Así suena Samuraï – Rolling Stone en Español
Quien haya escuchado a Samuraï sabe que sus letras, gracias a la honestidad y esencia propia que imprime en ellas, son capaces de transportarte a historias ya vividas o, quizá, olvidadas. Sea cual sea el caso, en sus canciones queda claro que Aroa —su nombre real— es de esas artistas con las que las canciones se sienten.
En conversación con ROLLING STONE en Español, Samuraï habla de sus inspiraciones y aspiraciones, y se presenta como escribe: con verdad, sin blindajes. Después de Artillería y una gira que la llevó por más de treinta escenarios, habla desde un presente creativo. Por ahora no hay un disco en camino, pero no importa: está en su elemento, en el estudio, componiendo, observándose, buscando esa línea precisa que diga lo que no puede poner en palabras.
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¿Cuál fue la primera canción que escribiste, que sentiste como un “esto es lo mío”? ¿Recuerdas qué te estaba pasando?
Recuerdo que hay una canción… Yo ya llevaba varias canciones sacadas y hechas, pero hay una que se llama ‘Cómo me iba a olvidar’. En el proceso creativo, fue como… no sé, sentí que dirigía mucho lo que estaba pasando, lo disfruté un montón y dije: “Guau, esto me gusta y me está haciendo muy bien”. Claro, estaba sacando todo lo que necesitaba en ese momento.
Tus letras tienen algo muy tuyo: melancólicas, pero también rotundas. ¿Crees que hay belleza en la tristeza?
A ver, es que justo me estás preguntando a mí, y mi respuesta es un rotundo sí. La verdad es que soy un poco dramática —no hay más que escuchar ese álbum— y es inevitable. A mí me gusta mucho la… o sea, no la tristeza, pero sí la belleza que hay en lo que tiene un doble sentido, en ese punto más oscurillo. Creo que es muy bonito sacarle las dos puntas, ¿no? Como ver la melancolía en lo feliz… y al revés.
¿Qué es lo que más te cuesta contar en una canción? ¿Y qué es lo que solo puedes decir cantando?
Mmm… Lo que más me cuesta en una canción —y esto va a sonar muy gore— es ser optimista, por lo general. Como que suele ser un proceso… entender que, a veces, las cosas están bien y punto. Es algo que me cuesta a la hora de escribir, como que siempre le busco la doble vuelta o le saco más punta al lápiz de la que debería. Creo que es un proceso que aún estoy intentando… por el bien de mi salud mental. Pero bueno, sigo en ello.
¿Y qué solo puedo decir cantando? Pues te diría que la mayoría de las cosas, de hecho. Me ha pasado no saber cómo responder a algo, irme al estudio y, en vez de contestar con palabras, responder con una canción. Eso es una realidad.
Hay algo muy particular en tu forma de escribir: el drama romántico, pero sin cinismo. ¿Te consideras una romántica?
A ver… yo creo que sí. La verdad es que mucho. Tanto en mi día a día como en el amor soy bastante romántica, pero también empiezo a romantizar muchísimas cosas. Es inevitable, la verdad.
¿Qué es lo que te viene ahorita en la mente que romantizas mucho?
A ver, creo que en el pasado he romantizado cosas muy ‘pochas’, eso es una realidad. Hoy en día intento romantizar las cosas bonitas. Y sí que es cierto que, si me preguntas sobre lo que escribo, romantizo mucho la libertad… lo que viene a ser huir, salir, desaparecer. Pero en plan bien, no tan emo como suena, lo prometo.
Artillería suena a pop de guerra emocional. ¿Sientes que este disco te hizo más fuerte o más vulnerable?
Creo que, cuando escribí Artillería, estaba en un punto —tanto musical como sentimental— muy concreto, al que hoy en día me siento un poco ajena, la verdad. O sea, me encantan esas canciones, me apasionan, pero creo que desde entonces he madurado. Y justo ahora acabo de hacer Acá el silencio del ruido, que es como mi primer álbum así… 12 canciones. ¡Pum!
¿Qué te obsesiona últimamente, musical o emocionalmente?
Justo estoy en proceso creativo ahora mismo, pensando en lo siguiente. Ya estoy haciendo cosas, estoy en el estudio todo el día… Entonces, la mayoría de mis respuestas van en relación a la música, ¿no? Te podría leer una playlist entera.
Hay mucho de los 70, por ejemplo. Estoy investigando mucho los sonidos. Sí, yo creo que por ahí va mi obsesión.Estoy con el topicazo de Fleetwood Mac a tope. Siempre lo he tenido, la verdad —en plan, Stevie Nicks es mi reina—, pero últimamente siento que tengo la potestad de decir: “Voy a intentarlo”. ¿Sabes? Así que la estoy ‘bichando’ un montón.
Si tu música tuviera un color o una textura, ¿cuál sería?
Pues mira, siempre ha sido roja, como mi pelo, y creo que últimamente empiezo a ser naranjita. Por ahí veo morado también. No sé, creo que me estoy relajando un poco.
Has dicho que tus canciones evitan lo obsceno, pero no lo visceral. ¿Hay alguna línea que no cruzarías nunca escribiendo?
Nunca digas nunca, pero por supuesto jamás diría algo que fuera en contra de mis principios, porque simplemente no lo escribiría, ¿no? O sea, vamos a quitar obviedades, pero sí me cuesta mucho decir palabrotas; no va con lo mío, la verdad. No me gusta usar palabras como… no sé, no digo “mierda”.
Y por ejemplo, el rap es uno de los géneros que se caracteriza por decir groserías, ¿harías algo con rap?
100%, o sea, de hecho creo que hay veces en que compongo más como rapeado y luego, a la hora de cantar, es más lo que se dice chanteado, ¿no? Como un mitamita. Ahí siempre meto algo por las ondas, las estrofas, me gusta muchísimo.
¿Qué te da más miedo: exponer lo que sientes o que no lo entienda nadie?
Es que creo que ninguna me da miedo. Exponer lo que siento es algo que hago, no me da miedo porque lo hago; de hecho, vivo de eso, de monetizarlo. Y, dos, que cada quien lo interprete como quiera. Tengo una canción, por ejemplo, que se llama ‘Los espejos’, que habla del amor conmigo misma, de mi autoestima. Sin embargo, el otro día hablaba con una compañera de trabajo y me decía que para ella era su relación con su hijo. Yo me quedé flipando. Y, escuchándola, dije: “Guau, puedo entender que pienses eso, puedo entender que te la quieras llevar ahí”. Me parece lícito y perfecto, ¿no? Cada canción la hago para mí y luego cada quien la hace suya. Eso sí, no tengo ningún problema con ello; de hecho, es para eso.

¿Cuál fue el último verso que escribiste y te hizo llorar?
Pues tendría que mirarlo, la verdad, pero ayer hice una frase que decía… es que no me acuerdo bien, pero hablaba de cómo se inyectaba la tristeza en los ojos y los convertía en cristal o algo así. Y pues me puso un poco triste, la verdad, pero creo que es porque tengo la regla…
Y el álbum que sacaste, ¿hay alguna que digas que en su momento tuvo ese efecto?
Hay una canción que se llama ‘Inocente’, que es la que cierra el álbum, y creo que tiene mucho peso, mucha carga. Creo que la sigue teniendo y la seguirá teniendo un tiempo para mí.
¿Te pasa que a veces una canción te cuenta algo que tú todavía no sabías de ti?
Más o menos. Me pasa que una canción que hice en un tiempo concreto… al paso del tiempo, de los años, la vuelvo a escuchar o vuelvo a ir a esa canción y digo: “Wow, estoy en la misma situación, ¿qué aprendí de esto?” ¿Qué le puedo haber enseñado a la Samu del futuro, sabes?
Cuando estás sola, lejos del estudio y los festivales, ¿quién eres?
Pues, yo. Te soy sincera, la verdad es que soy bastante tranquila. Por lo general, partamos de la base de que es raro que no esté componiendo. Y si no lo estoy, me encanta verme una serie, ver atardeceres, irme a viajar un montón. Me gusta muchísimo leer, estoy todo el día leyendo. Y cocinar, últimamente me gusta cocinar mucho también.
¿Qué libro le recomendarías a alguien que acabas de conocer?
Hay uno que se llama Lo bello y lo triste, que para mí es como un anclaje, no sé cómo decirlo, ¿no? Es un libro que me he leído muchas veces; la historia ni siquiera me apasiona, lo que sucede tampoco me encanta, pero es la manera en la que está escrito lo que me vuelve loca. Creo que es un libro que no sé por qué se lo recomendaría a la gente, pero sí que es algo con lo que me identifico mucho. Mira que es un libro que, insisto, la trama no conecta conmigo, ¿sabes? Pero es la manera que tiene el escritor de ejecutarlo, y me veo muy reflejada en muchas cosas.
Si tuvieras la oportunidad de cantar una canción de otro artista, el que fuera, ¿con quién cantarías y por qué?
Hay una canción que llevo tatuada, que se llama ‘Trátame suavemente’, de Soda Stereo. Eso, 100%.
¿Qué tipo de artista sueñas ser en cinco años? ¿Y qué tipo de persona?
Mmm… Creo que me gustaría haber crecido mucho a nivel de composición, que es lo que más me apasiona de este mundo. Que la gente lea una de mis letras y sepa que es mía. Me encantaría llegar ahí, en cinco años, a tener mi propia marca de agua, que creo que voy en camino, o al menos ese es el intento: no perder ese rumbo.
En estos momentos, del escenario internacional, ¿con quién te gustaría colaborar?
Se me ocurren muchísimos nombres ahora mismo: Mon Laferte me encanta, sería increíble, de repente. Pero también podrías usar nombres tipo Caifanes, ¿no? Sería muy divertido también. Sí, no sé, por ahí van los tiros, por ahí van…
¿Qué sigue para Samuraï, qué vas a sacar un nuevo álbum, estamos esperando algo pronto, los 70 vienen?
Pues mira, yo ahora estoy en el estudio, llevo ya un tiempo. Yo jamás voy a dejar de sacar música, o sea, eso te lo puedo asegurar: música va a salir. Nada, acabamos de terminar una gira y ahora pues a seguir girando, seguir girando, seguir haciendo música, y dentro de muy poquito veremos cosas nuevas.