”, “sentirse bien” o “con buena energía”, además, esclarece una de las grandes dudas de sus fans: ¿De dónde viene su famosa expresión, “awo”? Esta palabra en Curazao significa “ahora” o, de manera más coloquial, sinónimo de la expresión “wow”. Y es que, al contrario de lo que pensó la mayoría de la gente en Colombia, Ryan Castro no llegó a la isla siendo un cantante que se estaba posicionando, él llego a convivir con su mamá y a trabajar como mesero y vigilante.
“De los cuatro años que viví en Curazao, solo el primero lo viví junto a mi mamá, porque ella todavía me veía como un nene, pero yo ya estaba grande. Viviendo solo trabajé en muchos lugares, en restaurantes y de celador, de ahí ahorraba plata para invertir en mi música. Durante esas experiencias, aprendí mucho de la cultura y también me exigía, porque mis amigos y los que me grababan no hablaban español, eso fue un reto bonito porque debía aprender otro idioma para grabar y salir. A pesar de las locuras, esas experiencias y esos trabajos me ayudaron mucho”. Eso es SENDÉ, el que probablemente haya sido el disco más experimental de Castro hasta el momento, pero que refleja gran parte de su historia y de su esencia como artista.
De las calles y buses de Medellín, Ryan llegó a cantar y continuar el camino de su arte en los restaurantes y porterías de Curazao; cuando caía la noche y debía cuidar el sueño de las personas, también aprovechaba el tiempo para componer canciones. “Yo trabajaba de ocho de la noche a seis de la mañana todos los días, así fue durante dos años. Sentía que mi tiempo se estaba perdiendo porque tenía el horario invertido. Para no perder el tiempo, les decía a mis amigos que me enviaran pistas, y toda la noche me la pasaba componiendo”.
Aunque esta nueva producción de Ryan Castro se aleja en varios aspectos de lo que ya veníamos escuchando en sus últimos álbumes, nunca hubo incertidumbre sobre cómo iba a ser recibido por el público que lo ha acompañado al trasegar de su carrera. Entendía perfectamente que había llegado el momento de presentar una faceta de su vida que probablemente muchos no conocían. Además, el dancehall y los ritmos del Caribe que presenta en el disco ya lo habían acompañado como artista, incluso antes que el reggaetón. “Antes de cantar reggaetón, yo cantaba dancehall y el tipo de música que presento en SENDÉ. Los fanáticos que han estado a mi lado desde el inicio ya conocen este sonido mío. Para mí no fue hacer algo diferente, para mí fue hacer algo que hace parte de mi identidad. Por eso sabía que la gente lo iba a recibir con mucho amor”.

Adicionalmente, para Castro lo fundamental de esta nueva producción es que la gente pueda conectar con la historia que se cuenta en el álbum y con parte de su propia trayectoria personal: “Yo sabía que a la gente le iba a gustar, pero mi verdadera expectativa era que conectaran con la historia de por qué lo había hecho en Curazao. Esa era mi verdadera expectativa, contar parte de mi historia”.
Esta historia presentada en SENDÉ viene acompañada de personajes que ayudan a potenciar ciertos mensajes, como la inclusión de Dongo, un artista revelación de Curazao, o la inclusión en una misma canción del ecuatoriano Jombriel y el jamaiquino Koshens, demostrando cómo estos ritmos del Caribe le pertenecen en realidad a toda América Latina, y en cada país pueden hacerlos suyos. “Lo importante de colaborar con otros artistas, es hacerlo desde el respeto más que desde el negocio. Cuando te juntas con alguna persona solo pensando en los números que se pueden hacer entre los dos es extraño, la vibra se siente extraña. El negocio de la música muchas veces es muy podrido, muy ambicioso e hipócrita. Pueden pasar cosas como sacar una canción con otro artista, y solo porque ese artista tiene mejores números, se queda con el 80 % de las ganancias. Muchas veces solo se piensa en el negocio y la creatividad que uno le pone a la canción termina siendo algo secundario. La base para colaborar es el respeto mutuo”.
“Ellos de verdad son músicos, la mayoría de nosotros, los artistas urbanos, no somos músicos. Entonces, ver cómo agarran un instrumento y ya son felices es algo mágico, se nota que ven la música de una manera diferente”.
Con esa premisa de trabajar con otros artistas bajo el respeto, Ryan sueña con poder colaborar algún día con artistas fuera de la música urbana, como Marc Anthony o Ricky Martin. Además, reflexiona sobre lo importante que ha sido para él unir esfuerzos con figuras como Carlos Vives o Juanes. “Trabajar con ellos fue increíble porque ven la música de una manera diferente. Me siento muy orgulloso de que me dejen trabajar junto a ellos. Por ejemplo, a Juanes no le gusta el reggaetón, pero que sienta la confianza para trabajar conmigo, es algo que significa mucho para mí. Ellos de verdad son músicos, la mayoría de nosotros, los artistas urbanos, no somos músicos, entonces ver cómo agarran un instrumento y ya son felices es algo mágico, se nota que ven la música de una manera diferente”.
El mantenerse en los primeros lugares de las plataformas de streaming no es una tarea fácil, además de todo el proceso artístico y musical, otros varios factores pueden alterar el rendimiento en términos numéricos de las canciones. Ryan Castro lo entiende, es por eso por lo que, en la mayoría de las ocasiones, no se preocupa por el cómo le vaya a ir a su música una vez lanzada: “Lo importante es la vibra con la que nace la canción, con eso yo ya estoy bien. Cuando uno piensa mucho en los números, o en meter una canción dentro de algún top, no termina haciendo lo correcto, porque acaba haciendo algo parecido a algo más”.

Sin embargo, en ciertas ocasiones, sí ha sentido bastante presión a la hora de lanzar una producción, como en el caso de ‘El ritmo que nos une’, canción que tuvo un éxito enorme durante la más reciente Copa América, en la que Colombia fue subcampeona. “Sentía una presión inmensa del país encima, era una canción que debía gustar”. No solo fue una canción que unió a su país, además alcanzó un récord en Spotify como la canción con más reproducciones en un solo día en Colombia, sumando 1,36 millones. También significó un reto y a la vez algo muy gratificante para Ryan Castro, que demostró todo su talento en tan solo una semana que tuvo para su creación, al lado de su productor de cabecera, SOG. “Eso literalmente fue un pase para bajarla de pechito y hacer gol, fue una gran presión hacer este proyecto en una semana y que representara a toda Colombia. Si hubiera hecho algo que no funcionara, me la iban a montar de por vida. Al lograrlo me dije interiormente, ‘Admiro a Ryan Castro’. Fue una canción que nos sumó mucho como país”.
¿Qué es lo que se necesita para que una canción que debe gustarle a todo un país cumpla su cometido? Probablemente muchos artistas no hubieran logrado completar este reto de una forma tan satisfactoria, y mucho menos algunos otros artistas del universo urbano. La versatilidad dentro del estudio y la manera en que se entrelazaron diferentes ritmos de Colombia en una sola canción fue lo que le dio esa magia que unió a tanta gente. En entrevista para ROLLING STONE en Español, SOG nos dijo: “Llamé a varios amigos músicos para grabar los instrumentos en vivo, y es genial porque hay una parte en la que se siente la música del Pacífico; obviamente también toda la parte de reggaetón —que es nuestro fuerte— y también tiene rap. La parte de rancha, fue una improvisación de Ryan, yo tengo varios amigos de la costa, entre esos un gran productor de rancha al que llamé y le dije que tocaba romperla en cinco segundos. Y así fue, todos nos sentíamos supercoletos y le metimos elementos muy autóctonos de la rancha. Es una canción muy nutrida”.
“Me siento muy cómodo en las músicas urbanas, pero siento que nací para la salsa y el merengue”.
Para Ryan, las músicas urbanas, en muchas ocasiones, son criticadas injustamente por sus letras frecuentemente explícitas; “Voy a ser sincero y crudo, eso es una estupidez. Yo he escuchado muchas canciones de muchos otros géneros fuera del ámbito urbano, que son mucho más vulgares que una canción de reggaetón. Nos critican es porque somos nosotros. A mí, en lo personal, no he recibido grandes críticas porque trato de ser muy correcto con lo que digo, además, lo que te digo, hay canciones de rock donde dicen groserías, o de merengue que dicen miles de vulgaridades, pero solo le caen al reggaetón, un género que hoy en día genera mucho trabajo y saca jóvenes de las calles”.
Por otro lado, las músicas urbanas vienen mutando bastante durante los últimos años, y es que ese ritmo característico del reggaetón de inicios de los 2000 ha venido perdiendo protagonismo, moviéndose cada vez más hacia al pop por la necesidad de generar buenos números alrededor del mundo. Durante los últimos dos años, con la llegada de ritmos provenientes del Caribe o África, que se han mezclado con el estilo latino, el dancehall y más recientemente el afrobeat, han ganado muchísimo protagonismo en la escena musical, cuestión que ha potenciado considerablemente esta nueva producción del colombiano, donde estos géneros son los protagonistas.

Castro piensa que el futuro de las músicas urbanas seguirá reinventándose con los años, de igual forma considera que todo es un ciclo, así como un día la canción más escuchada puede ser un dancehall, al siguiente día será un reggaetón o un trap. También, rescata lo especial que ha sido el reggaetón hecho en Medellín, y explica el por qué, a su parecer, ha llegado tan lejos: “Lo que hace especial al reggaetón de Medellín es el vocabulario, la forma y las palabras que usamos en nuestras canciones. Utilizamos las palabras ‘chimba’, ‘mor’, palabras por ese estilo de las calles, pero no de la calle de Puerto Rico, vamos a la calle de Medellín. Eso fue lo que nos hizo sentir en el mundo”.
Dentro de los procesos de la industria y la incertidumbre sobre cuál género es el que más se va a escuchar, para Ryan Castro mantener vigente su versatilidad es muy importante, seguir cultivando esa faceta de artista que se siente igual de cómodo en un reggaetón o dancehall, al igual que en una salsa o merengue; “Me siento muy cómodo en las músicas urbanas, pero siento que nací para la salsa y el merengue, es más, hace poco grabé con el maestro Sergio George (afamado productor que trabajó con Marc Anthony y Celia Cruz, entre otros) y la historia es muy simpática. Cuando llegué al estudio, me preguntaron si no había llevado compositores o más personas, y pues yo había ido solo, e improvisando en la cabina sacamos adelante esta canción de salsa. Sergio me decía: ‘Usted parece salsero, me recuerda a Frankie Ruíz cuando estaba empezando’. Eso me dejó sin palabras porque mi conexión con la salsa viene desde mi infancia. Siento que, además de los géneros urbanos, yo también soy de la salsa y el merengue”.
“Cuando esos temas de egos tocaron a Maluma y a J Balvin, ellos eran unos nenes, a los 18 años uno pelea hasta con uno mismo”.
Improvisar dentro de un estudio no es tarea fácil, ya que en muchas ocasiones se cuenta con un tiempo limitado, y si la musa de la inspiración no decide hacerse presente, se puede desperdiciar el talento de todas las personas alrededor de una grabación y también un montón de dinero. Pero eso nunca ha sido un impedimento para El Cantante del Ghetto, que prefiere, en la mayoría de las ocasiones, llegar al estudio y dejar que la musa de la inspiración se apodere de él. “Lo que más me gusta es crear e improvisar dentro del estudio. Algunas veces llevo ideas escritas, pero normalmente me gusta fluir con la energía del estudio”, confiesa.
Desde las calles y los buses en Medellín hasta trabajar como mesero y guardia de seguridad en Curazao, han sido esas experiencias que han llenado de madurez, perspectiva y fortaleza a Ryan Castro para afrontar los enigmáticos y muchas veces “podridos” caminos de la industria musical, además lo han llevado a aprender a manejar el ego que muchas veces les juega en contra a los artistas. “Obviamente, he tenido varias discusiones, pero siento que la madurez con la que he llegado a este punto me ha mantenido con los pies en la tierra. Cuando esos temas de egos tocaron a Maluma y a J Balvin, ellos eran unos nenes, a los 18 años uno pelea hasta con uno mismo [risas]”.
¿Cómo no perder la esencia dentro de un universo tan extraño en el que la música está siempre sometida? Para Castro es algo muy personal: “Lo importante es mantenerse centrado, saber llevar las cosas cuando uno va subiendo, porque bajando es bien diferente. Yo digo que la industria siempre te quiere joder. Siempre te ataca y quiere que te exijas el triple, por eso es importante tener calma y hacer las cosas a tu manera, crear sin afanes y centrarse en lo que de verdad le gusta a uno”.